La nueva Ley de la Selva: ¿por qué una especie sobrevive y otra se extingue ?

Los biológos y naturalistas siempre se han preguntado qué es lo que hace que una especie sobreviva y otra se extinga. Las poblaciones de gorilas y los bonobos o chimpancés pigmeos son cada vez más reducidas, al igual que incontables especies de peces e insectos. Sin embargo, las águilas doradas y los rinocerontes han logrado recuperarse y prosperan.

¿Qué es lo que determina, entonces, quién vive y quién muere? ¿Cuál es el factor clave que explica por qué algunas especies, como el dodo, tambalean y caen fatalmente en esta carrera vital, mientras que otras, como el águila, se recuperan y florecen nuevamente?

Es una pregunta crucial para los expertos en conservación, que intentan con desesperación utilizar de la mejor forma posible los escasos recursos disponibles para proteger a las especies animales y vegetales de la expansión humana.

Según cuenta BBC Mundo en un extenso reportaje, podría pensarse en un primer momento que la respuesta es simple y el secreto reside en el tamaño. Cuanto menos individuos haya de una determinada especie, mayor es su vulnerabilidad.

Las reglas de la Selva

Intuitivamente, parecería que debe existir un número mínimo de ejemplares de una especie que debe mantenerse para asegurar su supervivencia. Si el número cae por debajo de ese nivel, es poco probable que esa especie se recupere.

El águila dorada sí logró recuperarse.
Esta cifra se denomina técnicamente «población mínima viable» o MVP por sus siglas en inglés, un término que es citado con frecuencia en los textos sobre conservación.

Una forma de definir este concepto (hay otras) es mediante la siguiente pregunta: ¿cuál es el nivel de población que le da a una especie un 90 por ciento de probabilidades de sobrevivir durante 100 años?

Los investigadores Barry Brook y Corey Bradshaw, de la Universidad Charles Darwin en la ciudad australiana de Darwin, se preguntaron si es posible predecir la población mínima viable para diferentes especies.

«Estudiamos posibles factores determinantes como tamaño de la población, de cada ejemplar, y si la especie existe en varias partes del mundo o sólo localmente».

A pesar de un extenso análisis de todos estos factores no logramos determinar poblaciones mínimas viables

Para Barry Brook de la Universidad Charles Darwin:

«También miramos el impacto humano, los índices de fertilidad y otras variables para cada una de las diferentes especies. Sin embargo, a pesar de un extenso análisis de todos estos factores no logramos determinar poblaciones mínimas viables».

La única constatación parecería ser que el tamaño de una población no es determinante, y esa conclusión es respaldada también por el trabajo de un investigador en el otro extremo de Australia, en los Reales Jardines Botánicos de Sydney.

En sus investigaciones en Sydney, el experto Mauricio Rossetto también busca determinar las reglas de la supervivencia, pero con un enfoque diferente.

Rosetto intenta descifrar las reglas que determinan la supervivencia de especies.Mientras Bradshaw y Brook analizaron un vasto espectro de especies, Rossetto se concentró en pocas especies que crecen en zonas bien delimitadas de la selva tropical.

«Hay muchas especies que han estado presentes en la selva durante mucho tiempo, con linajes que datan de 100 millones de años. Si podemos comenzar a entender los patrones, qué ha determinado en el pasado la contracción o expansión de poblaciones, por qué algunas especies son más o menos extensas, una vez que tengamos esa información contaremos con mejores herramientas predictivas».

Historia de dos árboles

Una de las investigaciones del experto se centra en dos especies de árboles que viven en zonas pequeñas del estado de Nueva Gales del Sur, en el sureste de Australia.

Eidothea hardeniana es activa y genéticamente diversa.
Una de ellas, Eidothea hardeniana, fue descubierta hace sólo cinco años y sólo cuenta con 90 ejemplares conocidos. Sin embargo, es una planta vigorosa y de gran diversidad genética, un factor que usualmente favorece la supervivencia.

Para mantener esa diversidad posee mecanismos, supuestamente genéticos, para bloquear la auto polinización; sólo las semillas que efectúan polinización cruzada logran sobrevivir.

Cada árbol puede vivir cientos de años mediante rebrotes: partes del árbol mueren, permitiendo el nacimiento de tallos nuevos.

El segundo árbol, Elaeocarpus williamsianus , posee los mismos mecanismos que aseguran el éxito de la otra especie. Los científicos encontraron nueve poblaciones de este tipo de árbol, pero al inspeccionarlas, descubrieron que muchas de ellas estaban constituidas por un sólo individuo.

Dado que la autopolinización no es posible, estas poblaciones aisladas son estériles.

En este caso, parecería que la especie con más individuos es la que está en más problemas.

¿Qué conclusiones generales pueden extraerse?

«Nada evoluciona con el fin de extinguirse posteriormente; sería algo anti-vida, anti-Darwin, no tendría sentido», señala Corey Bradshaw.

Corey Bradshaw, Universidad Charles Darwin
Un factor importante parece ser que, en el reino animal, la duración de la vida de un individuo tiende a depender de su tamaño corporal.

«Si el tamaño es grande, es probable que el animal no pueda adapatarse a nuevas condiciones que afecten su mortalidad. Si tuviéramos que predecir si un elefante o un ratón se extinguirán, yo diría que es más probable que desaparezca el elefante, porque no podrá adaptarse a los cambios que estamos introduciendo en el planeta».

Y, ¿qué es lo que prueba todo esto? Básicamente, que la extinción de especies es un asunto complejo, y el tamaño, por lo menos cuando se trata de una población, está lejos de ser determinante.

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