El PSOE va a ser víctima de su Ley de Memoria Histórica

El socialista Largo Caballero, alias ‘El Lenin Español’, perderá su calle en Madrid, pero seguirá con estatua

Estamos decididos a hacer en España lo que se ha hecho en Rusia. El plan del socialismo español y del comunismo ruso es el mismo” Largo CaballeroEl Socialista, 9 de febrero de 1936.

PP, Ciudadanos y VOX han llegado a un acuerdo para quitar la calle de Francisco Largo Caballero en Madrid.

Lo han hecho a instancias de los de Santiago Abascal, que presentan su propuesta en el pleno municipal de este martes, 29 de septiembre de 2020.

Será la primera vez en la capital que un líder del PSOE -fue presidente del partido, secretario general de UGT y presidente del Gobierno- pierda su placa en virtud de la ley de Memoria Histórica diseñada por Zapatero en 2007.

Veremos ahora que hacen con la estatuta, que se le colocó en tiempos de UCD y luce junto a los Nuevos Ministerios de Madrid.

Si José Luis Martínez-Almeida y Begoña Villacís no dan marcha atrás a la hora de votar, los operarios municipales procederán a la retirada de dos placas: la referida a la calle -en el distrito de Ciudad Lineal- y la correspondiente a su casa natal, en la plaza de Chamberí.

El proceso de votación será complejo. La propuesta de VOX también incluye la abolición de las menciones en el callejero a Indalecio Prieto, también líder socialista en tiempos de la República y de la Guerra Civil. Una circunstancia que el PP ha aceptado, pero que Ciudadanos está tratando de evitar.

Los de Inés Arrimadas exigirán una enmienda de viva voz para que los nombres de Prieto y Largo Caballero puedan votarse por separado. Y no está claro que Vox vaya a aceptarlo. Ese es el principal escollo del debate.

La exposición de motivos que alegará Javier Ortega Smith en calidad de portavoz -y que apoyarán PP y Cs- define a Francisco Largo Caballero (1869-1946) como un hombre de «sanguinaria trayectoria política y personal». Su calle -expondrá Vox- «es una ofensa para los madrileños que sufrieron sus crímenes y sus pillajes».

El golpe de Asturias

Ortega Smith recordará el golpe de Estado que dio Largo Caballero contra la II República en 1934, la llamada «revolución de Asturias». Un delito por el que acabó en la cárcel, aunque la sentencia final le absolvió «por falta de pruebas».

Presidente del Consejo de Ministros durante la Guerra Civil -antes ministro, presidente del PSOE y secretario general de UGT- Largo Caballero era conocido como el «Lenin español» debido a la beligerancia de su discurso. Revolucionario confeso, llegó a decir que los socialistas irían a la guerra en caso de que «las derechas» ganaran las elecciones de febrero de 1936.

Largo Caballero era un sectario peligroso y PP, Ciudadanos y Vox coinciden en tacharlo de «antidemócrata».

Tras la guerra, se exilió en Francia, donde fue detenido por la Gestapo a la llegada de los nazis. Internado en el campo de concentración de Sachsenhausen, fue puesto en libertad cuando llegó el Ejército Rojo. Murió en París en 1946.

Ortega recogerá algunas de sus citas más revolucionarias y le asociará al «horror de las checas», ya que se produjeron «durante su mandato» como jefe del Gobierno. Le vinculará, incluso, con los asesinatos de Paracuellos del Jarama.

Por lo que se refiere a la estatua, al ser su custodia de carácter estatal, la resolución se limitará a instar a Pedro Sánchez a que la quite. Algo que no sucederá.

Cabe destacar que la placa de su casa natal fue inaugurada en 1981. Enrique Tierno Galván -entonces alcalde de Madrid- celebró que los partidos la aprobaran por unanimidad: izquierda, centro y derecha.

La duda de Indalecio Prieto

VOX ha presentado el texto a PP y Cs como una «disposición única». Es decir, todo en el mismo paquete. Indalecio Prieto (1883-1962) fue varias veces ministro y presidente del PSOE en el exilio.

En su alegato, Ortega Smith le asociará al «robo de más de quinientas toneladas de oro del Banco de España» y al «saqueo del Museo Arqueológico Nacional». Junto a Largo Caballero, fue uno de los instigadores del golpe de 1934.

«Encañonó en el Congreso con su pistola a un diputado de la CEDA y llevó una vida de lujo y excesos en México tras robar el tesoro republicano», reiteran los de Vox. También destacan que «La motorizada» -su guardia personal- «estuvo directamente implicada en el asesinato de Calvo Sotelo».

A diferencia de Largo Caballero -aunque hay historiadores que sostienen que el «Lenin español» iba en la misma dirección cuando contrajo la enfermedad renal que le llevaría a la muerte-, Indalecio Prieto mostró arrepentimiento y renunció a sus posturas revolucionarias. Quiso pactar con los monárquicos para restaurar la Democracia en España. Una eximente que Ciudadanos quiere tener en cuenta. De ahí su deseo de que se vote por separado. La pelota está en el tejado de VOX.

