LOS ESPAÑOLES Y EL LENGUAJE

Dichos populares (L): una sabiduría milenaria que se va perdiendo en nuestro lenguaje cotidiano

Dichos populares (L): una sabiduría milenaria que se va perdiendo en nuestro lenguaje cotidiano
Letras, palabras, lenguaje. EP

No hay que ser catedrático de Lengua Española para disfrutar con esta recopilación de dichos, refranes y frases. Basta con saber apreciar el ingenio de la sabiduría popular.

Os facilitamos aquí, comenzando hoy por las que arrancan con la letra ‘L‘ una interesante recopilación de frases muy ingeniosas, muy nuestras, muy redondas y que sobre todo son democráticas en su origen y en su proceso de aceptación:

La Biblia en verso: En el año 1839, nació en Igualada (Barcelona) un hombre llamado José María Carulla, que se destacó por ser abogado, servidor del papa Pío IX y fecundo versificador que, entre otras cosas, fue fundador y director del periódico «La civilización» y célebre polemista católico. La Santa Sede lo distinguió con la Cruz de Mérito, en reconocimiento a su ambicioso empeño en trasladar el texto en prosa de la Biblia (o parte de ella) a la forma en verso. Desafortunadamente, la ardua tarea de versificar tan magna obra fue mucho más dura para él, que evidentemente no había sido favorecido por Dios en el reparto de talentos, particularmente en el arte de la poesía. De manera que, el resultado del esfuerzo -concretado en setenta y tres gruesos volúmenes- terminó por ser un fárrago inaudito de rispideces que durante mucho tiempo fue motivo de broma en todos los cenáculos literarios y tanto fue así, que desde entonces, el dicho la Biblia en verso se usó como equivalente de todo aquello que, por su desprolijidad y confusión, resulta difícil de digerir.

La carabina de Ambrosio: Ser la carabina de Ambrosio significa no servir para nada. ¿Pero quién fue el tal Ambrosio del dicho proverbial? No se sabe. Una leyenda poco fiable dice que Ambrosio era un mísero labriego que vivió a principios del siglo XIX. Debido a que las faenas agrícolas no le marchaban bien, el hombre decidió cambiar los aperos de labranza por una carabina y echarse al monte. En su nuevo oficio de bandolero y salteador de caminos tampoco consiguió fortuna. Ambrosio era un hombre menguado de carácter y tan bonachón que a cuantos caminantes detenía lo tomaban a broma. El pobre caco echaba la culpa de sus desdenes a la carabina que portaba, ya que no infundía respeto.

La caridad bien entendida empieza por casa: Lo natural es pensar en las necesidades propias antes que en las ajenas.

La casa invita: Frase que sirve para indicar que el dueño de casa se hace cargo de los gastos de una reunión o agasajo. La procedencia de esta expresión son los bares y pubs de Europa y Estados Unidos en donde sus propietarios invitan a los clientes con una ronda de bebidas.

La cuestión es pasar el rato: Frase que habría difundido el comediógrafo español Eusebio Blasco, con motivo de la respuesta de un señor llamado Sáinz Pardo, Sanz Pardo o Sáenz Pardo, a quien le preguntaban, precisamente, cuál era su nombre y habría respondido: Mire… Sáinz Pardo, Sanz Pardo o Sáenz Pardo da lo mismo… la cuestión es pasar el rato.

La cuadratura del círculo: Famoso problema irresoluble que, sin embargo, generó en el pasado abundante literatura.

La culpa no es del cerdo, sino del que le da de comer: No debemos culpar a ciertas personas por sus fallas; muchas veces, la responsabilidad no es de ellos, sino de quienes les dan las órdenes que ellos deben cumplir.

La curiosidad mató al gato: Frase usada para criticar la curiosidad humana y está basada en el hecho de que el gato doméstico suele ser víctima de trampas mortales, precisamente por ser tan curioso.

