Cuando Moctezuma II se encontró con el conquistador español Hernán Cortés en Tenochtitlán no se tocaron

Reunión de los descendientes de Moctezuma que viven en México y España 500 años después y la “farsa” de los Moctezuma catalanes

Reunión de los descendientes de Moctezuma que viven en México y España 500 años después y la “farsa” de los Moctezuma catalanes
Reunión de los descendientes de Moctezuma que viven en México y España 500 años después y la “farsa” de los Moctezuma catalanes BBC

Los historiadores aclaran que el ceremonial de la corte azteca dictaba que el tlatoani -término que a menudo se traduce como emperador- no debía mantener contacto físico, según recoge el autor original de este artículo Pablo Esparza en BBC y comparte Francisco Lorenson para Periodista Digital.

Aquel encuentro distante entre dos mundos sucedió el 8 de noviembre de 1519. Y, junto ala sumisión del imperio azteca a la corona española, supuso un punto de inflexión en la Conquista de México.

500 años después, el gobernante azteca continúa siendo una figura casi mítica y reivindicarse como descendiente del gran tlatoani es para algunos un motivo de orgullo.

Pero, ¿realmente se puede rastrear el linaje de Moctezuma después de tantas generaciones? ¿Quiénes son sus familiares lejanos actuales? Y, ¿qué implicaciones tiene este parentesco?

La respuesta a la primera pregunta es contundente.

«No es un mito. Yo calculo que hoy en día en México habrá más de unos 300 descendientes documentados solo de Isabel de Moctezuma, hija de Moctezuma II».

«Y descendientes de Pedro Moctezuma, hermano de Isabel, hay también una gran cantidad», le dice a BBC Mundo Alejandro González Acosta, investigador de la Universidad Autónoma de México y uno de los mayores expertos del mundo en el linaje del tlatoani.

«Acá en México, algunos de los descendientes suelen hacer una reunión anual muy bien organizada. Cada una de las ramas dentro del linaje se identifica con un color. Yo creo que los de España no se reúnen tanto como los de aquí, que tienen más vínculo entre ellos», agrega el historiador.
Mirar atrás y determinar quiénes fueron los hijos de Moctezuma es uno de los primeros pasos para poder discernir quiénes son sus descendientes reales en la actualidad.

Esa tarea resulta compleja dado el difícil acceso a fuentes fiables y a la práctica de la poligamia, muy extendida en aquella época entre los aztecas, que hizo que el tlatoani tuviera un número indeterminado de vástagos con varias mujeres.

Sin embargo, el número de hijos de los cuales se conservó documentación, cuyos nombres fueron castellanizados, es limitado.

«Documentados tenemos a doña Isabel, Leonor y doña María, que muere joven y sin casarse.»

«También está doña Francisca, que opta por mantenerse en el círculo de la nobleza indígena y se le pierde el rastro», cuenta María Castañeda de la Paz, historiadora del Instituto de Investigaciones antropológicas de la Universidad Autónoma de México, en diálogo con BBC Mundo.
«Tenemos por tanto registros de descendientes de doña Isabel y de doña Leonor. Y luego está don Pedro, el otro hijo, del que también existen descendientes documentados», agrega la investigadora.

De estas líneas proceden los actuales descendientes confirmados de Moctezuma repartidos por México, España y, en menor medida, por otros países como Argentina, Italia y Estados Unidos.

Pese al parentesco, muchos de ellos, aclara González Acosta, no mantienen el apellido Moctezuma.

«Casi el 99% de los descendientes auténticos de Moctezuma hoy en día no portan el apellido porque a través de la historia ha pasado por la línea femenina y se ha perdido», apunta el historiador.

«Por otro lado, el hecho de tener el apellido Moctezuma no significa necesariamente que sean descendientes».

«Si no existen los papeles probatorios no tienen por qué serlo. Es como sucede con muchas personas que tienen apellidos de gran notabilidad como Álvarez de Toledo o De la Cerda, que son apellidos de la alta nobleza titular española, pero que en realidad muchas veces son descendientes de sujetos que estaban en América y fueron apadrinados, bautizados o incluso esclavizados por estos personajes que les aportaban su apellido», agrega.
El rastreo de los antepasados de los actuales descendientes de Moctezuma a lo largo de los siglos es posible, apuntan los expertos, gracias a los privilegios y la consideración de nobles que la corona española mantuvo con la familia del tlatoani.

