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GLOBO ESTRATOSFÉRICO REVOLUCIONA LA EXPLORACIÓN

De la Vuelta al Mundo en 80 días con Julio Verne a hacerlo en 16 con la NASA

Un globo de superpresión de la NASA completa una circunnavegación global en solo 16 días, abriendo nuevas fronteras en la investigación atmosférica

Periodista Digital 26 Sep 2025 - 10:11 CET
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Como bien diría Julio Verne: “todo lo que una persona puede imaginar lo pueden hacer realidad otros”.

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha sentido una profunda atracción por explorar el mundo. Desde las narraciones de Verne hasta los hitos alcanzados por la aviación contemporánea, dar la vuelta al planeta ha simbolizado ingenio y aventura. En este contexto, la NASA ha dado un paso adelante tanto técnico como conceptual: su globo estratosférico de superpresión ha logrado circunnavegar la Tierra en tan solo 16 días. Esta hazaña redefine los límites de la exploración atmosférica y aeronáutica.

Este increíble avance tecnológico, concebido para investigaciones científicas avanzadas, fue lanzado desde Wanaka, Nueva Zelanda, aprovechando las corrientes estratosféricas que recorren nuestro planeta. Con un tamaño comparable al de una cancha de fútbol, su diseño le permite mantenerse a unos 33 kilómetros de altura, donde la atmósfera es tan tenue que las condiciones extremas y la radiación solar facilitan experimentos que serían inviables a nivel del suelo.

La clave radica en la tecnología de superpresión. A diferencia de los globos tradicionales, estos mantienen una presión interna mayor que la externa, lo que les permite conservar una altitud constante durante largos periodos sin que el globo se expanda o se contraiga debido a los cambios térmicos del día y la noche. En términos de investigación, esto se asemeja a pasar de un coche de rally a un tren de alta velocidad: más estable y predecible, y sobre todo, capaz de recoger datos continuos y precisos.

Durante su travesía, el globo transportó una góndola repleta de instrumentos científicos para medir variables como la composición atmosférica, los niveles de radiación y la presencia de aerosoles. Estos datos son fundamentales para comprender mejor el clima, así como para estudiar la dinámica de las capas superiores de la atmósfera y los efectos del cambio climático a nivel global.

Viento, ciencia y logística: cómo se logra una vuelta al mundo sin motor

Aunque pueda parecer que el globo navega sin rumbo fijo, su trayecto está meticulosamente planificado. Los ingenieros de la NASA analizan las corrientes de viento estratosféricas, que funcionan como autopistas invisibles para estos vehículos. La elección del lanzamiento en Nueva Zelanda no fue casual: las condiciones atmosféricas en esta región permiten aprovechar dichas corrientes para circunnavegar el planeta, evitando zonas pobladas y garantizando un aterrizaje seguro.

Impulsado por estos vientos, el globo mantuvo su rumbo durante 16 días. Curiosamente, en ocasiones anteriores otros globos de la NASA han aterrizado en Argentina, específicamente en áreas despobladas de Chubut, debido a los patrones atmosféricos que arrastran estos artefactos hacia el hemisferio sur.

No todo depende únicamente de ingenieros y científicos; la NASA ha abierto las puertas a la ciencia ciudadana en muchos proyectos. Desde clasificar nubes hasta observar fenómenos atmosféricos, cualquier persona con un móvil o un ordenador puede contribuir a recopilar y analizar datos. Así, esta exploración global se convierte en una empresa colectiva donde millones de voluntarios ayudan a desentrañar los secretos del clima y la atmósfera.

Innovación técnica: ¿por qué importa el éxito del globo de superpresión?

La capacidad para mantener instrumentos científicos a gran altura durante semanas abre nuevas oportunidades en diversos campos como la observación de fenómenos astronómicos sin interferencias procedentes de las capas bajas de la atmósfera; el estudio de partículas y radiación cósmica, únicamente detectables desde esas altitudes; realizar pruebas previas para instrumentación aeroespacial antes del lanzamiento al espacio o el monitoreo global de contaminantes y aerosoles, crucial para modelos climáticos.

Además, estos vuelos permiten reunir datos que mejoran no solo la seguridad aeronáutica sino también ayudan a desarrollar nuevas tecnologías relacionadas con navegación y comunicación.

Completar una vuelta al mundo en 16 días no es solo un récord; es una prueba palpable del potencial que tienen los globos de superpresión para llevar a cabo misiones prolongadas con estabilidad y seguridad. Esto representa una opción económica y versátil frente a los satélites tradicionales que requieren lanzamientos costosos y tienen limitaciones operativas. Los globos pueden recuperarse, reparar sus instrumentos y ser lanzados nuevamente; esto reduce costes y acelera el progreso científico.

La experiencia adquirida durante estos vuelos también estimula innovaciones en instrumentación científica, abarcando desde sensores avanzados hasta sistemas autónomos para navegación y comunicación; muchos serán puestos a prueba en futuras misiones hacia Marte y otros planetas.

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