La espada de Damocles: Según cuentan Horacio en una de sus «Odas» y Cicerón, en sus «Tusculanas», Damocles era cortesano de Dionisio I, El Viejo (siglo IV, AC), tirano de Siracusa, a quien envidiaba por su vida aparentemente afortunada y cómoda. El rey, con el propósito de escarmentarlo, decidió que Damocles lo sustituyera durante un festín, pero para ello dispuso que sobre su cabeza pendiera una afilada espada desnuda suspendida de una crin de caballo. De esta manera, Damocles pudo comprender lo efímero e inestable de la prosperidad y del lujoso modo de vivir del monarca. La frase la espada de Damocles se utiliza desde hace mucho tiempo, para expresar la presencia de un peligro inminente o de una amenaza.

La excepción hace (o confirma) la regla: Casi todas las reglas -particularmente las de ortografía- tienen una excepción que sirve para confirmarlas.

La fe mueve montañas: Frase bíblica que sostiene que cuando alguien posee una fe inquebrantable, puede lograr lo que se propone, por más difícil que sea el emprendimiento, incluso movilizar una montaña.

La gota de agua orada la roca cayendo no dos veces, sino siempre: Es la frase que con mayor claridad simboliza la perseverancia, debido a que efectivamente, una gota de agua puede, con el correr de los siglos, llegar a modificar la roca. Lo mismo una persona que persiste en su actitud, puede alcanzar el fin perseguido.

La gota que colmó (o rebasó) el vaso: Se aplica para calificar lo que viene a colmar la medida de la paciencia y la comprensión. Cuando la persona usa esta expresión quiere decir que ya no soporta más una situación.

La imprudencia es la hija de la ignorancia: Una crítica a dos defectos del hombre, por la que se desprende que quien es ignorante, puede cometer -como lógica consecuencia- imprudencias irreparables. En inglés, equivale a los tontos se animan donde los ángeles no se aventuran.

La letra, con sangre entra: Dicho que se aplica cuando se le quiere hacer comprender una cosa a alguien, dando a entender que cualquier sacrificio es bueno para que esa persona entre en razones. Lo de «sangre», es metafórico aunque válido.

La ley es pareja para todos: No debe haber excepciones para nadie respecto del cumplimiento de la ley. Si todos cumplen con ella por igual, mejores serán los resultados obtenidos por la acción de la Justicia.

La mar en coche: Locución festiva utilizada luego de una enumeración en la que se ha incluido gran cantidad de elementos, muchas veces de carácter suntuario, para destacar las comodidades de que disfruta determinada persona. Nuestra investigación nos llevó a concluir que podría provenir de la expresión Lamarr en coche, en alusión a la célebre actriz de Hollywood Hedy Lamarr (nacida en Viena como Hedwig Kiessler) famosa por su vida suntuosa.

La mentira tiene patas cortas: Con la mentira no se puede llegar lejos. Siempre, tarde o temprano, se descubre la verdad.

La necesidad tiene cara de hereje: Cuando alguien padece necesidades, no conoce de leyes ni razonamientos y actúa por impulsos, ignorando las normas, como hace el hereje con las creencias religiosas.

La noche se hizo para dormir: Frase alusiva a la conveniencia de aprovechar las horas de la noche para descansar, para luego no andar durante el día padeciendo las consecuencias de haber trasnochado.

La ocasión hace al ladrón: No todas las personas practican el hurto, no todos son ladrones, pero esta frase afirma que en muchos casos, aun la persona que habitualmente no roba, si se le presenta la ocasión, puede ceder a la tentación.

