Marina dice que EpC «ha descarrilado» y «va a servir para muy poco»

(PD/Agencias).- El filósofo José Antonio Marina, pedagogo eminente y a quien Zapatero citó sin nombrar en el Debate del estado de la Nación cuando fustigó a Rajo a propósito de Educación para la Ciudadanía, advirtió siete días antes de que la asignatura «ha descarrilado» antes de impartirse.

Marina, hombre ecuánime y brillante como pocos, añadió que «ahora es el momento de pedir cuentas y aclarar de quién ha sido la culpa».

Las palabras del autor del libro de texto de SM cogieron desprevenidos a sus anfitriones en un curso de verano de la Universidad Complutense, inaugurado por la ministra Mercedes Cabrera y en el que participaron Gregorio Peces-Barba, o la ex senadora socialista y profesora de Ética, Adela Cortina.

En su interevención, Marina advirtió de que el grado de «politización» que se está alcanzando en la asignatura Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos está «destruyendo» la materia incluso antes de comenzar a impartirse, el próximo año.

Lamentó así que ésta «ya esté sometida a una especie de amenaza» por la «belicosidad» de las críticas, al tiempo que pidió responsabilidad al poder político para enfrentarse a un «debate serio» y no a un «quién gana».

Advirtió que, desde hoy, «hay que empezar a pedir cuentas» a los representantes políticos: «Esta belicosidad en la crítica de la asignatura hace que, aunque quede, ya va a servir para muy poco, ¿y quién ha tenido la culpa?», se preguntó. A su entender, aunque la asignatura continúe tras las elecciones de 2008, ya está sometida «a una especie de amenaza».

Ante el supuesto de que el PP retirara de las escuelas la asignatura si resultara ganador en los comicios de próximo año, Marina lamentó que esto es hacer con la educación un «tío vivo». «Lo hizo mal el PSOE al cambiar la ley, ¿y lo va a hacer mal el PP al cambiar la ley?. No se puede estar cambiando una ley cada cuatro años, esto paraliza la educación, desmoviliza a la gente y produce un sentimiento de qué están haciendo con nosotros», se quejó.

A su juicio, hoy España «necesita una profunda educación ética para los alumnos» porque los adultos hoy «no podemos resolver sus problemas».

«Lo que tenemos que hacer es proporcionarles los recursos intelectuales, afectivos y éticos necesarios para que cuando pasen a la fase adulta tengan capacidad para enfrentarse seriamente a los problemas», indicó. Consideró además que en una sociedad tan individualista necesitamos «recuperar la conciencia de que vivimos en sociedad».

Argumentó que «sólo hay que mirar cómo está la calle» y los problemas sociales a los que se enfrenta la nueva generación: la droga, la violencia, el fracaso escolar y la falta de civismo, entre otros. «Si a esto le unes el sentimiento de que todo vale, el que no crean que tengan que dar explicaciones por sus actos, el desinterés por la política y el que se estén acostumbrando a la corrupción como forma de vida, yo creo que es absolutamente imprescindible la asignatura en las escuelas», afirmó.

VALORES UNIVERSALES

Respecto a si la educación en valores que enseña la asignatura no los imparte ya la familia, Marina respondió tajante: «Me parece estupendo que la den los padres, pero la escuela está teniendo que hacerse cargo de cosas que las familias no hacen». Matizó en este punto que «hay una educación que corresponde al sistema educativo, la que se refiere a los valores éticos fundamentales en un Estado de Derecho y una sociedad democrática».

«Esos son valores universales que el Estado tiene la obligación de transmitir, fomentar y vigilar porque son los valores fundamentales de nuestra conviviencia», afirmó Marina, quien indicó que dichos valores son los recogidos en la Constitución y en la Carta de Derechos Humanos. «Se está dando la impresión de que aquí cada uno va a soltar su rollito moral –se quejó–, pero la asignatura se llama Eduacación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos y el marco son los derechos humanos».

Dicho esto, Marina enfatizó que «la amenaza» no está en la asignatura sino en que los chicos de hoy «no tengan una educación». Se refirió así a las críticas desde la Iglesia católica, de las que reconoció «no entender» su razonamiento. «No tienen justificación ninguna porque, primero, esto no es una injerencia en los derechos de los padres, sino un derecho paralelo», agregó al tiempo que indicó que éste último es «secundario» a otro más fundamental: «El derecho de los hijos a ser bien educados».

En este sentido, recalcó que las nuevas generaciones deben «reconocer, aceptar y cumplir» los valores éticos y fundamentales de la convivencia en democracia, lo que, a su entender, «no se puede dejarse a la buena intención de los padres». «¿Quién enseña el lenguaje a los hijos?, los padres, y entonces ¿no vamos a enseñar gramática en las escuelas?», argumentó. A su enteder, dichas críticas sólo «ahondan» en la brecha entre las familias y la escuela, algo, a su juicio, «muy grave», porque los profesores «no son los enemigos de las familias».

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