Profesores universitarios alertan del aumento de las faltas de ortografía

(PD).- Aseguran que el problema es generalizado durante los primeros años y lo achacan a la falta de lectura y al lenguaje abreviado de los mensajes de móvil. El mal uso de las tildes, de la ‘g’ y la ‘j’ o de la ‘b’ y la ‘v’ está presente entre estudiantes de todas las carreras, pero sobre todo en las de Ciencias.

Escribe Pilar R. Quirós en Sur que la Universidad de Málaga está en época de exámenes, momento en el que sus profesores corrigen decenas de trabajos de sus alumnos.

Todos ellos escritos a mano. A la hora de la verdad no se puede copiar de Internet. Está el papel en blanco, la pregunta y el tema que hay desarrollar.

Los docentes son los que conocen de primera mano las carencias de sus alumnos y durante los últimos años están detectando una que crece a pasos agigantados: las faltas de ortografía. La sensación es generalizada entre los profesores, sobre todo en los primeros cursos.

Este periódico lo ha podido confirmar con una decena de docentes de carreras de letras y ciencias.

En general, los estudiantes obvian ya por sistema las tildes o acentos y también se ve un aumento preocupante de confusiones entre ‘b’ y ‘v’, ‘j’ y ‘g’ y también la omisión de la ‘h’ o su colocación en lugares donde no es correcto.

El problema es más acuciante en Ciencias, donde algunos profesores han comentado que el 50% de los alumnos cometen faltas de ortografía habitualmente, aunque también subrayan, como en el caso del catedrático de Biología Vegetal, Baltasar Cabezudo, que hay un porcentaje de un 25% que no las comete nunca y otro 25% que sólo lo hace ocasionalmente.

Eso sí, Cabezudo al igual que Damián Ruiz-Sinoga, profesor titular de Geografía Física, aseguran que este problema es cada vez más común y lo achacan, al igual que la mayoría de los docentes consultados a la falta de lectura generalizada y al uso de los mensajes SMS abreviados de móvil del tipo ‘Yamame’, ‘muxos’, ‘aver’.

En cuanto a las tildes o acentos, la decena de profesores preguntados aseguran que es muy normal que las obvien por sistema. «En raras ocasiones las ponen, pero eso es algo común que pasa ya desde hace tiempo», según indicó Ruiz-Sinoga.

En la Escuela Superior de Ingeniería Industrial se dieron cuenta de que en los exámenes empezaban a usar el mismo lenguaje de los mensajes SMS «una cosa que hemos cortado de raíz», según manifestó a este periódico el subdirector, Antonio Ureña.

El catedrático de Zoología, José Enrique García Raso, subraya que las faltas de ortografía son algo más generalizado en los primeros años, pero que, afortunadamente, en los cursos superiores suelen limar mucho este aspecto.

«Cuando encuentro una falta de ortografía garrafal, la marco con un bolígrafo rojo y luego se la enseño al alumno en cuestión. Hay que decírselo, si no no lo pueden corregir».

Relajar el baremo

En el caso de la Facultad de Periodismo, en la que da clases el profesor titular de Redacción Periodística, Teodoro León Gross, han tenido que relajar el baremo en cuestiones ortográficas: antes los alumnos no podían entregar los exámenes con más de dos faltas de ortografía y en la actualidad han abierto la mano hasta cuatro. Seguramente, una medida de gracia para no hacer grandes cribas entre los alumnos.

El profesor del Departamento de Física Aplicada de la Facultad de Ciencias Carlos Criado, que también da clases a alumnos de Matemáticas, es bastante pesimista en este aspecto y asegura que el nivel ha bajado de forma alarmante. Criado asegura: «Ahora tengo clases en tercero de Matemáticas, donde hay alumnos que tienen menos nivel en ortografía y en otras cuestiones que estudiantes a los que yo daba clase hace años en COU». Criado coincide con el profesor de instituto y representante de la Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía (APIA), Gonzalo Guijarro, que indica que buena parte de la culpa la tiene la promoción automática, es decir que los chicos pasen de curso cuando estudian Primaria y Secundaria aunque no hayan aprobado las asignaturas. «No se premia el esfuerzo, les da igual estudiar o no porque de todas formas van a pasar», subraya Guijarro. Con gran preocupación, Guijarro manifiesta que entre los alumnos de Secundaria se están produciendo «analfabetos funcionales, que pasan de un curso a otro sin haber aprendido los conceptos necesarios».

Informe PISA

De hecho, el último informe PISA, que hace una radiografía de la educación andaluza, la española y otros países de la OCDE, indica que la comunidad andaluza es la única que está por debajo de la media del país en asignaturas clave como Lengua, Matemáticas o Ciencias. Por su parte, el nuevo consejero de Educación, Sebastián Cano, quita hierro a este asunto y asegura que no es tan grave que tengan faltas de ortografía, que lo realmente importante es que «el alumno que termine la Secundaria obligatoria domine las competencias básicas que le permitan desenvolverse en la sociedad».

Pero volviendo a la Universidad, hay otros profesores que también se quejan de la falta de precisión en la escritura así como en el desarrollo del lenguaje como el profesor titular de Historia Contemporánea, Fernando Arcas, que da clases en las facultades de Historia y Periodismo. También está preocupado por las faltas de ortografía, ya que pueden inducir a un alumno a suspender: «Obviamente, si un examen es regular y tiene faltas de ortografía suspende por este motivo, pero si es excelente y tiene alguna falta que se le ha escapado no influye», subraya. No obstante para Arcas, los déficits más graves son los de redacción y expresión.

Para el vicerrector de Estudiantes, Juan Antonio Perles, el problema fundamental es que los alumnos hoy día leen muy poco y el uso de esos mensajes SMS en los que se cambia ‘k’ por ‘q’, ‘b’ por ‘v’, ‘y’ por ‘ll’, entre otros, no ayudan a que los jóvenes puedan recordar, por haberlo visto anteriormente, cómo se escriben las palabras. «Si metemos todo esto en una coctelera, vemos que el resultado son las faltas de ortografía, que personalmente creo que se deberían de corregir incentivando la lectura e intentando que los adolescentes vean menos la televisión», matiza.

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