LOS ESPAÑOLES Y EL LENGUAJE

Dichos populares (T): una sabiduría milenaria que se va perdiendo en nuestro lenguaje cotidiano

Dichos populares (T): una sabiduría milenaria que se va perdiendo en nuestro lenguaje cotidiano
Escuela, aprender, escribir, letras y palabras. PD

No hay que ser catedrático de Lengua Española para disfrutar con esta recopilación de dichos, refranes y frases. Basta con saber apreciar el ingenio de la sabiduría popular.

Os facilitamos aquí, comenzando hoy por las que arrancan con la letra ‘T’ una interesante recopilación de frases muy ingeniosas, muy nuestras, muy redondas y que sobre todo son democráticas en su origen y en su proceso de aceptación:

Tal para cual: Podría equipararse con la frase de tal palo, tal astilla, ya que refiere a las virtudes y defectos que hermanan a dos personas.

Tanto va el cántaro a la fuente que, al final, se rompe: El cántaro es una gran vasija -generalmente, de barro- que las mujeres de la antigüedad llevaban a la fuente o al río para cargarlas con agua. Por supuesto, de tanto ir y venir desde y hacia la fuente, muchas veces se rompía debido al material de que estaba construido. En la actualidad, la frase se usa para recalcar que, ante la insistencia de una persona en determinada actitud, finalmente termina por provocar un contratiempo.

Tener agallas: Ser osado o valiente ante cualquier situación; mostrar resistencia ante la adversidad. El término agallas no se refiere a las branquias de los peces, sino a las protuberancias de la corteza de algunos árbo-les, que tienen una forma parecida a los testículos del hombre.

Tener cola de paja: Antiguamente, el dicho completo era «el que tiene cola de paja no debe acercarse al fuego», debido a que teniendo la cola de paja y al aproximarse al fuego, las probabilidades de combustión se acrecientan. En la actualidad, es una acusación a quien se siente responsable de algo que ha sucedido, sin haber recibido explícitamente el cargo.

Tener cuerda para rato: Tener mucha vida por delante o tener mucho tiempo para dedicarle a una actividad o a una persona.

Tener el rancho cascoteado/Tener la manzana rodeada: Ambas frases aluden a la circunstancia de sentirse acosado y seriamente comprometido. Tener el rancho cascoteado se usa con mayor frecuencia en el ámbito rural, debido a que menciona la clásica vivienda del gaucho; tener la manzana rodeada, en cambio, es más usada en la ciudad y la acción se compara con el procedimiento utilizado por la policía, cuando rodea la manzana para lograr la detención de un delincuente.

Tener gancho: Locución usada preferentemente en el ámbito escolar, donde se la aplica al niño o niña que, por cuestiones de simpatía personal, goza de la preferencia de su maestra o maestro.

Tener la vaca atada: Tener la riqueza asegurada, no pasar apremios.

Tener malas (o pocas) pulgas: Ser una persona de mal carácter.

Tener muchas horas de vuelo: En el ambiente de los pilotos de avión es muy importante la experiencia acumulada, y como la experiencia sólo se obtiene practicando el vuelo, es común que cuantas más «horas de vuelo» tenga un piloto, mayor será su posibilidad de progreso y reconocimiento. En sentido figurado, la expresión puede aplicarse en la vida cotidiana.

Tener muchas ínfulas: En la Antigüedad, se llamaban «ínfulas» a unas tiras o vendas de las que pendían dos cintas llamadas «vittae», una a cada lado de la cabeza. Las «ínfulas» se usaban arrolladas en la cabeza a manera de diadema o corona, y solían lucirlas los príncipes y sacerdotes paganos, como señal distintiva de su dignidad. Con estas «ínfulas» se adornaban también los altares y -en algunas ocasiones- las víctimas que eran llevadas al sacrificio. Pero cuantas más eran las ínfulas y mejor la calidad de su confección, más importante era considerada la persona que las portaba, por lo que, era muy común escuchar hablar de víctima de muchas ínfulas. Con el tiempo, el dicho pasó a designar a todo aquel que actúa con habitual vanidad y orgullo desmedidos y, por lo general, despreciando al prójimo.

Tener muchos humos: Existía entre los romanos, la tradicional costumbre de adornar el atrio de las viviendas con los bustos y retratos de toda su ascendencia, con el objeto de demostrar la longitud y la importancia de su linaje. Estos objetos, por efecto del humo y del paso del tiempo, adquirían una coloración oscura de la que los habitantes de la casa solían ufanarse, ya que cuanto más intensa era esa pátina de ranciedad, más crecía la respetabilidad de la familia, en base a la memoria de sus ancestros. Ese es el origen de la expresión tener muchos humos que hoy aplicamos análogamente para manifestar la fea actitud de quien actúa con engreimiento y presunción inmoderados. El mismo valor adquirió la locución subirse los humos a la cabeza.

Tener ojos en la nuca: Estar muy prevenido y alerta, como si esa persona real-mente tuviera un par de ojos en la nuca y así pudiera observar lo que sucede a sus espaldas.

Tener sangre de pato: Ser muy tranquilo, pusilánime, no reaccionar ante la adversidad o ante la agresión, comparado con el pato cuya pasividad es notable.

Tener tupé: Tener atrevimiento, desfachatez, descaro.

Tener un cocodrilo en el bolsillo: Ser amarrete, «agarrado», avaro, poco amigo de poner dinero propio, como si realmente dentro de su bolsillo tuviera un cocodrilo que le impidiera meter la mano.

Tener un corazón de oro: Podría equivaler a tener un gran corazón, debido a que para nosotros, «tener corazón» tiene el valor de «ser bueno» y si además de tener corazón, decimos que es «de oro», estamos hablando de alguien cuya bondad merece destacarse.

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