Algunos de sus hijos entroncaron con españoles y sus huellas perduraron en documentos y archivos.

«Los Moctezuma tienen unos privilegios especiales porque su padre le entregó su reino al rey de España a través de Cortés. Por eso se le reconoció como su más fiel vasallo. Nunca se enfrentó», apunta María Castañeda de la Paz.

«Los indígenas participaron en la conquista junto a los españoles y fueron un elemento muy importante. Por tanto, la corona reconoce a la mayoría de nobles indígenas, que siempre mencionan su participación en la conquista», explica la experta en historia mexicana del siglo XVI

Desde muy temprano, señalan los investigadores, se producirán continuos «trasvases» de descendientes de Moctezuma a uno y otro lado del Atlántico.

Esto explica que sus familiares actuales estén repartidos sobre todo entre México y España.

«La línea del primogénito varón, don Pedro de Moctezuma, está perfectamente documentada y legalizada. El principal descendiente de esa línea es el duque de Moctezuma de Tultengo actual, que reside en España», señala González Acosta.

«También hay dispersos por el mundo descendientes de Isabel Tecuichpo Moctezuma, hija de Moctezuma. En Granada, por ejemplo, están los condes de Miravalle, que descienden de ella».

«Hace un tiempo falleció la condesa de Miravalle, pero heredó el título su hija, Carmen Ruiz Henríquez de Luna», agrega.
El historiador de la UNAM desgrana nombres y anécdotas sobre los descendientes del tlatoani y destaca la importancia que tuvieron algunos de ellos en la historia española.

«Hubo un conde de Moctezuma, Alonso Marcilla de Teruel Moctezuma, que fue alcalde de Madrid en la época de Fernando VII. Y otro Moctezuma, Francisco Javier Girón, duque de Ahumada, fundó la Guardia Civil española. Su fundador fue un Moctezuma», apunta entre risas.

Pero, ¿hasta qué punto el abolengo y las glorias pasadas o presentes otorgan a los continuadores de este linaje ilustre algún derecho dinástico sobre una supuesta corona imperial mexicana, como se ha sugerido en ocasiones?

Acosta descarta ese tipo de planteamientos y los califica de «locura».

«Descendencia dinástica no hay ninguna. Cuando Moctezuma II muere, el cargo de tlatoani, jefe de la triple alianza, continúa hasta Cuauhtémoc. Por tanto, descendencia que pueda alegar algún derecho monárquico a alguna corona de México, no existe».

«Lo que sí hay es descendencia sanguínea», matiza el historiador.

No obstante, durante siglos, una de las ramas de descendientes de Moctezuma percibió una cantidad de dinero derivada de su condición de terratenientes -la conocida como «pensión de los Moctezuma»- que se convirtió en un terreno abonado para los reclamos y la polémica.

Esta renta era en realidad un censo enfitéutico, una cantidad que recibían los propietarios a cambio de ceder el usufructo de tierras o edificios.

«No era pensión ni era de los Moctezumas en general. No se les pagaba por ser descendientes de Moctezuma sino por ser propietarios de una tierra que les concedió el rey de España», apunta González Acosta.

«Además no era a todos los Moctezuma. Los herederos de Pedro de Moctezuma nunca la recibieron».

«Esta ‘pensión’ se dispone por una cédula de Carlos V de 1552 a favor de Isabel de Cuichpo Moctezuma y es solamente para sus descendientes. Una parte son los Miravalle, que están en Granada, y otra parte viven acá en México», agrega el estudioso.
Durante más de 300 años, los descendientes de la hija del tlatoani percibieron ese pago, que se mantuvo durante todo el virreinato y también tras la independencia de México, cuyos gobiernos lo respetaron hasta 1934.

En ese momento, el entonces presidente Abelardo L. Rodríguez abolió la «pensión de los Moctezuma». Fue una decisión que algunos descendientes disputan hasta hoy.

