La Facultad de Políticas es el epicentro para Iglesias y Monedero

Podemos ‘toma’ la Universidad Complutense y la convierte en su vivero de activistas

Es un asunto que viene de lejos y que lleva décadas alimentado por caraduras como el extrostskista Jaime Pastor o Jorge Verstrynge

Podemos 'toma' la Universidad Complutense y la convierte en su vivero de activistas
Pablo Iglesias, Jorge Verstrynge y Jaime Pastor. PD

Los profesores hacen proselitismo continuamente: se dan las clases desde una perspectiva económica, política y social, y se hace desde la suya. Se concibe una visión como correcta, mientras que las otras son totalmente incorrectas

Es un asunto que viene de lejos y que lleva décadas alimentado por caraduras como el extrostskista Jaime Pastor o Jorge Verstrynge, quien en su peripecia personal tiene desde haber sido secretario heneral de Alianza Popular con Fraga a amanbuense del bolivariano Hugo Chávez.

Hay en la historia personajes clave, como el exrector Carlos Berzosa, un inútil tan ambicioso como sectario, pero para las hemerotecas, porque es más bonito,va a quedar como hitoun dás de 008, cuando durante una de sus primeras clases en la Facultad de Políticas y Sociología en Somosaguas Pablo Iglesias invitó a los alumnos a subirse a las mesas, diciendo aquello de «Oh capitán, mi capitán».

La cita, un poema de Walt Whitman a Lincoln, está sacada de un diálogo del fallecido Robin Williams en el film clásico de Peter Weir «El club de los poetas muertos». Luego dice a la clase:

«Cuando uno se sube a la silla siente el poder (…). Cuando la cámara en la película se pone encima de la mesa, los estudiantes tienen el poder, y es el profesor el que está totalmente acongojado».

Esta invocación finaliza con todo el grupo de alumnos subiéndose a las sillas, y siguiendo -sin oposición- al profesor en su acto de rebeldía. La comparación con «El club de los poetas…» no es baladí, pero Iglesias les engaña con el carácter del acto.

En la película de Weir la revuelta era instigada por los alumnos ante la expulsión de un profesor; aquí es dirigido por el propio instructor en su condición de superior jerárquico.

Como subraya Julio Tovar en ‘ABC‘, todo ello remite, como afirma el politólogo Antonio Elorza, a la película «La Ola» de Dennis Gansel, en la que el profesor Wenger realizaba un discurso similar:

«El hecho de levantarse mejora la circulación. Conocéis aquello de tener la tensión baja, ¿no? (…) Exacto, mejora la respiración. Ahora vamos a hacerlo todos: ¡todos arriba por favor».

El propio Elorza, compañero de Iglesias, definió los ingredientes de este tipo de movimientos políticos como una mezcla de una ideología simple y maniquea, construcción de grupos cohesionados, el culto a un líder carismático, y la exclusión social del disidente.

En la actualidad esta ola, sin duda, ha desbordado el mar de Somosaguas para desembocar en el océano de la política nacional.

El líder de Podemos, antes de su gran proyección en los medios, era el protagonista indiscutible de la Facultad, en la cual realizaba activismo político, construía grupos de presión y provocaba tanto adhesiones como «vendettas» contra él.

Por aquel entonces su activismo estaba bajo la tutela de Juan Carlos Monedero, que era la figura dominante aún en el Departamento de Ciencias Políticas II, donde también tenían su despacho nombres conocidos como Jorge Verstrynge o Íñigo Errejón.

Modelo de los «tute bianche»

Marcados por el activismo antiglobalización, por el modelo de los tute bianche (los monos blancos), construyeron una disidencia transversal del 2008 a 2014 con el objeto de extender esta lucha ideológica a todos los aspectos de la Facultad.

Pablo Iglesias analiza estos movimientos reivindicativos de manera clarividente en su tesis:

«Construyendo significantes agregativos, como los monos blancos, desarrollaron técnicas de comunicación multiescalares, a partir de la escenificación o teatralización de los enfrentamientos con la Policía».

Esta construcción permanente de un enemigo fue fundamental en iniciativas como la ocupación de la capilla de políticas por un grupo de activistas de género, los intentos de cierre de asociaciones no ideológicas (El Señor de los Dadillos o Latveria), la censura a una visita de Josep Piqué en 2008 o el boicot a la presentación de UPyD de Rosa Díez en 2010.

En todos estos actos la figura de Pablo Iglesias es omnipresente: ya sea al instigar actos de protesta o escrache, dirigir a las manifestantes de la capilla o en sus proclamas e invectivas en la junta de la Facultad.

Así la Facultad, en esta lógica de guerra, hacía imposible la disidencia ideológica por la proyección por aquel tiempo en todas las clases y a todas horas. Un miembro de una de estas asociaciones no políticas declara:

«Los profesores hacen proselitismo continuamente: se dan las clases desde una perspectiva económica, política y social, y se hace desde la suya. Se concibe una visión como correcta, mientras que las otras son totalmente incorrectas».

