Bolonia sólo genera «mileuristas»

PD.- Una de las voces más lúcidas contra el Espacio Europeo de la Educación Superior es la de José María Prieto Zamora, catedrático de psicología industrial de la Complutense, según el cual «el modelo de competencias sólo genera ‘mileuristas’ y empleados de ‘quita y pon‘»

Por su elevado interés, en un momento en que los estudiantes salen a la calle y convocan encierros contra el proceso de Bolonia y el modelo de competencias, transcribimos la entrevista publicada en Campus el 18 de Abril de 2007.

«La filosofía de Bolonia no fomenta que el alumno juegue y se divierta con lo que hace. Y sin embargo, «sólo el estudiante que juega es capaz de inventar algo». Sentencias como esta y un convincente discurso plagado de ejemplos y erudición han convertido a José María Prieto Zamora, catedrático de Psicología Industrial de la Complutense, en una de las voces más lúcidas contra el Espacio Europeo de la Educación Superior.

Pregunta.- Todo el mundo considera que el Espacio Europeo es la gran oportunidad para la Universidad española, ¿está de acuerdo?

Respuesta.- No. Primero, porque en el Reino Unido, los países escandinavos y Alemania han preferido apostar por un modelo que les convenza aunque después tengan que ajustarlo para homologarse. Segundo, porque el Proceso de Bolonia está construido sobre un modelo de escuela de negocios centrado en el aprendizaje de competencias, habilidades y destrezas, una filosofía obsoleta que ya ni siquiera se aplica en las empresas.

P.- ¿Hay alternativas?

R.- Cuatro modelos tradicionales siguen vigentes. El de la Universidad napoleónica, que pretendía formar a empollones que se preparan para ser funcionarios del Estado, es el que ha funcionado en España por las peculiaridades de nuestra historia desde el siglo XIX.

El de la Universidad americana es el del pragmatismo, que forma a titulados superiores que resuelvan problemas aquí y ahora. Este tipo de enseñanza no ha funcionado en España porque el pragmatismo está mal visto. El tercer modelo es el de Alemania, los Países Escandinavos y Holanda, y se plantea como reto ir por delante en ciencia y tecnología y fijar estándares a cinco o diez años vista, lo que permite a sus titulados superiores generar valor añadido y ser imitados por los demás. Finalmente, el modelo de Cambridge y Oxford es el de la erudición, lo que permite a sus titulados elaborar las síntesis más completas.

P.- Sin embargo, los defensores del modelo de competencias alegan que prepara mejor a los titulados para las demandas de la empresa.

R.- Yo suelo distinguir entre tres tipos de empresas dependiendo del tipo de titulados que buscan. Las que apuestan por la innovación (el 5% del total) buscan titulados brillantes que vayan por delante de los acontecimientos y asumen que tendrán que pagarles sueldos por encima de los 3.000 euros. Las que apuestan por la calidad (en torno al 15%) quieren titulados con error cero para que todo funcione con la mayor eficiencia. Eso tiene un sueldo próximo a los 2.000 euros. Son empresas vinculadas a ingenierías, politécnicas, recursos humanos… Por último, están las que buscan el ‘bueno, bonito y barato’ (entre el 50 y el 60% de las empresas), que buscan profesionales formados en competencias, a los que pagan sueldos a la baja.

P.- ¿Quiere decir que con ese modelo sólo se ofrece ‘carne de cañón’ para las empresas?

R.- El modelo de competencias sólo forma a mileuristas y empleados de quita y pon. Con él jamás tendremos titulados innovadores.

P.- ¿Qué consecuencias puede tener apostar por esta filosofía?

R.- Hace que prevalezca el regateo a corto plazo y se penaliza el análisis a largo plazo. Por ejemplo, con ese modelo, George Boole no habría podido desarrolar su sistema lógico, que años después se ha convertido en una herramienta fundamental para los documentalistas. Hay que potenciar que la gente se dedique mucho tiempo a algo para que obtenga resultados.

P.- ¿Encuentra algún otro inconveniente en la convergencia?

R.- Sí, que no establecen el bilingüismo como requisito mínimo dentro de la Universidad española. No podemos construir Europa sin titulados superiores bilingües, sea cual sea el idioma elegido. Por ejemplo, porque las tesis doctorales deberían redactarse en algún idioma que les permitiera tener visibilidad. O logran que el estándar sea bilingüe o que se dejen de pamplinas con la convergencia.

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