Pocos sospechan que entre los seis y los doce años ocurre una de las etapas más fascinantes del desarrollo humano.
Mientras el foco de muchos estudios se concentra en la explosión de habilidades del bebé o en las turbulencias adolescentes, la llamada infancia media transcurre, en apariencia, con cierta calma.
Sin embargo, bajo esa superficie tranquila, el cerebro infantil vive una auténtica revolución que deja huella para toda la vida.
Durante este periodo, los niños no solo consolidan conocimientos académicos; están tejiendo, sin saberlo, los hilos fundamentales de su personalidad y su manera de relacionarse con el mundo.
Según recientes investigaciones en psicología evolutiva, es aquí donde se amplía el abanico emocional: aparecen sentimientos complejos como la vergüenza o la culpa y se aprende a reconocer matices emocionales en uno mismo y en los demás.
La fábrica de la identidad: cómo nos descubrimos
La etapa entre los 6 y 12 años es conocida por algunos expertos como “los años olvidados”, pero nada más lejos de la realidad. Durante estos años, cada niño comienza a preguntarse quién es y cuál es su lugar en el grupo. Es un proceso silencioso pero imparable: se desarrolla lo que los científicos llaman una teoría avanzada de la mente, es decir, la capacidad de entender que los demás tienen pensamientos, emociones y motivaciones propias.
Este avance permite a los niños salir del egocentrismo propio de etapas anteriores y ponerse en el lugar del otro. Por ejemplo, a partir de los nueve años, pueden comprender que un final puede ser feliz y triste a la vez—como ocurre con La Sirenita—y no solo blanco o negro.
La autoimagen cobra fuerza y se empieza a construir una identidad más sólida. Los grupos de amigos ganan protagonismo; ya no son solo compañeros de juego sino espejos donde mirarse e incluso modelos a seguir o evitar. Aquí también surge el reto de enfrentarse a la comparación social: el éxito o el fracaso ya no dependen únicamente del adulto sino que son evaluados por el propio grupo.
Cerebro: conexiones nuevas y superpoderes emocionales
En esta etapa se produce una intensa reorganización cerebral. Las conexiones neuronales que no se usan tienden a desaparecer (la famosa poda sináptica), mientras que las más útiles se fortalecen. Esto explica por qué es un periodo óptimo para aprender nuevos idiomas o desarrollar habilidades lógicas y abstractas.
Uno de los avances más sorprendentes tiene que ver con la regulación emocional. Si hasta ahora eran los adultos quienes ayudaban al niño a calmarse tras una rabieta o consolarle ante un disgusto, poco a poco son ellos mismos quienes aprenden estrategias para gestionar sus emociones: desde distraerse jugando hasta reinterpretar lo que les ha ocurrido para sentirse mejor.
Esta habilidad tiene nombre propio: reevaluación cognitiva. Consiste en cambiar nuestra interpretación de un hecho para modificar su impacto emocional. Por ejemplo, si un niño suspende un examen puede decidir verlo como una oportunidad para mejorar en vez de un desastre absoluto.
De la curiosidad científica al sentido moral
La infancia media también se caracteriza por un creciente interés hacia el funcionamiento del mundo. No es casualidad que surjan preguntas filosóficas o científicas inesperadas (“¿Por qué existe la gravedad?”, “¿Qué pasa cuando morimos?”). Este deseo de indagar está vinculado al desarrollo del pensamiento lógico y deductivo, lo que permite a los niños responsabilizarse cada vez más de sus actos.
Además, según teorías como la de Erik Erikson, esta etapa implica superar el reto psicosocial de “laboriosidad versus inferioridad”: sentirse capaz frente a nuevos desafíos o desarrollar inseguridad ante las comparaciones negativas con otros. El modo en que se resuelvan estos dilemas marcará su autoestima futura.
- Claves del desarrollo entre 6 y 12 años:
- Mayor capacidad para reflexionar sobre emociones propias y ajenas
- Consolidación del pensamiento lógico-abstracto
- Formación progresiva del sentido moral
- Creciente autonomía emocional
- Importancia del grupo de iguales como referente
Curiosidades científicas del cerebro infantil
El cerebro nunca deja de sorprendernos, pero durante esta etapa despliega algunas habilidades dignas de mención:
- Los niños pueden aprender hasta cinco veces más rápido un idioma nuevo entre los 6 y 12 años que durante la adolescencia.
- La materia gris—clave para funciones cognitivas superiores—alcanza uno de sus máximos picos hacia los 10 años en las niñas y poco después en los niños.
- La capacidad para detectar mentiras mejora notablemente: antes de los seis años creen casi todo lo que les dicen; después desarrollan cierto escepticismo natural (y alguna que otra triquiñuela para salirse con la suya).
- En culturas como la francesa, esta etapa se llama “la edad de la razón”, porque los niños adquieren suficiente madurez para distinguir entre lo correcto e incorrecto más allá del simple miedo al castigo.
- Algunos estudios han mostrado que practicar música o deportes durante estos años multiplica las conexiones neuronales implicadas tanto en el control motor como en la resolución creativa de problemas.
Anécdotas sorprendentes y datos para contar en sobremesa
- ¿Sabías que muchos inventores famosos—como Nikola Tesla—relataban recuerdos muy vivos y sensaciones intensas justo entre sus seis y doce años? Es posible que esa plasticidad cerebral fuera clave para su creatividad futura.
- En algunos colegios japoneses se fomenta deliberadamente el error durante esta etapa: equivocarse está bien visto porque es sinónimo de aprendizaje activo.
- Un estudio reciente demostró que contar historias con finales ambiguos ayuda a entrenar el pensamiento crítico… ¡y a evitar discusiones familiares sobre si Blancanieves debió quedarse con el príncipe!
- En experimentos sociales realizados con niños españoles e ingleses entre 8 y 10 años, se comprobó que pueden identificar emociones contradictorias en expresiones faciales mixtas antes incluso de saber explicarlas verbalmente.
- Por último: si alguna vez dudas sobre si tu hijo/a está aprendiendo algo útil mientras discute con sus amigos sobre reglas inventadas… ¡está entrenando su cerebro social al máximo nivel!
El cerebro infantil entre los seis y los doce años es un universo en expansión donde cada experiencia cuenta. Y aunque no siempre lo recordemos como adultos, esos “años olvidados” son quizá los más decisivos para convertirnos en quienes somos hoy.
