Lo malo es que el ladrillo izquierdista tampoco parece destinado a remediar gran cosa
Después de haberlo condenado a muerte, el Gobierno va a rehabilitar el ladrillo como si fuese un difunto de la memoria histórica. La oposición acusa a Zapatero de arrogarse medidas que ha ignorado en los dos últimos años y resucitar a la construcción ante el desastre del paro. ¿Qué fue del «Menos ladrillo y más ordenadores»?
«Ya no le queda al zapaterismo ocurrencia que rectificar, profecía que incumplir ni pronóstico que fallar. Lo único más insostenible que las previsiones gubernamentales es la palabra del presidente; si éste no es el Gabinete más inconsecuente de la democracia es desde luego el menos coordinado: no se pone de acuerdo ni consigo mismo», escribe Ignacio Camacho en ABC -El ladrillo porogresista-.
- El sector de la construcción fue señalado por la socialdemocracia con la etiqueta ideológica de un liberalismo neocon y salvaje, a cuya codicia aliada con los créditos fáciles se imputaba la quiebra de un modelo económico caduco e irracional.
- No le faltaba razón pero ahora, acuciado por el paro rampante, el Gobierno de progreso emprende como mal menor la apresurada restitución de un prestigio erosionado por sus propios denuestos, y se dispone a subvencionar con préstamos y avales las chapuzas de albañilería doméstica.
Para disfrazar su enésima turborrectificación, la izquierda zapaterista pretende distinguir entre un ladrillo bueno, socialdemócrata, de escala pequeñoburguesa, y otro malo, masivo y neoliberal, responsable de una odiosa burbuja inmobiliaria que, de volver, acaso fuese hoy recibida con los brazos abiertos con tal de que frenase la escabechina del desempleo.