Pasar de curso con cuatro suspensos

(PD/Agencia EFE).-«Hey, Teacher, leave those kids alone!». Sonaba de fondo Pink Floyd cuando la ministra Mercedes Cabrera anunciaba la polémica decisión de dejar pasar de curso a alumnos que sumen 4 suspensos. El mensaje es simple: como el Gobierno no puede evitar el fracaso escolar, se rebaja la exigencia adoptando la educación a las exigencias del alumno, cuando el sentido común indica que debería ser al revés. Otro ladrillo en la pared.

Cabrera enfrenta unas estadísticas preocupantes en lo que concierne al fracaso escolar y decide abordar el problema -léase, mejorar las estadísticas- premiando a los peores. Con esta medida teñida de lo peor del pensamiento progre, se confunde exigencia con represión, abonando el camino al desastre.

La ministra de Educación anunció ayer en el Congreso una reforma del Bachillerato para flexibilizar el nivel de exigencia en la etapa escolar inmediatamente previa a la Universidad.

Hasta ahora, los estudiantes tenían que repetir el con más de dos asignaturas suspensas. En España hay dos años de bachillerato, pero con el sistema que propone el Ministerio, se convertirán en tres o en cuatro, que es el tope más allá del que ya no se podrá repetir.

La ministra justificó esta reforma por la necesidad de «hacer más atractiva» la educación para los jóvenes y combatir el fracaso escolar que en España alcanza «cotas insostenibles».

Según Cabrera, el abandono de la escuela se sitúa en nuestro país en el 29,9% de los alumnos que no siguen estudiando después de la secundaria obligatoria, por lo que estamos lejos de cumplir los objetivos de la UE fijados en Lisboa.

Lejos de corregir errores anteriores producto de leyes grandilocuentes y sin contenido, el Gobierno está dispuesto a persistir en la equivocación, con una reforma que va en la dirección contraria a las necesidades del sistema educativo español.

«Si un alumno consigue superar varias asignaturas en un curso -dijo la ministra- ¿es lógico penalizarle obligándole a repetirlo completo? Eso es una invitación al abandono». Es lo contrario: es una invitación a la relajación, transmitiendo el mensaje de que aquí los únicos culpables son los docentes. «Otro ladrillo en la pared», como cantaba Pink Floyd.

El planteamiento no puede ser más equivocado. La obligación de repetir curso con suspensos es una invitación al estudio y al esfuerzo. Por el contrario, el mensaje que lanza el Ministerio a los alumnos con esta reforma no puede ser más letal para la Educación: no os preocupéis que podéis suspender hasta cuatro y no repetiréis curso.

Incluso si las cuatro son Matemáticas, Lengua, Inglés e Historia. La reforma será un auténtico torpedo a la cultura del esfuerzo y el Gobierno haría bien en pensárselo dos veces antes de ponerla en marcha.

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