La ocasión la pintan calva: Los romanos personificaban a la diosa Ocasión como una mujer hermosa y con alas, como símbolo de la fugacidad con que pasan ante el hombre las buenas ocasiones u oportunidades. Parada en puntas de pie sobre una rueda y con un cuchillo en la mano, la diosa Ocasión tenía una cabeza adornada por delante con abundante cabellera, mientras que por detrás, era totalmente calva. De manera que, al decir «tomar la ocasión por los pelos», se entendía que debía esperársela de frente, cuando ella venía hacia uno, donde se tendría la oportunidad de tomarla, ya que una vez que había pasado -y al no tener pelos por detrás- sería imposible agarrarla. Con el tiempo, la expresión perdió algo de su sentido original y comenzó a ser utilizada para dar a entender que una cosa se logra más por suerte que por capacidad. Respecto de la variante «(a) la ocasión la pintan calva», alude a la posibilidad inminente de alcanzar un logro y que por ninguna causa puede desperdiciarse la oportunidad.

La parte del león: Es una reminiscencia de la fábula de Esopo «El león y el onagro» (una especie de asno salvaje). Según cuenta el fabulista griego, los dos animales colaboraban en una jornada de caza hasta que cobraron una pieza y llegó el momento del reparto, en la que el león llevaba la voz cantante. Lo primero que hizo fue dividir el animal en tres partes y comenzó a efectuar el reparto: la primera parte era para él, por ser el rey; la segunda, también para él, en su condición de «socio a partes iguales» y, a llegar a la tercera, se detuvo, miró al onagro y le dijo: «Si no te vas de acá, la vas a pasar muy mal». Posteriormente, el modismo quedarse con la parte del león pasó a expresar el abuso de poder y la falta de equidad en el reparto, cuando uno se asocia con alguien más poderoso.

La procesión va por dentro: Habla de la aparente serenidad de alguien, aun cuando sabemos que íntimamente, esa persona está pasando un momento delicado. Por fuera, es una persona medida, serena e incluso puede aparecer divertida, pero por dentro, seguramente está seria -como se marcha en las procesiones- porque está sufriendo.

La renguera del perro: El perro es uno de los pocos animales que pueden fingir una renguera, cuando se ve comprometido. Por extensión, la frase se aplica a la persona que suele simular un malestar con tal de librarse de una responsabilidad.

La risa abunda en la boca de los gansos: El ganso es un ave ingenua cuyo sonido -el graznido- aparece como una «risa tonta». Hay personas que están continuamente riendo sin motivo aparente, por eso, el dicho compara esa risa superflua con la de los gansos y como entre nosotros, la palabra «ganso» tiene una connotación peyorativa…

La ropa sucia se lava en casa: Es una frase equivalente de sacar los trapitos al sol (ver), por la que se sugiere tratar de solucionar los problemas en la intimidad de la familia o empresa, sin necesidad de exponerlos públicamente. La locución pertenecería a Napoleón Bonaparte y habría estado dirigida al vizconde Lainé que criticó públicamente al gobierno de Napoleón.

La sartén por el mango: Tener el poder, manejar las decisiones. La frase es además, el título de una obra de teatro escrita por el destacado actor Javier Portales y el nombre de una canción de la genial compositora María Elena Walsh, cuya letra dice que hay quienes tienen la sartén por el mango… y el mango también. En inglés, equivale a estar sentado en el asiento del que maneja.

La suerte está echada: Frase tomada del latín alea jacta est, expresión que, según Suetonio, fue pronunciada por Julio César cuando se decidió a pasar el río Rubicón (hoy, Fiumicino). Se la emplea para referirse a una decisión extrema que se adopta luego de haber meditado sobre sus probables consecuencias.

La sopa boba: La que daban a los pobres en los conventos. Hoy, vivir de la sopa boba es llevar una vida a expensas de otros.

La tercera, era la vencida: Expresión de tono optimista que asegura que, luego de haber fracasado en dos intentos, la próxima vez se logrará lo propuesto, por lo que se exhorta a la persona a perseverar en su esfuerzo. El origen parece estar en el vocabulario de la lucha cuerpo a cuerpo (y en otras clases de enfrentamientos), en la que el luchador que derribaba tres veces a su adversario ganaba, aunque algunos sostienen que, primitivamente, se consideraba ganador al que mejor se desempeñaba en un total de tres juegos. Como vemos, siempre era el número tres el elegido. En el ámbito de la Justicia de los siglos XVI y XVII, en la práctica procesal del derecho penal, se establecía la muerte al tercer robo, con lo que para el reo, al igual que para el luchador, la tercera, era la vencida.

