La Semana Santa es uno de los momentos litúrgicos más relevantes para los católicos del mundo.
Tras el decreto del estado de alarma, este año, los feligreses deberán vivirla de otra manera y, ciertamente atípica.
Las procesiones y los actos religiosos multitudinarios y presenciales han quedado suspendidos, y la población católica se prepara para vivir una Semana Santa en modalidad de confinamiento domiciliario.
Durante esta época, la religiosidad se expresa de manera diferente. La oración es un acto de fe que mantiene la esperanza de muchos.
Para algunos los ‘tiempos difíciles son tiempos de santos’. Y quién mejor que San Pío que es para miles de creyentes: el símbolo italiano de la posguerra.
¿Quién fue el Padre Pío?
El Padre Pío, también conocido como San Pío de Pietrelcina, fue un fraile y sacerdote católico italiano, famoso por sus dones milagrosos y por los estigmas que presentaba en las manos, pies y costado.
Nacido como Francesco Forgione le fue dado el nombre de Pío cuando ingresó en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos.
Fue beatificado en 1999 y canonizado 2002 por el papa Juan Pablo II.
A través de una serie de testimonios, algunos de los cuales inéditos, algunos autores e investigadores han logrado reconstruir, conocía el momento exacto de su muerte.
Otro de los grandes misterios que circulan alrededor de su imagen, se refiere a la desaparición de los estigmas sin dejar cicatrices.
Después de su muerte se examinó el cuerpo del Padre Pío, se descubrió que los estigmas, cuya autenticidad había sido certificada por tres médicos, habían desaparecido sin dejar cicatrices. Esta hecho todavía sigue siendo un misterios.
Según la Obra de los Santos Ángeles, asociación católica que propaga esta devoción y cuyos estatutos han sido aprobados por la Santa Sede, indica que desde pequeño, el Padre Pío comenzó a tener visiones de su ángel guardián, Jesús y María. Su madre llegó a decir que él pensaba que todo el mundo podía verlo.
Algunas vez el Padre Pío escribió: “si la misión de nuestro Ángel Custodio es importante, la del mío es ciertamente más amplia, porque debe hacer también de maestro en la traducción de otras lenguas” (Carta I, 304).
Son muchos los milagros que se le atribuyen al Padre Pío y todavía sigue siendo un misterio para la ciencia su vida y obra después de su muerte.
Estigmas cuestionados por otros
El historiador Sergio Luzzatto, en su libro Padre Pio Miracoli e Politica Nell’Italia del Novecento, Luzzatto pone en duda la validez de la estigmata del Padre Pío.
La versión de Luzzatto se basa en el testimonio de una boticaria, María de Vito.
Cuenta, que De Vito viajó en 1919 a San Giovanni Rotondo, cerca de Foggia, en el sur de Italia y se pasó un mes con el monje, en un peregrinaje destinado a consolidar su admiración por un hombre que, para ella, representaba el sufrimiento mismo de Jesucristo.
«En vísperas de mi partida a Foggia, el Padre Pío y con gran secretismo me pidió que no le dijera nada a sus hermanos, y me entregó personalmente una botella vacía (…) para regresarla de Foggia a San Giovanni Rotondo con cuatro gramos de puro ácido carbólico», dice el documento.
«Él me dijo que el ácido era para desinfectar jeringas y también me pidió un calmante (llamado) valda».
Según la misma misiva, el mismo pedido se repitió un mes después, incluyendo cuatro gramos de un calmante llamado veratrine.
Al mismo tiempo, las dudas expresadas sobre la autenticidad de los estigmas del Padre Pío, son expresadas por muchos. Sin embargo, todo se mantiene en un misterio sin poder comprobar la veracidad de los hechos.
El largometraje ‘El Misterio del Padre Pío’
Este film recogió testimonios de 25 personas que afirman que el Padre Pío les cambió la vida.
Fue top 10 en los cines de España y de otros veinticinco países. Fue dirigida por el periodista José María Zavala.
Este largometraje se documentó de la obra y frutos del Padre Pío.
La devoción al Padre Pío ha crecido en España en los últimos años, gracias en parte a los libros de Zavala, y gracias también a los grupos de oración inspirados por el santo fraile y a las peregrinaciones que organizan a Italia, a su pueblo natal y al santuario de los capuchinos de San Giovanni Rotondo.
La película empieza mostrando rostros, las caras de los «renacidos», los que han visto su vida transformada por el Padre Pío.