OPINIÓN / ANTONIO MARTIN BEAUMONT

Tambores de cese: los líos de Wert sentencian a la «niña de sus ojos»

La Moncloa y el PP están hartos de que les partan la cara por culpa del ministro de Educación

Tambores de cese: los líos de Wert sentencian a la "niña de sus ojos"
José Ignacio Wert. LG

Dicen que «Dios escribe recto con renglones torcidos». Es la única forma de buscar explicación a las extravagancias que pueblan las cosas más variopintas.

Como en la política, donde tantas veces se mezclan cuestiones públicas con cuitas personales, filias y fobias de los protagonistas.

Fíjense si no en el trasfondo del incendio, y su rápida extinción, prendido por el ministro de Educación, José Ignacio Wert, esta semana. O, para ser más precisos, por su secretaria de Estado del ramo y pareja sentimental, Montserrat Gomendio.

Muy enfadados en el Palacio de La Moncloa por las circunstancias que habían rodeado la orden ministerial de suprimir a mitad de curso las becas Erasmus, Wert fue forzado a dar marcha atrás en una intervención improvisada en el Senado tras el aluvión de críticas recibido desde todos los ámbitos, incluido el PP.

Ya no sólo Nuevas Generaciones, también distintas comunidades autónomas de color popular dejaron de lado la contención para pedir públicamente que se tomase cartas en el asunto. No podía admitirse algo así.

Hasta el siempre comedido vicesecretario general de los populares, Esteban González Pons, lanzó un lamento demoledor a través de Twitter:

«30 años militando en el PP y no puedo explicar a mi hijo las cosas que hace mi partido».

La dirección del Grupo Parlamentario se mostró también especialmente agitada.

El portavoz popular, Alfonso Alonso, retrasó su habitual rueda de prensa de los martes hasta poder transmitir que la iniciativa de Educación, que había producido una gran incertidumbre, iba a solucionarse.

No hace falta señalar que las responsables de Educación y Universidad del PP en el Congreso de los Diputados, Sandra Moneo y María Jesús Moro, «están hasta la coronilla» de las extravagancias y la pendencia del ministro y de la corte wertiana de la que se rodea, tan alejada de los modos y la filosofía imperantes en el Partido Popular.

Así, cuando a las 13:40 del pasado martes Alonso resaltaba la importancia de un programa de becas que ha posibilitado a los jóvenes de las clases medias formarse y viajar por Europa, sabía que Wert ya había mantenido una reunión con el propio Mariano Rajoy, con Soraya Sáenz de Santamaría y con el responsable de Hacienda, Cristóbal Montoro, y ultimaba su rectificación, prevista para las 15:30 desde el Senado.

Desde luego, nadie contaba con que Gomendio, encorajinada, se rebelase y pidiese paso en RNE para, alrededor de las 14:20, sostenella y no enmendalla y lanzar un duro desafío a La Moncloa.

Lo cierto es que en Génova 13 preocupa desde hace tiempo la actitud orgullosa de la secretaria de Estado de Educación, a la que en los despachos del Ejecutivo dan ya definitivamente por sentenciada.

La desastrosa forma de gestionar de Montserrat Gomendio y su pulso público a Soraya Sáenz de Santamaría la convierten en un riesgo a taponar cuanto antes.

«Gomendio ha entrado en tiempo de descuento», señalan fuentes fiables del PP a El Semanal Digital.

En realidad, en el seno del partido no se discute si está más o menos achicharrada la secretaria de Estado, sino cuál sería el mejor momento para su salida.

El final de la tramitación parlamentaria de la LOMCE -se aventura- vendrá acompañado de su cese, enfundado en dimisión.

Pero se teme la reacción de Wert, puesto que darle el finiquito a Gomendio podría suponer un dos por uno.

Y es que las Erasmus no han sido un leve rasguño.

El Gobierno, y por lo mismo el Partido Popular, tienen un problema con el dúo Wert-Gomendio convertido en comidilla por sus púbicas relaciones y sus viajes oficiales en pareja: «Son lunas de miel a costa del erario público», afirma escandalizado un mandatario del PP.

Peor todavía cuando algunas de esas estancias en el extranjero hubiesen debido corresponder al secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, hombre bien cercano a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría.

La dimisión hace unas semanas de la directora de Comunicación del Ministerio, Margarita Mayoral, sacó a la luz la punta del iceberg de un problema -que no es de intimidad personal, sino político- enquistado en el Gobierno por el deseo de Mariano Rajoy de que nadie le marque los tiempos.

Con todo, el presidente no puede alegar no conocer el percal.

Porque José Ignacio Wert pertenece a esa estirpe de políticos democristianos que el Partido Popular ha ido repescando tras ser apartados por los españoles porque, error tras error, conspiración tras maquinación, llevaron en su día a la UCD a desaparecer.

 

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