La unión hace la fuerza: Lema que figura en el escudo de armas de la República de Bélgica y expresa la idea del esfuerzo mancomunado, del que se realiza en forma colectiva, uniendo las individualidades en procura de un logro.

La vida comienza a los cuarenta: Vieja afirmación que adjudica al hombre de esa edad la madurez necesaria para -en base a su experiencia- comenzar a disfrutar de la vida.

Las águilas no cazan moscas: Proverbio de origen latino que solía ser utilizado desde la época de los romanos, para expresar que el hombre superior no debe perder tiempo en pequeñeces.

Las armas las carga el Diablo: Advertencia sobre el uso de armas de fuego. Existe una versión vulgar que la completa con la frase … y las descargan los tontos, en directa alusión a las personas descuidadas que suelen provocar graves e irreparables accidentes.

Las apariencias engañan: En inglés, equivale a no juzgues un libro por su tapa y es la mejor definición para no caer en el error de juzgar equivocadamente a una persona a través de su apariencia.

Las cuentas claras conservan la amistad: Frase utilizada particularmente cuando hay una deuda o aclaración de cuentas de por medio. En ella, se asegura que los amigos han de mantener la relación en tanto y en cuanto no haya deudas de dinero pendientes.

Las cuentas del gran capitán: Indudablemente, el rey Fernando, el Católico, fue un monarca que, junto con su esposa Isabel, sentó las bases de la grandeza de España. Cuentan los cronistas de la época que, además de sus dotes de político eminente, el rey tenía cierta recelosa inclinación por el control de los gastos. Así, una vez le pidió a don Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado el Gran Capitán, las cuentas detalladas de los gastos durante las victoriosas campañas de Italia que culminaron con la conquista del reino de Nápoles. Don Gonzalo, dueño de un gran sentido del humor pero al mismo tiempo, molesto por lo que consideraba una mezquindad después de haber conquistado un reino para su soberano, respondió al rey con las famosas «cuentas», exorbitantes e irónicas, que la leyenda se encargó de magnificar, en la que figuraban conceptos tan variados como extraños. De manera que, una vez llegado al país, don Gonzalo se encargó de confeccionar una lista semejante a esta: Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados… por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados… por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados… por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados… y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados… Ciertas o no, estas cuentas del Gran Capitán corrieron de boca en boca y llegaron a nuestros días como expresión irónica de toda justificación de gastos desorbitados, incoherentes y arbitrarios.

Las cosas claras y chocolate espeso: Cuando desde América, el monje español fray Aguilar envió las primeras muestras de la planta de cacao a sus colegas de congregación al Monasterio de Piedra, para que la dieran a conocer, al principio no gustó, a causa de su sabor amargo, por lo que fue utilizado exclusivamente con fines medicinales. Posteriormente, cuando a unas monjas del convento de Guajaca se les ocurrió agregarle azúcar al preparado de cacao, ese nuevo producto causó furor, primero en España y luego en toda Europa. En esos tiempos, mientras la Iglesia se debatía sobre si esa bebida rompía o no el ayuno pascual, el pueblo discutía acerca de cuál era la mejor forma de tomarlo: espeso o claro. Para algunos, el chocolate se debía beber muy cargado de cacao, por lo que preferían el chocolate espeso, o sea, «a la española»; para otros, el gusto se inclinaba por la forma «a la francesa», esto es, más claro y diluido en leche. Los ganadores, finalmente, fueron los que se inclinaron por el chocolate cargado, por lo que la expresión las cosas claras y chocolate espeso se popularizó en el sentido de llamar a las cosas por su nombre. Entre nosotros, circulaba hace algunos años la variante las «cuentas» claras y el chocolate espeso, usada en relación con las deudas (sobre todo de dinero) que suelen mantener las personas.

