12 de Octubre, Día de la Hispanidad o Día de La Raza

El Descubrimiento de América: «los hermanos Pinzones eran unos… que se fueron con Colón, que era otro…»

Capitanes y maestres de dos de las carabelas, sin los Pinzón nada hubiera sido posible

No viajó sólo, aunque muchos lo olvidan. El Descubrimiento de América, en 1492, por Cristóbal Colón fue uno de los hechos más importantes de la historia europea y condicionó la evolución política, social y económica del mundo en los siglos siguientes.

Importante, sobre todo en una fecha como el 12 de Octubre, Día de la Hispanidad, Día de la Raza y Fiesta Nacional de España, es subrayar que no fue una empresa casual o individual.

Clave, desde todos los puntos de vista, fueron los hermanos Pinzón, navegantes andaluces que acompañaron a Colón en su primer viaje.

Los Pinzón pertenecían a una familia de marinos expertos de Palos de la Frontera y en la culturilla popular han estado siempre presentes en una chusca rima escolar que reza así:

  • Los hermanos Pinzones eran unos… marineros,
    que se fueron con Colón que era otro… marinero.
  • Y se fueron a Calcuta en busca de una… fruta,
    y conquistaron Camboya con la punta de la … espada.
  • Y a los indios motilones les cortaron los … caminos,
    y a las indias por coquetas les cortaron las … coletas.
  • Al piloto Pedro Angulo le quisieron dar … por muerto,
    y a su hermano Bobadilla le llenaron de … laureles
  • A la Reina de Castilla le gustaban las … natillas,
    y dió sus alhajas cuando Colón le hizo la … historia.
  • Una india muy maja a Colón le hizo una … pipa
    y los indios sembraron frutas para los hijos de … España.

Coñas aparte, los Pinzón no fueron dos, sino tres -Martín Alonso (1440-1493), Vicente Yáñez (1461 – 1515) y  Francisco Martín (1445-1502)- y todos determinantes en la gran odisea del descubrimiento.

Fueron los frailes del Monasterio de La Rábida los que pusieron en contacto a Colón con los hermanos y la mediación de estos la que le permitió reclutar la tripulación para el viaje a las Indias, que condujo en realidad al descubrimiento de América.

Martín Alonso, capitán de La Pinta

El mayor de los hermanos navegó desde joven como grumete por el Mediterráneo y por la costa atlántica de África. Los viajes le curtieron como armador y comerciante y Martín Alonso Pinzón se convirtió en un gran conocedor de las artes náuticas, la geografía y la cartografía.

Su experiencia le sirvió para ser el líder de la comarca y participar, además de en el primer viaje de Colón, en las batallas en la guerra contra Portugal.

Los monjes franciscanos del Monasterio de La Rábida, en Palos de la Frontera, le pusieron en contacto con Colón y fue su persuasión e influencia en la comarca del Tinto y del Odiel lo que permitió reclutar la tripulación necesaria para realizar el primer viaje a las Indias (1492).

Martín Alonso apoyó la empresa aportando dos carabelas, La Pinta y La Niña y medio millón de maravedíes. El propio Alonso capitaneó La Pinta, carabela desde la cual Rodrigo de Triana avistó tierras americanas.

El viaje de regreso fue especialmente duro debido a las tormentas cuyas consecuencias causaron fiebres recurrentes en el marino.

La Pinta arribó a Bayona antes de que Colón llegara a Lisboa y Alonso volvió a una finca entre Palos y Moguer, desde la que fue trasladado para fallecer de sífilis en La Rábida.

Francisco Martín, maestre de La Pinta

Aunque tuvo una participación menor que sus hermanos en el primer viaje colombino, Francisco Martín Pinzón participó en muchos otros viajes de descubrimiento y al servicio de la Corona.

Viajó por Italia y África y participó en dos viajes más con Colón hacia las Américas.

