La pareja de Pablo Iglesias utiliza el Instituto 25M de Podemos para intentar reflotar su popularidad

Irene Montero admite a Monedero que se frena al usar lenguaje inclusivo para evitar el troleo

La ministra de Igualdad reconoce las burlas en relación a una forma de hablar que, según reconoce, nada tiene que ver con el análisis del lenguaje, sino con objetivos políticos

Irene Montero admite a Monedero que se frena al usar lenguaje inclusivo para evitar el troleo
Irene Montero y Juan Carlos Monedero PD

Irene Montero está atravesando un importante bache político y personal.

La ministra de Igualdad no solo ha tenido que presenciar el estrepitoso fracaso electoral de Pablo Iglesias frente a Isabel Díaz Ayuso, sino que también está acorralada por todas las investigaciones vinculadas al ‘Caso Niñera’.

Montero, que es una de las ministras peores valoradas del Gobierno de Pedro Sánchez, ha buscado un respiro en el Instituto 25M, la fundación impulsada por Podemos (y en manos de Juan Carlos Monedero) para nutrir de ideas al partido.

Entre puros representantes de la extrema izquierda, la ministra aprovechó para ahondar en sus teorías del feminismo, la igualdad y todos esos valores que, al parecer, no existieron hasta su llegada. 

El momento cúspide de su intervención es cuando explica por qué usa de un tiempo para acá las expresiones «hijos, hijas e hijes» o «niños, niñas y niñes».

“En mi caso, aunque me conlleve a focos de debate completamente distorsionados y que se utilice o se nombra desde la ridiculización, es mi obligación mientras sea ministra de Igualdad”, empieza Montero.

Aunque admite que no se trata de “una cuestión de analizar el lenguaje”, sino más bien de interés y uso político, a lo que llama “reconocer la realidad de muchas personas que existen en nuestro país y en el mundo que no se sienten reconocidas en un género o en el otro”.

La pareja de Pablo Iglesias afirma, además, que “seguramente no lo hago todo lo que debería, precisamente porque no quiero que eso se convierta en una forma de ridiculizar una experiencia de vida que, además para ellos, suele estar llena de incomprensión, de violencia y de ridiculización”.

“Creo que en nuestra sociedad, y en América Latina sé que cada vez está más extendido [especialmente entre los países con dictaduras de izquierdas], ya no son solo tolerantes sino también respetuosa con el otro”, puntualiza.

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