Las cuentas del Gran Capitán: Indudablemente, el rey Fernando, el Católico, fue un monarca que, junto con su esposa Isabel, sentó las bases de la grandeza de España. Cuentan los cronistas de la época que, además de sus dotes de político eminente, el rey tenía cierta recelosa inclinación por el control de los gastos. Así, una vez le pidió a don Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado el Gran Capitán, las cuentas detalladas de los gastos durante las victoriosas campañas de Italia que culminaron con la conquista del reino de Nápoles. Don Gonzalo, dueño de un gran sentido del humor pero al mismo tiempo, molesto por lo que consideraba una mezquindad después de haber conquistado un reino para su soberano, respondió al rey con las famosas «cuentas», exorbitantes e irónicas, que la leyenda se encargó de magnificar, en la que figuraban conceptos tan variados como extraños. De manera que, una vez llegado al país, don Gonzalo se encargó de confeccionar una lista semejante a esta: Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados… por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados… por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados… por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados… y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados… Ciertas o no, estas cuentas del Gran Capitán corrieron de boca en boca y llegaron a nuestros días como expresión irónica de toda justificación de gastos desorbitados, incoherentes y arbitrarios.

Las desgracias nunca vienen solas: Justifica la seguidilla de inconvenientes sufridos por una persona, como si el destino se hubiera ensañado con ella.

Las palabras se las lleva el viento: Proverbio que se basa en el concepto de que lo único seguro es lo que está escrito aplicado sobre todo a contratos y promesas de trabajo o algún tipo de bienes, dando a entender que lo que simplemente se promete por medio de las palabras puede no ser cumplido después.

Las paredes oyen: Es un modismo que procede de Francia, del tiempo de las persecuciones contra los hugonotes que culminó en la histórica «Noche de San Bartolomé» o «Noche de los cuchillos largos», episodio sangriento de las luchas religiosas que asolaron Francia en la segunda mitad del siglo XVI. El hecho fue promovido por Catalina de Médicis y el duque de Guisa quienes instigaron a los católicos a llevar a cabo una matanza de hugonotes (seguidores de Calvino), la noche del 24 de agosto de 1572. Según algunos historiadores, en aquellos tiempo, la reina Catalina de Médicis mandó construir, en las paredes de sus palacios, conductos acústicos secretos que permitieran oír lo que se hablaba en las distintas habitaciones, para así poder controlar cualquier conspiración en su contra. La frase las paredes oyen, con el tiempo, pasó a ser utilizada como señal de advertencia acerca de lo que se dice en determinado momento y lugar.

Las ratas son las primeras en abandonar el barco: Es una frase que expresa la realidad: cuando un barco zozobra, son las ratas las primeras que se arrojan al agua. Por eso, el proverbio, trasladado a la vida práctica, se aplica a las personas de bajos sentimientos que huyen ante la primera dificultad y no se enfrentan con el peligro y abandonan a quien deberían acompañar en momentos difíciles.

Le das la mano y se toma el brazo: Frase crítica que se aplica a la persona que comete exceso de confianza, sobrepasando los límites impuestos por el buen gusto y la discreción.

Leer entre líneas: Saber interpretar lo que se dice, aun cuando no esté explícitamente dicho en el texto. La expresión también suele usarse en referencia a lo que se manifiesta en forma oral.

Levantar cabeza: Recobrarse o reestablecerse luego de una enfermedad o de haber pasado un momento económico difícil. Salir de la pobreza.

