El director de cine español Hugo de la Riva estrenó, en 2013 (hace cinco años), un cortometraje bélico basado en la historia de este can. Hoy, el alcacereño desvela a ABC los pormenores de este concienzudo trabajo y nos adelanta sus nuevos proyectos
Adolf Hitler dispuso que más de seis millones de judíos fuesen asesinados de forma sistemática por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Bajo su dirección, permitió además tropelías como las cometidas por Sigmund Rascher (obsesionado con revivir a los muertos mediante sexo) o las perpetradas por las SS en Auschwitz. Sin embargo, este personaje demoníaco era también vegetariano, estaba obsesionado con la buena alimentación y, para asombro de muchos, amaba a los perros. De hecho, hasta el final de sus días estuvo acompañado en el búnker de la Cancillería por Blondi, una hembra de pastor alemán a la que mató junto a sus cachorros poco antes de suicidarse. Oficialmente, para probar en ella la ampolla de cianuro que iba a ingerir. Pero también para evitar que falleciera a manos de las tropas de Stalin.
La historia de Blondi navega en aguas turbulentas y suscita una serie de dudas. ¿Es posible que un personaje tan cruel como el mismísimo Adolf Hitler pueda amar a un perro? ¿Nos hace el cariño por los animales mejores personas? Todas estas cuestiones son las que se planteó el director español Hugo de la Riva en la que fue una de sus primeras obras: «Blondi». Un cortometraje de aproximadamente quince minutos en el que historia y ficción se fusionaron para dar a conocer una figura olvidada, la de perra del líder nazi. En su momento, el film le granjeó dos premios y empezar a hacer carrera en el mundo del cine bélico. Hoy, seis años después de su estreno, el alcazareño ha recorrido medio mundo con su trabajo (presentó uno de sus últimos cortos en la India) y se encuentra embarcado en el rodaje de «Sancho», una nueva forma de interpretar el clásico de Cervantes.
Para hallar el momento en que las vidas de Blondi y Hitler se unieron es necesario retroceder en el tiempo hasta 1941. Ese fue el año en que Martin Bormann (hombre de confianza del «Führer» por su capacidad para la contabilidad y, por entonces, director también del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán) le regaló al líder nazi algo que éste jamás olvidaría: un perro. Más concretamente, una hembra de pastor alemán que cautivó su corazón desde aquel instante. Sin dudarlo, el dictador bautizó al animal como Blondi («Rubita»).
Desde el momento en el que el «Führer» puso los ojos sobre su nuevo pastor alemán, sintió un gran amor hacia él. Y eso, curiosamente, era algo inusual entre Hitler y sus mascotas. «Sus gustos por los animales eran un tanto especiales, pues hallaba estúpidos a los caballos, antipáticos a los perros bulldog y bóxer, y evitaba acercarse a las tortugas, los pollos y los gamos. Odiaba a los gatos y, por lo general, la pequeñez de los canes que había tenido se contradecía con la grandeza de sus gustos. Luego sintió verdadera pasión por los perros pastores desde que, en 1921, le regalaron uno», explica el escritor Nerin E. Gun en su obra «Hitler y Eva. Un amor maldito».
Fuente original: Manuel P. Villatoro, ABC/Leer más