La sonrisa engañosa de ZP no sirve para arreglar la educación

(PD).- El optimismo infantil del que hace gala el presidente del Gobierno roza el paroxismo en materia educativa. Según ZP, la educación española está a la altura de las Dinamarca o Noruega, y su ministra le ha secundado. Un Gobierno que ha centrado su esfuerzo educativo en imponer una dudosa asignatura como es Educación para la Ciudadanía. Un ZP que ha dejado a las escuelas a los pies de los caballos.

A toda prisa modificaron las leyes educativas del PP. Y, ahora, repentinamente el Partido Socialista descubre los encantos de la estabilidad en esta materia y venden ahora que, en el caso de ganar de nuevo las elecciones, no habrá nuevas leyes ni cambio de planes.

Según Zapatero y su escudera ministra España va viento en popa en educación y no necesita un viraje severo ni nada por el estilo. Todo esto, claro, ignorando el demoledor informe PISA y otros documentos similares que nos sitúan en el furgón de cola en Europa y en el mundo.

Todo el programa electoral del PSOE en el ámbito educativo queda reducido a unas cuantas promesas genéricas, incluyendo algunas -como las 300.000 plazas de guardería para niños hasta los tres años- que ya figuraban entre los compromisos de 2004 y que, como es evidente, no se han cumplido.

No sólo ZP osa decir que la educación en España goza de una salud envidiable, sino que, además, achaca los fachos que se le pueda encontrar a los padres y a los gobiernos anteriores.

Además de absurdo, no deja de ser contradictorio, puesto que ahora dice que nuestros adolescentes y jóvenes no tienen que envidiar a nadie en Matemáticas, Lectura o Ciencias. Sin embargo, es curioso que el PSOE se sienta obligado a incluir entre sus compromisos para la próxima legislatura el refuerzo de la disciplina y del respeto en las aulas, una forma indirecta de reconocer que las cosas van por muy mal camino en un terreno decisivo para la convivencia escolar.

Lo cierto es que el sistema educativo español ofrece graves deficiencias en muchos aspectos esenciales, incluido el carácter heterogéneo de las enseñanzas básicas en las diferentes comunidades autónomas.

Y así se ha desperdiciado también esta legislatura en esta determinante materia. Eso sí. El Gobierno de Zapatero ha centrado todos los esfuerzos en imponer una asignatura de Educación para la Ciudadanía que crea discordias en muchos colegios y que poco puede aportar para mejorar el nivel de los alumnos.

Un magnífico tiempo perdido.

Magnífica columan sobre esta materia la de este martes en el diario ABC de Manuel Martín Ferrand:

Aunque el mal viene de lejos, que hasta las catástrofes tienen su trámite, ha sido el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, a medias entre María Jesús San Segundo y Mercedes Cabrera, el que, tras un proceso degenerativo de dos o tres décadas, ha cuajado el más deplorable momento de la educación en España. No hay fracaso que no pueda ser engrandecido, pero le costará mucho trabajo a los sucesores de Cabrera batir la marca en donde ella la dejó. Aun así, con esa inmensa capacidad que adorna al líder socialista para aparentar que nunca rompió un plato, Zapatero se ha permitido comparar nuestro nivel de enseñanza con el de Dinamarca o Noruega.

Sigue Ferrand:

Cuando, como evidencia Zapatero, se pierde la capacidad autocrítica es que hemos llegado a un final de trayecto. Ya no hay retroceso posible en la voluntariosa marcha nacional hacia la ignorancia colectiva. Tampoco en el PP se rasgan las vestiduras ante tan perniciosa calamidad y sólo cabe esperar que, gracias a la inercia vital y a la memoria de la especie, nuestros nietos no terminen rebuznando como método para la comunicación y el entendimiento. En previsión de que fracase el instinto, las televisiones, todas, ya emiten programas en esos códigos de cultura y lenguaje.

Para concluir:

Ese método -el «método Zapatero»- de ignorar los problemas, hablar de otra cosa y disimular con una sonrisa pasmada y bobalicona no sirve para enmendar ningún entuerto; pero, por lo que llevamos visto, produce réditos electorales. Hemos entrado, y nunca mejor dicho, en la resignación del conejo. En la parálisis intelectual. La crítica parece grosera y crispadora; el análisis, pretencioso e inconformista; las propuestas alternativas, impropias y ambiciosas… Eso se termina pagando caro.

El «método Zapatero», la sonrisa engañosa, tampoco sirve para la enseñanza.

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