Ley draconiana: Esta expresión se aplica a las leyes o circunstancias excesivamente severas. Su origen se encuentra en las leyes de Dracón, primer legislador ateniense que vivió a finales del siglo VIII a. de C. Dracón, célebre por la crueldad de sus leyes, recibió el encargo del emperador de Grecia de redactar el código criminal ya entonces vigente sólo por la tradición. Es pues de suponer que la crueldad de Dracón, más que personal, fuera el fiel reflejo de la época bárbara e inhumana que le tocó vivir. La legislación draconiana castigaba casi todos los delitos con la pena de muerte. Popularmente se decía que las leyes de este legislador no estaban escritas con tinta, sino con sangre.

Liar los bártulos: Este modismo, que hace referencia a los preparativos necesarios para emprender un viaje, una mudanza u otra empresa, nace en la figura de Bártolo Sasso-Ferrato (1314-1357), jurisconsulto italiano y consejero del emperador Carlos IV. Sus obras, comprendidas en 13 volúmenes, sirvieron de base de estudio, durante 3 siglos, a los estudiantes de toda Europa. Los estudiantes de Derecho de la Universidad de Salamanca tomaban sus notas de la obra del ilustre tratadista, y una vez concluida la clase, ataban los apuntes por medio de cintas o correas. Al conjunto de estas notas se la conocía familiarmente como bártulos. De aquí que en el argot estudiantil la tarea de reagruparlos y atarlos una vez utilizados viniera a llamarse liar los bártulos.

Lágrimas de cocodrilo: Por motivos que se ignoran o quizá porque la imagen del reptil ha estado siempre ligada a hechos misteriosos, muchas son las leyendas que se cuentan acerca de la conducta del cocodrilo, algunas de ellas relacionadas con su actitud ante sus presas. Desde tiempos remotos, se sostenía que el saurio, para atraer a sus víctimas emitía un extraño e insinuante gemido. Otros autores añadían que, una vez devorada la presa, el temible reptil lloraba sobre los despojos de su comida, quizás afligido porque el festín hubiese terminado tan de prisa y no falta quien asegura que suele comerse a sus propias crías, desconociendo en este caso que la hembra acomoda a los más pequeños dentro de sus fauces para llevarlos al río, donde luego los suelta para que comiencen a nadar por sus propios medios. Asimismo, se sabe que las famosas lágrimas de cocodrilo son una secreción acuosa que mantiene húmedos los ojos del animal, fuera del agua, pero no tienen nada que ver con el llanto, debido a que las glándulas salivales y las lacrimales de este animal están situadas muy cerca unas de las otras y por eso, se estimulan constantemente, lo que hace que al animal mientras llore mientras come. Todo esto, sumado a la fantasía popular sirvió para dar origen a la expresión lágrimas de cocodrilo, con la que se alude al dolor fingido de alguien ante cualquier suceso desgraciado, dolor que no es tomado en serio por ninguna de las personas que lo contemplan.

Llámale hache no saber ni jota: Hemos reunido dos dichos en una explicación, debido a que ambos tienen relación con letras de nuestro alfabeto. Hasta el siglo XVI, la letra «h» en nuestro idioma, tenía un valor fricativo laríngeo y se la pronunciaba casi como una jota, lo que hoy solemos decir una «hache aspirada». Pero, al hacerse átona por pérdida de ese sonido, cayó en menosprecio de la gente sencilla, de donde, como consecuencia nació el modismo llámale hache, como equivalente en el lenguaje familiar de es lo mismo, da lo mismo una cosa que otra, o sea, que da igual la presencia o ausencia de la letra hache. Entre nosotros, se la usa como expresión de justificación similar a la que dio origen al dicho. La letra «j» proviene de las lenguas primitivas del Medio Oriente, como el hebreo, el caldeo y el siríaco, y era la más pequeña de esos alfabetos, por lo que su nombre llegó hasta nosotros como equivalente de cosa pequeña o insignificante. En la escritura hebrea, por otra parte, la iod -o sea, la jota- participaba como rasgo inicial de todas las demás letras. De ahí que el modismo no saber ni jota alude a la extrema ignorancia de alguien en una cosa determinada y así es como lo utilizamos en la actualidad.

