En Islandia, la naturaleza parece tener un sentido del espectáculo digno de las mejores producciones de Hollywood.
Y es que, después de casi 800 años de relativa calma, la península de Reykjanes, al suroeste del país, ha entrado en lo que los expertos ya califican como una nueva era eruptiva.
Desde 2021, esta región ha registrado nada menos que doce erupciones volcánicas, nueve de ellas solo desde diciembre de 2023, lo que ha puesto patas arriba la vida cotidiana y el paisaje islandés.
La localidad pesquera de Grindavik, con sus cerca de 4.000 habitantes, ha sido uno de los escenarios más afectados.
A finales de 2023, justo antes del primer gran brote volcánico en la zona, casi toda la población fue evacuada por precaución, transformando este apacible rincón en una especie de pueblo fantasma donde la lava y el humo han tomado el protagonismo.
La icónica Laguna Azul, uno de los balnearios geotermales más visitados del mundo, también ha tenido que cerrar sus puertas en repetidas ocasiones debido a las amenazas volcánicas.
¿Por qué ahora? El misterio del ciclo volcánico islandés
Lo más fascinante para geólogos y vulcanólogos es el porqué de este cambio tan drástico. Islandia se asienta sobre la Dorsal Mesoatlántica, una gigantesca grieta tectónica que separa las placas euroasiática y norteamericana. Esta ubicación convierte a la isla en uno de los lugares más activos sísmicamente del planeta: en condiciones normales, se produce una erupción cada cinco años aproximadamente. Sin embargo, lo que está sucediendo ahora rompe todos los esquemas.
Los científicos explican que durante siglos —concretamente desde el siglo XIII— la península de Reykjanes había permanecido inactiva. Pero todo cambió en 2021, cuando comenzó un periodo anómalo caracterizado por un “enjambre sísmico”: cientos de terremotos pequeños precedieron la apertura progresiva de grietas en el terreno, algunas con profundidades superiores a los 20 metros y longitudes cercanas al kilómetro. El magma encontró entonces nuevas rutas hacia la superficie y comenzaron las erupciones en cadena.
Esta fase podría no ser un simple episodio pasajero: algunos expertos sugieren que nos enfrentamos a un ciclo eruptivo que podría durar varios siglos, similar al registrado hace mil años, cuando hubo actividad casi constante durante aproximadamente 800 años. La naturaleza parece tener sus propios relojes geológicos… ¡y a veces decide sonar el despertador con fuegos artificiales!
Impacto social y turístico: entre el asombro y la incertidumbre
El renovado despertar volcánico ha tenido consecuencias inmediatas para los islandeses y sus visitantes:
- Evacuaciones masivas: Grindavik fue desalojada casi por completo en noviembre de 2023. La mayoría de las viviendas han pasado a ser propiedad del Estado y sus antiguos habitantes se han trasladado a otros puntos del país o simplemente han optado por rehacer su vida lejos del riesgo.
- Turismo bajo amenaza: Aunque las primeras erupciones recientes —en Fagradalsfjall— fueron apodadas como “erupciones turísticas” por su carácter predecible y seguro (permitiendo observar el fenómeno a escasos metros), el aumento y la imprevisibilidad actual han obligado a cerrar repetidamente enclaves turísticos emblemáticos como la Laguna Azul. Aun así, Islandia sigue recibiendo millones de visitantes atraídos precisamente por este despliegue natural único.
- Infraestructura bajo vigilancia: Por ahora no se han producido daños graves ni víctimas mortales gracias a la eficiente gestión islandesa, pero las carreteras cercanas han sido cortadas y se mantiene una estricta vigilancia sobre posibles emisiones tóxicas y flujos inesperados de lava.
Ciencia en tiempo real: cómo se vigilan los volcanes islandeses
La situación actual está permitiendo a los científicos estudiar “en directo” fenómenos geológicos que normalmente solo pueden analizarse retrospectivamente. Gracias a redes sísmicas avanzadas, satélites y sensores instalados por toda la península, los expertos monitorizan:
- Movimientos del magma: Analizan cómo se desplaza bajo tierra utilizando datos sísmicos y cambios en el campo magnético.
- Emisión de gases: Vigilan especialmente el dióxido de azufre, ya que puede afectar tanto al clima local como a la salud humana.
- Deformaciones del terreno: Los satélites detectan en tiempo real cualquier abombamiento o hundimiento asociado al ascenso del magma.
Esta vigilancia constante es clave para anticipar riesgos y garantizar evacuaciones eficaces antes de que ocurra cualquier desastre.
Curiosidades científicas para amantes del fuego (y del hielo)
Islandia nunca deja indiferente al visitante curioso ni al científico apasionado. Aquí van algunas anécdotas fascinantes sobre volcanes islandeses:
- La palabra “geyser” proviene precisamente del islandés “Geysir”, el nombre propio del primer géiser documentado científicamente… ¡otro regalo lingüístico del país!
- En 2010, otro volcán islandés —el impronunciable Eyjafjallajökull— paralizó el tráfico aéreo europeo durante días debido a su nube de cenizas. Desde entonces, muchos turistas practican su pronunciación como deporte nacional.
- Los islandeses están tan acostumbrados a convivir con estos fenómenos que han desarrollado todo un arte culinario basado en aprovechar las aguas termales: pan cocido bajo tierra o huevos hervidos con vapor geotermal son solo algunos ejemplos.
- Hay volcanes tan poco accesibles que solo pueden verse desde helicóptero o mediante drones; otros se han convertido en platós improvisados para películas y series internacionales.
- El suelo islandés es tan joven (en términos geológicos) que buena parte del territorio emergió hace apenas unos millones de años… ¡Un abrir y cerrar de ojos si pensamos en escalas cósmicas!
- Algunos cráteres extintos albergan lagos azul turquesa donde nadar resulta tan surrealista como refrescante (si uno soporta el frío polar).
Así pues, mientras los habitantes se adaptan —una vez más— al impredecible pulso telúrico bajo sus pies, Islandia nos recuerda lo viva que está nuestra Tierra… ¡y lo emocionante (y desafiante) que puede ser vivir sobre una auténtica fábrica natural de lava!
