Los rectores están muy en desacuerdo con el nuevo sistema de becas Erasmus que el ministro José Ignacio Wert ha implantado para el próximo curso. Auguran que será un fracaso, porque la exigencia de tener un nivel de idiomas medio-alto (el B2 o equivalentes) para obtener estas ayudas, que son más generosas que las de la UE, dejará buena parte de las 10.000 plazas previstas sin cubrir. ¿El motivo? Los alumnos españoles no llegan al B2, especialmente los miles que se van a países de habla no inglesa, como Polonia, Suecia, Turquía o Rumanía, donde también se pedirá este requisito.
A partir del próximo curso habrá dos tipos de Erasmus: las que paga la Comisión Europea, que suponen 250 euros mensuales de media por persona, y las que costea el Gobierno, que ascienden a 350 euros. Éstas, a cambio, exigen más a los beneficiarios: buenas notas (se hace un baremo entre todos los aspirantes) y un solvente conocimiento del idioma, entre otras cosas. En los campus todo el mundo interpreta que la razón de pedir tantas condiciones para las llamadas Erasmus Plus es, además de fomentar la excelencia, el ahorro.
El B2 viene a significar, en la práctica, que el alumno puede elaborar textos con un vocabulario adecuado, pero tiene dificultad al redactarlo con estructuras más complicadas. En una conversación, entiende las ideas con facilidad, pero utiliza y comprende pocas expresiones coloquiales.
Según los rectores, el Ministerio también se ha negado a negociar la reducción del tiempo de duración de las becas, un recorte que se ha aplicado tanto para los beneficiarios de las Erasmus Plus como para las normales y que supone que los estudiantes permanezcan en el extranjero apenas cuatro meses y medio.
