El drama de la educación andaluza

(PD).- Los resultados de las pruebas diagnósticas que la Consejería de Educación realizó el pasado mes de octubre para evaluar los conocimientos de los escolares de quinto de Primaria y tercero de ESO, con edades de 11 y 14 años, son una prueba palpable, otra más, de la catastrófica situación de la enseñanza en nuestra comunidad.

Como subraya ABC en su editorial, aunque parecía muy difícil empeorar las calificaciones de las pruebas realizadas durante el curso anterior, que ya eran extraordinariamente negativas, los datos publicados por la Consejería en su página web, en vísperas del primer fin de semana de las vacaciones de julio, desvelan que la competencia en las diversas materias de los alumnos de Primaria ha bajado de nivel.

Los alumnos andaluces que han participado en las pruebas de la Junta, cuyos resultados se han dado a conocer nueve meses después de que se realizaran, no comprenden lo que leen ni lo que escriben.

Tampoco saben expresarse ni escribir, por lo que no resulta extraño que bajen todos los baremos de competencia. Todo esto teniendo en cuenta que se trata de unas pruebas realizadas por la propia Consejería de Educación dentro del más absoluto oscurantismo y con una clara intencionalidad de bajar el nivel de las exigencias para dar la sensación de que la educación mejora.

En esta tesitura es comprensible que el nuevo presidente de la Junta, José Antonio Griñán, consciente de que si falla la educación se cae el pilar principal que sustenta el grado de desarrollo y la capacidad de convivencia de la sociedad, haya considerado que la prioridad de su Ejecutivo es mejorar la calidad de la enseñanza.

Para ello ha puesto al frente de la Consejería a Mar Moreno y ha anunciado el máximo esfuerzo inversor y una política de consenso tanto con los profesionales del sector como con los padres de alumnos y todos los grupos políticos para sentar las bases de un gran pacto educativo.

La enseñanza, vino a decir Griñán en su discurso de investidura ante el Pleno del Parlamento Andaluz, está por encima de los intereses partidistas, por lo que es necesario que se alcance un acuerdo básico sobre las premisas principales que deben orientar la política educativa de la Junta.

Las buenas intenciones de Griñán y su consejera, sin embargo, parecen chocar con la realidad. De lo contrario es difícil entender la proliferación de quejas de los profesores, que claman por la falta de medios y de atención, y de los padres, que demandan un salto cualitativo en la calidad de la enseñanza que se imparte a sus hijos, aunque cabría matizar que en muchas ocasiones es en el seno familiar donde empieza a quebrarse la capacidad comprensiva de los niños y su voluntad para aprender y formarse.Sin duda la pérdida de valores como el esfuerzo, el respeto al profesorado, la predisposición a la excelencia o, lisa y llanamente, la aceptación de las normas más básicas de comportamiento, están en el origen de este esptrepitoso fracaso escolar.

Mucho trabajo tiene por delante la nueva consejera, cuya responsabilidad para alcanzar acuerdos choca frontalmente con la decisión anunciada de retirarle el concierto a los colegios que no sean mixtos por motivos puramente ideológicos. Así no se mejora la educación.

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