Los cinco pilares de la felicidad del niño

Relación: Castigo

CÓMO EDUCAR PARA GENERAR ADULTOS FELICES

Relación: Castigo
Escuela, educación, alumno, estudio y castigo. PD

El castigo es el procedimiento por el cual a una conducta no deseada le sigue una consecuencia desagradable. Como en el refuerzo, también hay dos tipos de castigo:

  • •     Castigo positivo. Cuando se añade un estímulo aversivo. Por ejemplo, mostrar desacuerdo ante una conducta del niño
  • •     Castigo negativo. Cuando se elimina un estímulo agradable. Por ejemplo, cuando sancionamos una conducta privándole del teléfono móvil temporalmente

Hablar de castigo no es políticamente correcto, es tabú e incluso hay científicos y catedráticos de universidad que, ante a los medios de comunicación o en publicaciones divulgativas, defienden justo lo contrario a lo que dicen en entornos más académicos.

Se suele esgrimir que usar el castigo puede afectar a la autoestima del niño y causar daños emocionales y relacionales.

Ciertamente, golpear al niño, o por el contrario premiarlo todos los días con un billete de cincuenta euros, puede ser muy perjudicial para su emocionalidad y desarrollo.

Lo que sí sabemos que afecta muy negativamente a la emocionalidad y al desarrollo del niño es no usar el castigo cuando corresponde.

Ante todo hay que señalar, subrayar y dejar bien claro que cualquier posible efecto negativo del castigo se amortigua o desaparece si este se aplica en un en- torno de amor y afecto.

Cuando es así, el niño canaliza el castigo hacia la conducta sancionada y no hacia su autoestima o a la relación.

Si el entorno no fuese el más propicio para el afec- to, como podría ser el académico, el castigo deberá es- tar tasado y publicado, como pueden ser los suspensos, la exclusión del grupo o el reproche social por señalar algunos de los más habituales.

En todo caso, si existe una alternativa mejor al castigo optaremos por ella, lo que no debe impedir su uso cuando sea imprescindible y con las condiciones que estamos señalando.

Como los premios, los castigos deberían ser inmediatos, proporcionados, ajustados a la edad y características psicológicas del niño.

La intensidad debe ser la suficiente para que cese la conducta no deseada.

Si falta intensidad el niño se irá inmunizando contra el castigo y cada vez será más resistente a él.

No se debe utilizar el chantaje emocional ni amenazar con la pérdida de cariño.

Además sea cortés y educado también cuando usa el castigo, alejando en lo posible la emocionalidad y el enfado.

Recuerde que esta es otra herramienta más que la evolución ha dejado a muchas especies incluida la nuestra.

  • No haga depender la intensidad del castigo de la proporción de su enfado.
  • Nunca compare a su hijo con los demás; recuerde que su hijo es único y hágaselo sentir.
  • No castigue al niño sino a la conducta no deseada.
  • Evite los gritos y las amenazas.
  • Si tiene que usar el castigo hágalo sin vacilaciones pero no use las amena- zas ya que le quitan autoridad y estropean la relación.
  • El castigo no debe ser un hábito sino un recurso inteligente, equilibrado, eficaz y para usar cuando no disponemos de otra alternativa mejor.

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Autor

Alberto Guzmán Ortega

Alberto Guzmán Ortega es Psicólogo y Terapeuta de Conducta. Su actividad profesional se viene desarrollando tanto en el ámbito de la Psicología Clínica como en la terapia individual y familiar. Ser padre, así como trabajar con niños y jóvenes, ha contribuido a reforzar la valoración que este momento vital representa para él.

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