La pesadilla de las galescolas

(PD/Agencias).- Han perdido el sentido común. Este lunes comienzan a funcionar en Galicia las galescolas, la nueva red de guarderías públicas que ha implantado el bipartito que integran el Partido Socialista y el BNG. Allí, en esos reductos de la «pureza», se hablará a los niños y se impartirá todo el material didáctico exclusivamente en gallego.

Si el asunto tuviera que ver sólo con el idioma, el asunto tendría un pase, aunque muchos pensemos que eso, a la larga, contribuirá a estancar Galicia, haciéndola cada vez más parroquiana y menos cosmopolita.

Pasa ya en Santiago de Compostela, que podría haber sido un foco del saber, como los son Harvard, Oxford o Stanford y que va camino de reducirse a una Universidad pueblerina, preciosa en su continente y cateta en su contenido. Una Universidad a la que serán pocos los pensadores, creadores y líderes que acudan, porque el gallego se ha convertido en lengua vehícular.

Lo que la Xunta, apoyado con costosas campañas de difusión del gallego, presenta como medidas para equipararlas dos lenguas oficiales existentes en Galicia, no es otra cosa que un intento camuflado por erradicar el castellano del espacio público.

El drama, el peligro de las galescolas es que es -aunque parezca mentira tratándose de niños de 0 a 3 años- una operación ideológica.

El pasado 18 de agosto, el nacionalista Anxo Quintana, vicepresidente del Gobierno autonómico, afirmó que los niños saldrían de estos nuevos centros conociendo el himno gallego, letra y melodía, pues «es un lenguaje que agita el despertar de Galicia como nación».

Sin embargo, lo que hacen en realidad las rimas del himno es llamar a la resistencia contra el invasor y decir que quienes no entienden el gallego son «crueles» o «imbéciles».

Este objetivo demuestra el delirio del BNG y su afán por adoctrinar a los niños en el odio a lo español cuando apenas saben andar.

Pese a que los socialistas reaccionaron de forma tibia restándo importancia a la idea de Quintana, a día de hoy ningún nacionalista se ha retractado de la pretensión y son ellos los que controlan estos centros.

Con himno o sin himno, el plan de las galescolas es bien emblemático del proyecto de inmersión lingüística inspirado en Cataluña o el País Vasco que siempre ha deseado el BNG y que ahora implanta el PSOE.

El pasado mes de julio, ambos aprobaron un nuevo decreto lingüístico que establece que en Primaria y ESO se impartirá un mínimo del 50% de las clases en gallego -sin establecer un máximo- y será obligatorio enseñar en la lengua autonómica las materias troncales, relegando el castellano a las popularmente denominadas marías: Gimnasia, Plástica o Música.

Se da además la paradoja de que en Galicia, al contrario de lo que aún ocurre en Euskadi, no hay tres modelos educativos para elegir, de manera que este sistema de inmersión lingüística es obligatorio para todos los alumnos.

El plan, como es evidente, no responde a la realidad bilingüe de Galicia ni tampoco al programa electoral del PSOE, y de ahí que ya haya surgido una reacción ciudadana que en menos de mes y medio ha reunido 20.438 firmas en defensa de su derecho constitucional a elegir.

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