En septiembre de 1940 un joven polaco pareció echar por tierra el sentido de supervivencia cuando dejó su hogar en Varsovia y se traslado rápidamente a un sector de la ciudad en el cual las temidas Schutzstaffel (SS) nazi estaban, en ese momento, secuestrando personas al azar a un año de la victoria sobre el ejército polaco.
Sin más, Tomasz Serafiński fue capturado y enviado entonces al recién fundado campo de concentración de Auschwitz, donde al final de la guerra habrían sido masacrados 1,1 millones de prisioneros en sus cámaras de gas, según recoge Germán Padinger en Infobae.
Pero Serafiński no estaba loco ni era ese su nombre real.
Veterano de la guerra de 1939, el comandante de caballería y ferviente católico Witold Pilecki estaba llevando a cabo un elaborado plan para infiltrarse en el campo y organizar allí un movimiento de resistencia contra la ocupación nazi.
La peligrosa idea se le había ocurrido poco después de fundar, junto a su comandante el mayor Włodarkiewicz, el Ejército Secreto Polaco (TAP), un germen de movimiento de resistencia para continuar la lucha tras la desastrosa derrota de Polonia a manos de Alemania, y que se convertiría luego en el mítico Ejército Nacional que lideró el levantamiento de Varsovia.
Varios de los primeros miembros del TAP habían sido capturados y enviados a Auschwitz, y por ésta razón se decidió infiltrar el campo para intentar liberarlos.
Según el plan, Pilecki, que como militar polaco se encontraba prófugo de los alemanes, adoptaría una identidad falsa y con sus nuevos papeles se haría arrestar durante una «łapanka», el arresto indiscriminado de personas en un territorio ocupado para su deportación.
Luego, desde las entrañas de Auschwitz, recolectaría información y organizaría a los ex militares y voluntarios en milicias.
Fuente original: Infobae/Leer más
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