Un expolicía brasileño revela, 35 años después, que se ahogó en la playa

Las últimas horas de un terrible monstruo nazi: El Doctor Mengele

Escribe Frederico Rosas en ‘El Pais’, este sábado 8 de febrero de 2014, que la playa de la Ensenada, en la ciudad de Bertioga, en el litoral del estado brasileño de São Paulo, fue hace 35 años el escenario de los últimos momentos de vida del llamado ángel de la muerte de Auschwitz.

Contra el final que muchos habrían esperado para un criminal nazi, murió cuando se daba un baño en el mar, posiblemente debido a un ataque cardíaco. Tal vez su nombre Josef Mengele suene desconocido para las nuevas generaciones. Pero su trabajo como médico del régimen de Adolf Hitler simbolizó como pocos los horrores de los campos de concentración y exterminio.

Hay un hombre que jamás olvidará aquel 7 de febrero de 1979. Espedito Días Romão, brasileño de unos 30 años, entonces cabo de la Policía Militar del Estado de São Paulo, llegó casi al atardecer a la playa, cercana al centro comercial de Bertioga, tras recibir una llamada que informaba de que había un cuerpo en la playa.

Al llegar al lugar, afirma haber visto una pequeña aglomeración alrededor de un hombre tumbado en la arena.

Según constaba en el modelo 19, el antiguo documento que identificaba a los extranjeros en Brasil, se trataba del austríaco Wolfgang Gerhard.

Espedito Días Romão revela ahora, 35 años después, quién era en realidad el muerto

EL ANGEL DE LA MUERTE

Josef Rudolf Mengele, (Günzburg, Baviera; 16 de marzo de 1911 – Bertioga, Brasil; 7 de febrero de 1979) fue un médico, antropólogo y criminal de guerra nazi, especialmente reconocido por sus experimentos con detenidos en el campo de concentración y exterminio de Auschwitz, Polonia.

Sus conocimientos en Anatomía, Cirugía, Genética, Enfermedades, Tratamientos, entre otros aspectos, en su facultad de profesional de Medicina, los aplicó analizando, estudiando, torturando y ejecutando a miles de prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial.

Es por ello por lo que, tras conocerse estos crímenes, se le apodó «El ángel de la muerte».

Cuando los vagones de tren repletos de prisioneros llegaban a Auschwitz II (Birkenau), con frecuencia Mengele esperaba en el andén junto a otros médicos para seleccionar a los más aptos para el trabajo y la experimentación, así como quiénes serían enviados inmediatamente a las cámaras de gas.3

Mengele se paraba en una rampa frente a las filas e indicaba con un gesto de la mano quién moría y quién vivía: a la derecha iban los ancianos, niños, mujeres embarazadas e incapacitados; a la izquierda iban las mujeres jóvenes y hombres de evidente buen estado de salud. Los que quedaban en la fila de la derecha iban directamente a las cámaras de gas.

Los supervivientes de este campo de concentración que conocieron a Mengele lo describían como un oficial impecablemente aseado, muy apuesto y perfumado, de gestos aristocráticos y poseedor de una extraña mezcla de condescendencia y una ferocidad morbosa ante el poder de decidir quién vivía o moría. Una característica distintiva de Mengele era un notorio espacio interdental entre los dientes superiores frontales.

Muy pocas veces Mengele demostró humanitarismo respecto de alguno de los condenados, e incluso mató personalmente a algunos cautivos por desobedecer las reglas.

Mengele se mostró particularmente duro con aquellas internas que quedaban embarazadas de los guardias. Madre e hijo (nacido o nonato), iban inexorablemente a la cámara de gas.

Los gemelos resultaban particularmente interesantes para Mengele.Cuando en la rampa de selección localizaba gemelos, para éstos constituía una esperanza de alargar la vida el pertenecer a esa condición. Los gemelos eran ubicados en un recinto especial y eran tratados algo mejor que los demás internos.

Prácticamente todos los experimentos de Mengele carecían de valor científico, pero fueron financiados por el gobierno nazi. Incluyeron, por ejemplo, intentos de cambiar el color de los ojos mediante la inyección de sustancias químicas en los ojos de niños, amputaciones diversas y otras cirugías brutales y, documentado al menos en una ocasión, un intento de crear siameses artificialmente mediante la unión de venas de hermanos gemelos (la operación fue un fracaso y el único resultado fue que las manos de los niños se infectaron gravemente).

Las personas objeto de los experimentos de Mengele, en caso de sobrevivir al experimento, fueron casi siempre asesinadas para su posterior disección.

Mengele extraía los ojos a sus víctimas y los colocaba en una pared como un muestrario de las variedades heterocromas que existían. Intentó también por la vía química cambiar el color de pelo de los internos mediante la aplicación de dolorosas inyecciones subcutáneas y en algunos casos realizó castraciones y experimentos en la médula espinal dejando paralizados a los intervenidos.

En cooperación con otros médicos, Mengele intentó también buscar un método de esterilización masiva; muchas de las víctimas fueron mujeres a las que se les inyectaban diversas sustancias, sucumbiendo muchas de ellas o quedándose estériles en muchos otros casos.

En otras ocasiones realizaba experimentos sumergiendo en agua helada a internos fuertes para observar sus reacciones ante la hipotermia.

Se han trazado muchas conjeturas sobre la huida de Mengele, llegando a atribuírsele a una muchacha judía la colaboración en ella.

Tras esconderse algún tiempo en Günzburg y luego en Baviera, Mengele partió hacia América del Sur, concretamente hacia Buenos Aires (Argentina), en 1949, donde muchos otros oficiales nazis huidos y ayudados por la organización ilegal ODESSA habían llegado y encontrado refugio.

Tardó en morir, pero ahora ya se sabe como acabó.

(PINCHAR PARA LEER REPORTAJE EN EL PAIS).

 

 

 

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