UN PERSONAJE SINIESTRO

La vida de Largo Caballero estuvo ligada a la política desde muy joven y ya desde 1918 ocupaba un puesto en el Congreso de los Diputados en representación del PSOE, por entonces un partido que se definía como marxista-leninista y que pese a su defensa de la socialdemocracia tenía más de socialismo revolucionario que de defensor de la democracia.

Durante el Gobierno del general Primo de Rivera formó parte del Consejo de Estado entre 1924 y 1929 y llegó a estar durante unos meses de 1927 en la Asamblea Nacional Consultiva, pero su verdadero ascenso dentro del PSOE y en la política nacional se produjo una vez proclamada la segunda República. Aprovechando su cargo de secretario general de UGT, cargo que ocupó entre 1918 y 1938, medró dentro del partido siendo nombrado presidente en 1932 en sustitución del moderado Julián Besteiro.

Durante la Segunda República fue diputado desde 1931 hasta el final de la Guerra Civil en 1939, ministro de Guerra, ministro de Trabajo y, finalmente, entre 1936 y 1937, presidente del Gobierno.

Entre tanto, fue uno de los más activos organizadores del golpe de Estado camuflado como huelga revolucionaria en octubre de 1934. Se le acusó, y permaneció detenido, de un delito de rebelión en grado de dirigente máximo. Pero nadie podía llamarse a engaño, lo llevaba anunciando desde un año antes durante la campaña electoral: “En las elecciones de abril (1931), los socialistas renunciaron a vengarse de sus enemigos y respetaron vidas y haciendas; que no esperen esa generosidad en nuestro próximo triunfo. La generosidad no es arma buena. La consolidación de un régimen exige hechos que repugnan, pero que luego justifica la Historia”. “Vamos a la Revolución social. ¿Como? (una voz del público: como en Rusia) No nos asusta eso…Habrá que expropiar a la burguesía por la violencia”. “Tenemos que recorrer un periodo de transición hasta el socialismo integral, y ese período es la dictadura del proletariado, hacia la cual vamos. Había que preparar la ofensiva socialista”.

Ya antes, en ese 1931 al que se refería en la anterior cita, ante una posible disolución de las cortes que perjudicaba a los intereses del PSOE, el diario de sesiones del Congreso de los Diputados recoge unas inquietantes palabras suyas: “No puedo aceptar la posibilidad, que sería un reto al partido, y que nos obligaría a ir a una guerra civil”.

Sus declaraciones tanto en actos políticos, como publicadas en diversos medios no dejan lugar a la duda de su desprecio por la democracia, una circunstancia que la izquierda de hoy, a la que se le llena la boca de esa palabra, no tienen en cuenta a la hora de rendirle tributo. “Quiero decirles a las derechas que si triunfamos colaboraremos con nuestros aliados; pero si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la Guerra Civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros lo realizamos”, afirmaba en enero de 1936 en un mitin en Alicante.

Para quienes lo presentan como un defensor de la democracia y quienes pretenden vincular este sistema político con la izquierda, habría que recordar sus palabras en un acto del partido en Linares dos días después: “La clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la revolución”.

Y pocos meses antes del alzamiento del 18 de julio se dedicaba a asegurar que la guerra civil era inevitable, así, el 24 de mayo el periódico El Socialista recogía unas declaraciones suyas: “Cuando el Frente Popular se derrumbe -anunció-, como se derrumbará sin duda, el triunfo del proletariado será indiscutible. Entonces estableceremos la dictadura del proletariado, lo que… quiere decir la represión de las clases capitalistas y burguesas”. Ya no hablaba de llegar al poder por medio de la guerra, estaba avisando de los cientos de miles de asesinatos que se cometieron en la zona republicana durante la Guerra Civil.

Y dos citas más, una para aquellos que defienden que la Guerra Civil fue un choque entre militares autoritarios y demócratas representados por el Frente Popular al que pertenecía el PSOE: “No creemos en la democracia como valor absoluto. Tampoco creemos en la libertad”, palabras pronunciadas durante una conferencia de Largo Caballero en Ginebra durante el verano de 1934.

La segunda una amenaza a sus rivales políticos, a quienes les avisa de que no respetarán el resultado de las urnas tras las elecciones si estas no les dan la victoria: “El jefe de Acción Popular decía en un discurso a los católicos que los socialistas admitimos la democracia cuando nos conviene, pero cuando no nos conviene tomamos por el camino más corto. Pues bien, yo tengo que decir con franqueza que es verdad. Si la legalidad no nos sirve, si impide nuestro avance, daremos de lado la democracia burguesa e iremos a la conquista del Poder”, en este caso lo decía durante el mitin electoral que dio en el cine Europa en enero de 1933.

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