CIENCIA Y SALUD: CONEXIONES INESPERADAS ENTRE MENTE Y CUERPO

El asombroso poder del cerebro: así anticipa la amenaza y activa el sistema inmunitario al ver cerca a una persona enferma

El cerebro no solo detecta peligros físicos, también reacciona ante la mera visión de enfermedades activando células inmunes

El asombroso poder del cerebro: así anticipa la amenaza y activa el sistema inmunitario al ver cerca a una persona enferma

Imagine pasear tranquilamente por la calle y, de pronto, ver a alguien con una tos evidente o una erupción cutánea llamativa.

Sin que usted lo sepa, su cerebro se pone en alerta máxima.

No solo activa mecanismos de vigilancia, sino que, según recientes investigaciones, despierta a las células inmunitarias, preparándolas para una posible batalla contra patógenos.

No es ciencia ficción ni paranoia: es neurobiología pura y dura, y acaba de ser confirmada por un estudio internacional que está dando mucho que hablar.

El hallazgo, digno de una novela de anticipación, demuestra que la mera visión de señales visibles de enfermedad en otras personas —aunque sea a través de una simulación en realidad virtual— basta para que el cerebro active el sistema inmunitario de forma preventiva.

Se trata de una respuesta rápida y sofisticada, como si el organismo dijera: “¡Atentos, que esto puede ser contagioso!”.

¿Cómo se descubrió este mecanismo? Un experimento de realidad virtual y ciencia de vanguardia

El estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature Neuroscience, reunió a 248 voluntarios sanos y los introdujo en escenarios de realidad virtual. Allí interactuaron con avatares humanos: algunos presentaban síntomas visibles de enfermedad, como tos o erupciones, y otros simplemente mostraban expresiones neutras o de miedo. Lo interesante es que, cuando los avatares “enfermos” se acercaban al espacio personal de los participantes, las áreas cerebrales vinculadas a la percepción de amenazas y la gestión del espacio personal se activaban intensamente.

A través de técnicas avanzadas de neuroimagen, como la resonancia magnética funcional y la electroencefalografía, los científicos observaron un fenómeno aún más sorprendente: el contacto virtual con la enfermedad desencadenaba la activación de la “red de prominencia” cerebral, encargada de evaluar la importancia de los estímulos y preparar respuestas rápidas. Paralelamente, los análisis sanguíneos detectaron un aumento en la actividad de las células linfoides innatas (ILC), que son la primera línea de defensa inmunitaria.

Este mecanismo, que podríamos calificar de “alerta anticipada”, es tan potente que la respuesta inmunitaria observada se asemeja a la generada por una vacuna contra la gripe real. El cerebro, en definitiva, no espera a que los patógenos crucen la frontera corporal: si detecta un posible peligro en el entorno social, se anticipa y activa el sistema inmunitario.

El cerebro, el sistema inmunitario y la salud mental: una conversación constante

Este descubrimiento se suma a una larga lista de evidencias que revelan la estrecha conexión entre el cerebro y el sistema inmunitario. No es solo cuestión de evitar infecciones: la interacción entre estos dos sistemas influye en nuestro estado de ánimo, la cognición e incluso en trastornos mentales como la depresión, la esquizofrenia o el Alzheimer.

Por ejemplo, se sabe que ciertas proteínas inmunitarias pueden atravesar la barrera hematoencefálica y alterar la actividad cerebral. Las citocinas, moléculas clave del sistema inmune, modulan neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, afectando directamente la motivación, el apetito y la sociabilidad. Tras una infección, muchas personas experimentan cambios de humor y comportamiento, lo que demuestra que la “conversación” entre cerebro e inmunidad es bidireccional.

Incluso en enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, se ha descubierto que algunas células inmunitarias pueden atacar por error el cerebro, promoviendo inflamación y muerte neuronal. Esto abre nuevas vías de tratamiento que van más allá de la neurociencia tradicional, incorporando la inmunología como protagonista.

¿Por qué ha evolucionado este sofisticado sistema de alerta?

Desde un punto de vista evolutivo, anticipar el peligro infeccioso tiene todo el sentido del mundo. Un animal (o un ser humano) que puede detectar y prepararse ante la simple presencia de síntomas de enfermedad en otros tiene mayores probabilidades de evitar el contagio y sobrevivir. Esta capacidad de “leer” las señales sociales de salud o enfermedad ha sido clave en la evolución de las especies sociales, como la nuestra.

La piel de gallina que sentimos ante alguien que tose cerca, o la tendencia a apartarnos de una persona con aspecto enfermo, no son solo instintos sociales o normas de cortesía: son manifestaciones de un mecanismo biológico profundamente arraigado.

Curiosidades científicas y anécdotas para alimentar la charla

  • El poder de la simulación: En el experimento, bastó con mostrar avatares virtuales para activar la respuesta inmunitaria de los voluntarios, sin contacto físico alguno. Quién diría que un videojuego podría entrenar nuestras defensas…
  • La red de prominencia cerebral se activa no solo ante amenazas infecciosas, sino también frente a estímulos emocionales intensos, como el miedo o la sorpresa. Es el “radar” interno que decide qué merece nuestra atención inmediata.
  • Las células linfoides innatas no solo luchan contra virus y bacterias: también participan en la vigilancia frente a tumores y en la reparación de tejidos dañados. Son auténticas “fuerzas especiales” del cuerpo.
  • En la antigua Roma, los médicos recomendaban evitar el contacto visual con personas enfermas, convencidos de que la enfermedad podía transmitirse por la mirada. No iban del todo desencaminados: aunque no se transmite la infección, sí se activa la respuesta inmunitaria.
  • El “comportamiento de enfermedad” (apatía, fiebre, pérdida de apetito) es una estrategia evolutiva: obliga al organismo a centrarse en la recuperación y evita la dispersión de la infección en la comunidad.
  • ¿Sabías que…? Algunos animales, como los chimpancés, evitan el contacto con miembros del grupo que muestran signos de enfermedad. El instinto de protección colectiva está más extendido de lo que pensamos.

En definitiva, la próxima vez que vea a alguien con síntomas de gripe en el metro, recuerde: su cerebro no solo está procesando la información, sino que podría estar movilizando a todo un ejército celular en previsión de la batalla. Y, aunque no lo note, su sistema inmunitario ya está en “modo alerta máxima”. Quién iba a decir que la ciencia acabaría dándole la razón a nuestras abuelas, cuando advertían: “¡No te acerques, que te vas a contagiar!”

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Autor

Manuel Trujillo

Periodista apasionado por todo lo que le rodea es, informativamente, un todoterreno

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