EL VÍNCULO EMOCIONAL QUE TRASCIENDE ESPECIES

Estremecedoras imágenes de una perra escarbando entre unos escombros para rescatar a sus cachorros

Desde elefantas protectoras hasta perras que adoptan pollitos, la naturaleza nos muestra que el amor de madre va más allá de la biología

Si alguna vez has visto a una gata transportando cuidadosamente a sus gatitos por el pescuezo o a una elefanta protegiendo a su cría con su imponente cuerpo, sabrás que el amor maternal en el reino animal es tan poderoso como conmovedor.

Y es que, aunque durante décadas la ciencia ha sido reticente a atribuir emociones a los animales, cada vez hay más evidencias de que nuestros compañeros de planeta experimentan vínculos afectivos sorprendentemente similares a los nuestros.

Este vídeo, que se hizo viral, estremece.

La perra, al notar que sus cachorros estaban atrapados bajo los escombros de un casa que se había derrumbado, llora hasta llamar la atención de los rescatistas, que se acercarn a donde se produjo la emergencia guiados por la desesperada madre.

En las imágenes se puede ver como el rescatista retira las piedras mientras la perra comienza a escarbar desesperada  hasta que finalmente el hombre logra sacar con vida a sus dos cachorros.

Esta escena, que ocurrió en la India, lejos de ser una excepción, es solo uno de los muchos ejemplos del extraordinario instinto maternal que trasciende incluso las barreras entre especies.

El amor que no entiende de especies

El reino animal está lleno de ejemplos asombrosos de amor maternal. Las mamás elefante, por ejemplo, son verdaderas maestras en el arte de la crianza. Su instinto maternal es tan profundo que se refleja en cada aspecto de cómo protegen y educan a sus crías. La gestación de un elefante dura nada menos que dos años, y tras el nacimiento, la madre cargará con su cría durante un largo periodo, enseñándole todo lo necesario para sobrevivir en la sabana.

En el mundo marino, las orcas muestran un vínculo maternal tan intenso que pueden llevar a cabo un duelo prolongado tras la pérdida de sus crías. Este comportamiento, documentado por investigadores marinos, revela una profundidad emocional que antes se consideraba exclusiva de los humanos.

Incluso en especies que no asociamos tradicionalmente con comportamientos «maternales», como ciertos reptiles o insectos, existen sorprendentes ejemplos de cuidado parental. Algunas especies de arañas, por ejemplo, sacrifican literalmente su cuerpo para alimentar a sus crías recién nacidas.

¿Pueden los animales experimentar emociones como nosotros?

La ciencia moderna está derribando el muro que separaba supuestamente las emociones humanas de las animales. Según investigaciones recientes, compartimos sistemas químicos y neurobiológicos con otras especies, lo que explica por qué las emociones no son exclusivamente humanas.

Los expertos distinguen entre dos tipos de emociones: las primarias o automáticas, como el miedo o la tristeza, y las secundarias, más complejas y elaboradas, como los celos o el sentimiento de pertenencia. La evidencia científica actual sugiere que muchas especies animales no solo experimentan emociones primarias sino que también podrían ser capaces de sentir algunas emociones secundarias.

El sistema límbico, una parte del cerebro fundamental en el procesamiento de emociones, está presente en muchas especies animales, aunque con diferentes grados de complejidad. Esta similitud neurobiológica es uno de los argumentos más sólidos para afirmar que los animales experimentan emociones de forma similar a nosotros.

El perro: maestro en la comprensión emocional

Los perros merecen un capítulo aparte en esta historia. Un estudio comparativo reciente entre perros y cerdos, publicado en la revista Animal Behaviour, reveló algo fascinante: los perros muestran un alto grado de estrés y vocalización en respuesta al llanto humano, lo que sugiere que reconocen perfectamente el contenido emocional negativo de ese sonido.

Paula Pérez Fraga, de la Universidad de Budapest, afirma que «los perros son muy buenos captando el contenido emocional de nuestras vocalizaciones». Esta capacidad no es casual: los miles de años de convivencia cercana con los humanos han desarrollado en los perros una sensibilidad emocional extraordinaria, un fenómeno conocido como «contagio emocional».

