Del blog 'Aprende a Escucharte'

Las secuelas psicológicas del acoso escolar

El daño es mayor cuanto más se ha perpetuado el acoso en el tiempo

Debido al aumento de consultas con respecto a este tema, al escalofriante aumento del número de casos de los que vamos teniendo conocimiento diretamente o a través de los medios de comunicación, así como al alarmante agravamiento de los mismos, continuamos abordando el tema del acoso escolar en el blog del ‘Gabinete Psicológico Aprende a Escucharte’.

Nos centramos, en esta ocasión en una de las grandes preocupaciones de padres y niños que han tenido que hacer frente a un problema como este: las secuelas del acoso.

No existe una sola secuela sino que el daño psicológico es mayor cuanto más se ha perpetuado el acoso en el tiempo o cuando no se han ofrecido soluciones rápidas y eficaces.

La gravedad de las consecuencias puede también variar en función de la edad a la que el niño ha sufrido el acoso y la rapidez con la que se ha puesto en manos de un profesional de la psicología especializado en el tratamiento de este tipo de casos.

De manera inmediata el maltrato físico o psicológico es una importantísima fuente de estrés psíquico especialmente peligroso para un niño que no sabe cómo gestionarlo y que acaba teniendo una inmensa sensación de desesperación, motivo por el cual algunos de estos casos han adquirido unas dimensiones tan trágicas en los últimos años.

Este estrés psicológico, por otro lado, unido al carácter traumático que la vivencia representa para él niño, puede acabar generando en él un trastorno de estrés post traumático en cuya intervención debe volcarse de inmediato un profesional, evitando así la cronificación de problemas de ansiedad asociados.

El niño que sufre acoso se siente efectivamente desesperado y angustiado, se ve y se siente solo.

El niño acosado adquiere miedos, pierde la confianza en sí mismo, se siente frustrado, muchas veces responsable y culpable de todo lo malo que le ocurre y puede acabar padeciendo una depresión, que puede ser la consecuencia del acoso que con más claridad se identifica.

Además, después de una situación que le ha hecho vivir atemorizado durante un cierto tiempo, el niño ha aprendido a convivir con ansiedad, en estado de alarma casi constante y le resulta muy difícil o imposible depositar su confianza en los demás.

La autoestima se resiente de manera rápida y todo ello acaba entorpeciendo su adecuado desarrollo a nivel social y emocional.

Para que este tipo de consecuencias sean gestionadas de manera adecuada y no acaben por implicar otro tipo de secuelas de mayor gravedad a más largo plazo, la atención psicológica es muy recomendable para niños y familias que han sufrido este tipo de situaciones.

NOTA:

Ana Villarrubia Mendiola (Psicóloga Col. M-25022) dirige el Gabinete Psicológico ‘Aprende a Escucharte’

 

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