«Después de aquello vino la Guerra Civil Española en 1936 y se rompen relaciones entre México y España. Tras la muerte de Francisco Franco, en 1975, hubo gestiones de los descendientes para reclamar este asunto», dice González Acosta.

«Ellos me han dicho que no les interesa la parte económica sino la parte simbólica. Ser reconocidos como los descendientes de Moctezuma», sugiere el historiador.
Este tipo de privilegios -además del prestigio asociado a ser descendiente de la realeza azteca- hizo que a lo largo de los siglos surgieran numerosos reclamos falsos de consanguinidad con Moctezuma.

De entre estos pretendientes dudosos, uno de los que más tinta hizo correr es el que sitúa una línea de descendientes de Moctezuma en el pequeño pueblo de Toloriu, en el Pirineo catalán.

De acuerdo con esta historia, una supuesta hija de Moctezuma llamada Xipaguazín -o María, tras su bautismo- llegó a Cataluña de la mano de un -también presunto- Joan de Grau, varón de Toloriu, que habría acompañado a Cortés en la conquista de México.

Algunas versiones añaden que, en su viaje al Pirineo, la supuesta princesa llevó consigo un valioso tesoro del cual se perdió el rastro.

Con estos elementos no es de extrañar que este relato haya servido de fuente de inspiración para novelas y artículos.

Los historiadores consultados, en cambio, descartan la veracidad de esta historia y sitúan su origen en los años 50 del siglo XX.

En aquella época, señalan, el barcelonés Guillermo Grau Rifé la utilizó para presentarse como descendiente de Xipaguazín y autoproclamarse príncipe Guillermo III de Grau-Moctezuma.

«Fue una farsa, un fraude. Además, muy burdo. Este señor Grau se inventó que era descendiente y se autonombró gran emperador de México, pero fue desenmascarado», asegura Acosta.

«Para empezar, María Xipaguazín no existió. Ni con ese nombre. Además, no existe ningún documento que diga que una hija de Moctezuma navegó y se fue a España. No hay nada de eso», añade.

Y -concluye- no existió ningún conquistador con el nombre de Joan de Grau.

Tampoco en la zona del Pirineo que supuestamente fue escenario de aquellos hechos se tiene constancia de la existencia de un barón de Toloriu llamado Joan Grau.

«No hubo nunca una baronía en Toloriu. Con lo cual no hay base real. No es ni siquiera una leyenda local. Es una invención de este señor que en los años 50 subía al pueblo y se declaraba descendiente de aquel supuesto matrimonio», le explica a BBC Mundo Carles Gascón, técnico de patrimonio del Consejo Comarcal del Alt Urgell, al cual pertenece Toloriu.
Sin embargo, indica el historiador, esta historia llegó a cuajar hasta cierto punto a nivel local a lo largo de los años.

Aún hoy en día, en la iglesia de Toloriu se puede ver una placa conmemorativa del enterramiento de la presunta princesa azteca. Un «homenaje» que el mismo Guillermo Grau hizo colocar.

«Es un constructo que nació en los años 50, pero la memoria es muy fina. Es algo de lo que se ha hablado tanto y se ha hecho tanta propaganda que es natural que alguna gente lo acabe creyendo», sugiere el escritor e historiador local Albert Villaró.

Pero los presuntos descendientes catalanes de Moctezuma no fueron los primeros en querer sumarse a la saga.

«Son muchos los casos que no se pueden probar. En el siglo XVIII se copian muchos papeles y documentos y hay personas que se dicen descendientes sin que esto sea cierto», afirma María Castañeda.
Por este motivo, los expertos consultados por BBC Mundo insisten en la necesidad de que existan documentos fiables para hablar con propiedad de descendientes del tlatoani.

«Lo primero es probar que los papeles son auténticos», insiste González Acosta.

«No hay que olvidar que detrás de estas pretensiones había muchas veces un interés económico. Durante siglos tener un título implicaba una serie de privilegios. Después ya no».

«Ahora los aristócratas titulados viven de su trabajo. En todo caso reciben beneficios por las propiedades que tienen, pero nadie recibe un dinero por ser duque. Hoy en día tener un título hasta te cuesta dinero», concluye el historiador.

 

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