Llamarse Andana: Antiguamente, la persona que había cometido delito y alcanzaba a refugiarse en una iglesia (o antana como se la llamaba en germanía) quedaba fuera del alcance de la Justicia, siempre y cuando permaneciese en ese lugar. Asimismo, cuando a un malhechor se le preguntaba su nombre durante un interrogatorio, aludiendo al derecho de asilo, respondía: Me lamo Antana. Con el tiempo, por un proceso lógico del término, antana, vino a transformarse en andana, de donde la frase hecha llamarse Andana acabó por ser expresión de ese raro derecho de asilo, que la ley reconocía y admitía. Por afinidad, el modismo pasó posteriormente al lenguaje común como equivalente de eludir o excusarse de obligaciones o de cumplir castigos.

Llevar al huerto: Se dice desde que la Celestina consiguió llevar a Melibea al huerto en que esperaba Calixto.

Llover a cántaros: El cántaro es una vasija grande de barro o metal, por eso, las lluvias intensas son calificadas de esa manera, como si desde el cielo, alguien estuviera arrojando el contenido de millones y millones de cántaros.

Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre: La expresión se utiliza para recriminar la falta de firmeza de un hombre en sus actitudes. La frase la pronunció la madre de Boabdil -último rey moro de España- cuando éste se detuvo llorando sobre un montículo (llamado desde entonces «El suspiro del Moro»), a contemplar por última vez la ciudad de Granada. Según fray Antonio de Guevara, la frase habría sido justa cosa es que el rey y los caballeros lloren como mujeres pues no pelearon como caballeros.

Llorar sobre la leche derramada: Cuando a alguien se le derrama leche que ya ha hervido, no tiene sentido lamentarse. Aplicado en la vida cotidiana, este proverbio aconseja no quejarse luego de sucedida la desgracia.

Lo barato sale caro: Muchas veces, pagamos muy poco por algo que nos es imprescindible, pero con el tiempo ese objeto nos demuestra que su calidad es realmente inferior al producto que nos hubiera resultado más caro.

Lo bueno, si breve, dos veces bueno: Clásico proverbio de Gracián, en el que se demuestra el valor de ser breve, conciso y, sobre todo, preciso en nuestras manifestaciones tanto orales cuanto escritas.

Lo conocen hasta los perros: El dicho alude a la figura de don Francisco de Chinchilla, alcalde de Madrid a fines del siglo XVIII. Este buen señor acostumbraba a presentarse en los mercados, acompañado de sus alguaciles y guardias, al menor signo de disputa o riña, logrando -con su sola presencia- calmar los ánimos de los presuntos contendientes, de manera que la calma volvía a reinar en el lugar. También se cuenta de don Chinchilla que, en cierta oportunidad, con el propósito de mejorar las condiciones de salud de los madrileños, dictó una ordenanza que autorizaba a los alguaciles a matar a pedradas a todos los perros abandonados y vagabundos. La orden fue cumplida al pie de la letra y muy pronto se pudo ver por las calles Madrid un gran número de lapidaciones de perros vagabundos. Y llegó a tal punto la cuestión, que la gente comenzó a decir que los animales realmente conocían a su verdugo, ya que con la sola presencia de don Chinchilla, los canes empezaban a aullar y salían corriendo. Con el tiempo, la expresión lo conocen hasta los perros se aplicó para dar a entender que alguien es muy popular.

Lo cortés no quita la valiente: Se puede ser atento y comprensivo con una persona, sin dejar de ser exigente con ella.

Lo mejor es enemigo de lo bueno: Cuando se pretende la excelencia, suele dejarse de lado la eficiencia, por eso el dicho que parece un contrasentido.

