La Educación, el punto mas débil y la desinformación, una cortina de humo.

(PD).- Entre las voces lúcidas contra Bolonia hoy traemos la de Enric Colet, cuyo artículo transcribimos a continuación.
La desinformación sobre Bolonia es el primer efecto de la nefasta gestión de las administraciones públicas española y catalana en la construcción del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). La educación, toda la educación, es uno de los puntos más débiles de nuestra sociedad. Aunque el debate social se centre en la educación secundaria, donde hemos creado una debacle sin paliativos, también la educación terciaria, universitaria y profesional, tiene un nivel de calidad que deja mucho que desear. Todos los estudios internacionales recientes están lanzando alarmas sobre nuestras universidades y nuestro sistema universitario, en su conjunto.

Cuando uno lee y ve lo que los alumnos universitarios manifiestan en contra de Bolonia, observa la absoluta desinformación que estos alumnos tienen de la construcción del sistema universitario europeo. Y si preguntamos a cualquier alumno de la universidad, incluso a los que no se manifiestan, veremos que esta falta de conocimiento es generalizada.

Pero la situación es más grave: demasiados profesores universitarios tienen, sobre el EEES, el mismo desconocimiento que sus alumnos. Por lo tanto, ni los profesores pueden aclarar las ideas a los alumnos ni están preparados, en general, para llevar a la práctica los cambios que exige el proceso de Bolonia. Y ya no digamos la opinión pública: los licenciados y diplomados no suelen conocer el cambio que implica para las titulaciones, mientras que los empresarios y los futuros empleadores tampoco lo tienen muy claro.
A estas alturas, y ante el compromiso de que en el 2010 se haya implantado el EEES, cuando somos uno de los países de Europa más retrasados en su puesta en marcha, este nivel de desconocimiento demuestra hasta qué punto el liderazgo político sobre la universidad y la sociedad ha fracasado. Pero la desinformación no es una casualidad; es fruto de la incapacidad política para dirigir un proceso complejo y estratégico para nuestro futuro.
En primer lugar, hemos de ser conscientes de que la educación, toda la educación, es uno de los puntos más débiles de nuestra sociedad. Aunque el debate social se centre en la educación secundaria, donde hemos creado una debacle sin paliativos, también la educación terciaria, universitaria y profesional, tiene un nivel de calidad que deja mucho que desear. Todos los estudios internacionales recientes están lanzando alarmas sobre nuestras universidades y nuestro sistema universitario, en su conjunto.
En segundo lugar, la Administración del Estado responsable de las universidades ha sido incapaz, en casi una década, de desatascar la adaptación de España al EEES. Hasta el año 2007, no dio a la luz la reglamentación básica de la adaptación de las titulaciones, prácticamente en vigilia electoral. Lo que aprobó el Ministerio era una política de mínimos, que no resolvía muchos problemas, como por ejemplo la reordenación de las ingenierías, que requería llegar a acuerdos con sus colegios profesionales, ni ayudó a gestionar la crisis de las humanidades. Eso sí, aprobó que las titulaciones de grado eran de cuatro años, en lugar de los tres, que es lo más común en la Europa occidental. ¡Así convergimos de nuevo con Rusia, como con el ferrocarril en el siglo XIX!
En tercer lugar, viene el desaguisado de la Administración catalana, en que, además de haber una comisionada de Universidades que ha sido descalificada por los rectores, por activa y por pasiva, la Consejería ha sido incapaz de liderar nada que tenga que ver con las universidades. ¿Alguien ha visto el plan económico del despliegue del EEES en Catalunya y quién lo paga? ¿Alguien ha visto algún plan de formación del profesorado desde la Consejería de Universidades? ¿Alguien ha visto información sobre el proceso dirigida a los ya licenciados y diplomados? ¿Alguien ha visto información dirigida a los empresarios y los sindicatos? ¿Hay vida en la Administración pública catalana que se dedica a universidades?
Por último, las universidades, cuyo sistema de gobernabilidad es nefasto para realizar cualquier cambio. El sistema de elección del rector y los compromisos que ha de atender para ser elegido o reelegido tienden a reforzar el statu quo y a rechazar cualquier cambio. Es cierto que, en general, los equipos rectorales han emprendido muchas acciones y han intentado asumir las responsabilidades que la construcción del EEES requiere, pero se han visto atenazados por una administración incompetente y una minoría a la que no le interesan los cambios. Si eres profesor absentista, no te interesan los cambios y, si eres miembro del PAS con una baja productividad y unas condiciones privilegiadas de trabajo, cualquier cambio es una amenaza.
Por tanto, la desinformación no es casual; es la cortina de humo que esconde una administración irresponsable y grupos de intereses poco claros. Y los alumnos ¿qué papel juegan? Nadie les explica nada de forma coherente; escuchan a los profesores desinformados cómo expresan sus temores y son víctimas de aquellos que tienen el deber de servirles y de ayudarles a buscar la verdad y la justicia, y que, en cambio, se dedican a medrar en el Ministerio, en la Consejería o en la universidad. Al final, un proceso de mejora de la docencia y de libre circulación de alumnos y titulados en Europa es vivido como una conspiración en contra de los alumnos.

Pero este problema tiene todavía solución. Es necesaria una alianza entre la Administración y la mayoría de los miembros de la comunidad universitaria que quieren que la educación universitaria cambie y mejore. Y el primer paso es poner en la Administración a personas capacitadas para colaborar con los equipos rectorales para liderar el proceso de Bolonia. El segundo paso será el ejercicio de la información y la transparencia. Después, se tendrán que hacer los deberes pendientes, que son muchos.

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