Por el contrario, los cerdos, aunque también son animales inteligentes, no parecen percibir tan bien los matices emocionales humanos. Según Natalia Albuquerque, de la Universidad de Sao Paulo, «los cerdos pueden no identificar el llanto como una emoción negativa».

Esta diferencia subraya la importancia de la domesticación y la convivencia prolongada en el desarrollo de la comunicación emocional entre especies. Los perros no solo han aprendido a entendernos, sino que han evolucionado para sintonizar con nuestras emociones de una manera única en el reino animal.

El debate científico: ¿antropomorfismo o realidad?

A pesar de la creciente evidencia, el debate sobre las emociones animales sigue abierto. Los críticos sugieren que el antropomorfismo —la tendencia humana a atribuir características humanas a los animales— puede estar sesgando nuestras interpretaciones.

La dificultad para definir las emociones con precisión y determinar los requisitos cognitivos necesarios para experimentarlas complica aún más el debate. ¿Cómo podemos estar seguros de que lo que un animal siente es comparable a lo que nosotros sentimos?

Marc Bekoff, en su libro The Emotional Lives of Animals, recopila numerosos relatos de comportamientos animales que, según él, evidencian la capacidad de experimentar emociones complejas. Por ejemplo, describe cómo los cuervos muestran comportamientos de consuelo hacia otros cuervos que han sufrido un conflicto, lo que podría interpretarse como una forma de empatía.

Cuando el instinto maternal se convierte en emoción

El instinto maternal en los animales va más allá de la mera programación biológica para garantizar la supervivencia de la especie. Observaciones científicas muestran que muchas madres animales experimentan angustia cuando son separadas de sus crías o cuando estas sufren, lo que sugiere un vínculo emocional genuino.

Las gallinas domésticas, por ejemplo, muestran uno de los atributos esenciales de la empatía: la capacidad de verse afectadas por el estado emocional de sus polluelos angustiados y compartirlo. Este fenómeno, documentado en estudios científicos, demuestra que incluso en aves consideradas «simples» existe una sofisticada capacidad para el vínculo emocional.

En los mamíferos, este vínculo es aún más evidente. Las madres gato exhiben un amor incondicional hacia sus crías que se manifiesta en comportamientos de protección, enseñanza y cuidado. Incluso cuando sus gatitos crecen, muchas gatas mantienen un vínculo especial con ellos, reconociéndolos como parte de su familia.

Curiosidades sobre el amor maternal en el reino animal

  • Caballitos de mar: En esta especie, es el macho quien asume el papel «maternal». La hembra deposita los huevos en una bolsa especial del macho, donde son fertilizados y se desarrollan hasta el nacimiento.
  • Orangutanes: Las madres orangután mantienen un vínculo con sus crías durante más de siete años, uno de los periodos más largos de dependencia infantil en el reino animal después de los humanos.
  • Cocodrilos: A pesar de su reputación de depredadores implacables, las madres cocodrilo son extremadamente cuidadosas con sus crías. Transportan a los bebés recién nacidos en sus fauces —las mismas que pueden triturar huesos— con una delicadeza sorprendente.
  • Pulpos: Las madres pulpo pueden pasar hasta seis meses cuidando sus huevos sin alimentarse, llegando incluso a morir de inanición después de que sus crías nacen.
  • Cuervos: Estos inteligentes pájaros no solo cuidan de sus propias crías, sino que a veces «adoptan» a crías huérfanas de otros cuervos, demostrando una capacidad de altruismo que antes se consideraba exclusivamente humana.

El amor maternal en el reino animal nos recuerda que, aunque nuestros lenguajes sean diferentes, compartimos con muchas especies la capacidad fundamental de formar vínculos emocionales profundos. Ya sea una madre elefante protegiendo a su cría con su cuerpo, una gata enseñando a cazar a sus gatitos o una perrita acogiendo a un pollito huérfano, el instinto maternal trasciende las barreras biológicas y nos muestra que, en esencia, el amor es un lenguaje universal en la naturaleza.

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