Lo mismo digo: Frase hecha que tuvo su origen en los velatorios, entierros y funerales de fines del siglo XVIII a la hora de expresar el pésame. Una vez que el primero de los asistentes expresaban su condolencia a los deudos del muerto, para no repetir conceptos, los que seguían en la fila pronunciaban esta frase.

Lo pasado pisado: Es una invitación a olvidar lo que sucedió hace tiempo, como si se sugiriera a la persona dar vuelta la página para no quedar atrapado por los recuerdos, no importa si buenos o malos.

Lo prometido es deuda: Es una invitación a cumplir con lo que se promete, debido a que muchas personas no le dan a su palabra el valor que corresponde. Se supone que la palabra de una persona debe valer tanto, que el solo hecho de prometer algo significa contraer una deuda. Aunque a alguno le parezca mentira, hubo una época en que esto se cumplía y no eran necesarios los contratos.

Lo que abunda no daña: Expresión familiar que prefiere el exceso de cosas buenas sobre la carencia de ellas. Entre nosotros, circula la forma mejor que sobre y no que falte, con idéntico valor.

Lo que cuesta, vale: Podría considerarse a esta frase el complemento de lo barato sale caro, ya que cuando una cosa es considerada cara por su valor monetario, debe reconocerse que en la misma medida, ese objeto debe tener más valor que otro.

Lo que es moda no incomoda: Frase que sirve para justificar el uso de cualquier prenda de vestir o adorno, debido a que cuando es «moda», es decir, lo usa la mayoría de las personas de determinado grupo social, a nadie le importa si es lindo o feo, si le queda bien o mal, etcétera.

Lo que Natura no da, Salamanca no presta: Frase con la que -supuestamente- los encargados de administrar los bienes de la célebre Universidad de Salamanca le negaron ayuda a Cristóbal Colón, quien luego la recibió de los reyes Fernando e Isabel. La expresión se aplicó posteriormente para justificar, en una persona, la carencia de algún talento, como si dijéramos que lo que no se trae de nacimiento, no se obtiene con la práctica.

Lo que se hereda no se hurta: Cuando una persona hereda algo de un familiar, se dice que le corresponde, que no lo robó. Esta frase se aplica, generalmente, para hacer referencia a algunas virtudes heredadas de un antecesor.

Lo que viene fácil, fácil se va: Es una crítica al poder, el éxito o la riqueza que se obtienen de una manera fácil, sin esfuerzo. De la misma forma que se lograron, se pueden perder.

Loro viejo no aprende a hablar: Por más que una persona pretenda cambiar de hábitos a una edad avanzada, no va a lograr mayores progresos, debido a que por lo general, el ser humano adquiere a lo largo de su vida, hábitos y costumbres difíciles de erradicar.

Los amantes de Teruel: Leyenda del siglo XIII que narra el amor imposible entre Juan Diego Martínez de Marcilla e Isabel de Segura. Varios autores, como Tirso de Molina, la recogieron en sus obras. Se suele añadir la coletilla «tonta ella y tonto él».

Los amigos de mis amigos son mis amigos: Afirmación que aplica el carácter transitivo en las relaciones humanas. En realidad, la frase alude a la confianza que nos merecen nuestros verdaderos amigos en cuyas amistades confiamos como si fueran ellos mismos.

Los de afuera son de palo: Es una invitación al silencio y a abstenerse de intervenir, para las personas que son ajenas a una discusión, conflicto o juego, debido a que no tienen parte activa en la cuestión. Ser de palo (o su equivalente ser de madera, por lo inerte de este material) representa la idea de la marginación total de una o varias personas en un tema. Paradójicamente, la expresión ser «del» palo se difundió últimamente como equivalente de «pertenecer a la misma actividad, profesión, ideología política o preferencia deportiva».

Los últimos serán los primeros: Promesa de las Sagradas Escrituras (Mateo 20, 16) para quienes se sienten postergados en este mundo, por la cual se les asegura que dejarán de ocupar ese lugar cuando se encuentren ante la presencia del Creador.

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