La herencia de Carlos Berzosa

El rectorado de Carlos Berzosa en 2003, de tendencia izquierdista, fue el pistoletazo del dominio social de estos profesores en la Universidad Complutense, que quedaría supeditada en su mayoría por esta ideología proyectada a los alumnos en muchas clases.

Somosaguas funcionaba, así, como meca «bolivariana» donde se traía a todas las figuras públicas del altermundialismo, es decir, contrarias a la globalización (Tariq Alí, Cao de Benos, el propio Hugo Chávez en 2004, etc.).

Una historia de éxito propagandístico, nunca ocultado por sus propios alentadores, que ha convertido la antaño conservadora UCM en un puntal ideológico de la nueva izquierda en España.

Ahora bien, la marcha de sus principales protagonistas ha dejado el nervio principal tocado en gran parte, y la belicosidad de otros años no parece estar presente en el mismo grado.

Para Ariel Jerez, miembro de Podemos y profesor en el mismo departamento de Pablo Iglesias, «…la agenda de la movilización ha menguado, y se ha desplazado a otros ámbitos de lucha».

La elección del propio Iglesias como eurodiputado demuestra la eficacia de este sistema de formación de listas políticas, y la captación de un electorado joven, expulsado por una crisis sistémica, y que sigue al líder en todas sus apariciones. El «capitán» de Whitman ha ganado un enfrentamiento, pero ¿qué queda de esta generación en la Facultad de Políticas y Sociología?

Un pasillo casi vacío, pintado en sus tres cuartas partes, y varios corrillos de pocas personas, acompañadas con un olor parecido al tabaco (prohibido en la universidad desde 2006).

Cada muro, cada pintada, tiene todas las reivindicaciones políticas posibles a la altura de 2014: liberación femenina, consignas ácratas, la hoz y el martillo e incluso elaborados grafitis.

Ubicado en la cafetería destaca el dedicado a Carlos Palomino, asesinado por el militar Josué Estébanez en 2007 en una reyerta ideológica. Una figura para este Camelot populista construido fuera de la ciudad, en Somosaguas, donde la dictadura pretendió alejar el combativo movimiento estudiantil en los años 60.

Ésta ubicación, que incluye Políticas y Sociología, heredaba, según Ariel Jerez, «la tradición luchadora de la antigua facultad de económicas» situada en el Campus de Moncloa.

En el centro de este colorido pasillo existe un puesto de chucherías regentado por un chico de aspecto desaliñado y su compañera, los cuales charlan distraídamente sobre Podemos.

La conversación, no muy vehemente, da la impresión de desinterés, y se centra en la figura de Pablo Iglesias, sombra ausente en esta Facultad de Políticas y Sociología de la Complutense. Lo único que queda de él es una vitrina donde se ubican varios libros suyos, lanzados ya hace unos meses después del auge de Podemos en las europeas.

El decanato, que dirige Heriberto Cairo (director de la tesis doctoral de Pablo Iglesias), hace la vista gorda sobre lo que sucede en la Facultad.

Al margen de la Complutense de Madrid, actualmente llevan las riendas del partidos más profesores en otros centros educativos. Es el caso de Alberto Montero, profesor de Economía de la Universidad de Málaga, una de las cabezas pensantes del programa económico para las europeas.

En un principio, estuvo a la sombra de las trincheras, si bien su salto a las portadas de los medios se debe a que fue el tutor del secretario de Política, Íñigo Errejón, en una beca de la universidad a la que sólo se presentó este último.

«Esto se me viene grande», reconocía Montero. «Yo soy un profesor que sólo trata de aportar algo a la sociedad», explicaba. Montero es uno de los ideólogos de la reestructuración de la deuda a través de negociaciones con Europa.

«Somos profundamente europeístas, pero no estamos de acuerdo con la gestión que hacen de la crisis algunos Estados que, no entendemos por qué, tienen una mayor capacidad de incidencia sobre decisiones democráticas. No podemos tolerar que se restrinjan los márgenes de maniobra para que los países decidan cómo guiar a sus habitantes hacia el bienestar».

Ya sea como políticos o como profesores, en la memoria de muchos de sus alumnos quedan algunas de sus actuaciones, como cuando, bajo el paraguas de Contrapoder, invitaron a Hugo Chávez, presidente de la República de Venezuela, o a Evo Morales, presidente de Bolivia, a la Facultad.

A los estudiantes les hacía un guiño especial Pablo Iglesias, el secretario general del partido, en una carta abierta a la ciudadanía para animar a su participación hoy en la Marcha del Cambio.

«Queremos ser miles de personas en Madrid este sábado en una marcha por el cambio a la que todo el mundo está invitado, independientemente de lo que vote o de dónde venga. Las familias, los trabajadores, los autónomos, estudiantes, pensionistas, emprendedores, etcétera, todas las personas estamos invitadas».

«Como sabéis, nos hallamos en un momento muy importante para el cambio político en nuestro país».

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