Habrá quien diga ahora que detrás de tanto signo de adhesión al Caudillo estaban la ‘presión social difusa’ o el ‘miedo cerval’, pero no cuela.
Uno ve las imágenes de los recibimientos a Francisco Franco en Barcelona o repasa las portadas de La Vanguardia, ese diario entregado ahora con armas y bagajes a la anti España independendentista, y aflora la verdad, aunque la nieguen.
De la misma forma que en Madrid, cuando el PSOE de Sánchez y los podemitas de Iglesias, con la pasividad de PP y Ciudadanos, se ponen a homenajear a las víctimas del franquismo, los españoles que hayan querido enterarse saben ya que el homenaje suele ser a cientos de asesinos chekistas del PSOE, del PCE, de la CNT y de otras organizaciones del Frente Popular, quien sepa leer ya sabrá que el catalán prohibido y perseguido supuestamente en el franquismo gozaba de más horas de clase a la semana de las que hoy goza el español en Cataluña.
Así las cosas, sin objeción alguna por el Ministerio de Educación de la época, se impartían en las escuelas catalanas 5 horas de clase semanales de catalán.
Y algunas informaciones apuntan a que, en realidad, podían ser más.
Hoy se imparten 2 horas semanales de español en los colegios catalanes.