Vicente Yáñez, capitán de La Niña

Además de tripular la carabela colombina, Vicente Yáñez Pinzón está considerado historiográficamente como el descubridor de Brasil.

Durante la expedición colombina sofocó conatos de amotinamiento y prestó auxilio durante el naufragio de la Santa María, carabela capitaneada por Cristóbal Colón. De hecho, el propio Colón regresó en La Niña, capitaneada por Vicente Yáñez.

Posteriormente organizó una expedición propia a las costas americanas (1499-1500) que fue la primera en rebasar el Ecuador y en descubrir la desembocadura del río Amazonas, y por tanto, Brasil.

Casado en segundas nupcias con Ana Núñez de Trujillo, Vicente Yáñez vivió en Triana tras su último viaje a Yucatán y, según los cronistas, fue probablemente enterrado en el cementerio de Triana.

Desembarco de Cristóbal Colón en América, óleo de 1862 de Dióscoro Teófilo Puebla (1831-1901) guardado en el Ayuntamiento de La Coruña.

LA GRAN ODISEA

Ellos no lo sabían, pero su viaje cambiaría el rumbo de la historia de manera irreversible.

El que había de ser uno de los viajes más trascendentales de la historia empezó a tomar forma el 22 de mayo de 1492, cuando llegó al puesto de Palos de la Frontera, en Huelva, una carta de los Reyes Católicos en la que se le ordenaba a la municipalidad contribuir con dos embarcaciones a la expedición.

Aunque no fue fácil armar los barcos y reclutar a la tripulación, Colón pudo echarse finalmente a la mar el 3 de agosto al frente de tres naves, la Santa María, la Pinta y la Niña.

Tres naves cargadas de provisiones, marineros y esperanzas de encontrar una nueva ruta comercial que cruzara el Atlántico.

La primera, la capitana, era una nao, mientras que las otras dos eran carabelas. Las naos eran barcos de tres mástiles y velas cuadradas, de tradición atlántica; pesadas y robustas, resultaban muy aptas para navegaciones largas.

Por su parte, las carabelas eran más ligeras y maniobrables, tenían dos o tres palos que se solían aparejar con velas latinas.

Los principales conocimientos de Colón sobre el viaje y las distancias que recorrerían se basaban en dos hechos: uno cierto, la esfericidad de la Tierra, y otro erróneo, el tamaño de la misma.

De este modo, Cristóbal Colón pensaba que nuestro planeta tenía una circunferencia ecuatorial de unos 30.000 kilómetros, es decir, unos 10.000 menos de los que en realidad tiene.

Así pues, después de hacer escala en las Canarias, el 6 de septiembre la armada tomó rumbo al oeste.

El almirante calculaba que la distancia hasta Cipango (Japón) sería de unas 700 leguas, por lo que cuando se superaron las 800 sin avistar tierra hubo de afrontar el descontento de sus hombres, deseosos de abandonar una aventura que cada vez parecía más temeraria.

A principios de octubre se vieron bandadas de aves, y la noche del 11 al 12 de octubre se dio el ansiado grito de «¡Tierra!».

Era la isla de Guanahaní, bautizada por Colón como San Salvador e identificada con la actual Watling, una de las Bahamas.

El navegante siguió su periplo por las islas de este archipiélago -Santa María de la Concepción (Rum Cay), Fernandina (Long Island), Isabela (Crooked Island), etc.- antes de arribar a Juana (Cuba) el 28 de octubre.

El 6 de diciembre llegó a La Española. El día 24 del mismo mes la Santa María encalló a la altura del actual cabo Haitien y sus restos sirvieron para construir un pequeño fuerte, bautizado como Navidad.

Por fin, el 16 de enero de 1493 Colón ordenó el regreso.

Tras superar las Azores y después de una breve escala en Lisboa, la armada fondeó de nuevo en Palos de la Frontera el 15 de marzo.

Una aventura que abrió las puertas de América a los europeos.

Una peligrosa empresa que cambió el mundo y la historia para siempre.

 

 

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