El Ártico fue una jungla antes de sufrir un cambio climático

Todo está inventado, hasta el cambio climático. El océano Ártico, donde en sus costas retozan hoy los osos polares, era, hace 55 millones de años, poco menos que una jungla que disfrutaba de un clima tropical, con una temperatura del agua de unos 24°C. Un posterior calentamiento global, por causas aún desconocidas, llevaron al enfriamiento y glaciación del mar hasta como lo conocemos hoy.

Esta es la conclusión más llamativa de una investigación llevada a cabo en aguas árticas por un equipo multinacional. La codirectora de la expedición, Kathryn Moran, explicó ayer en Barcelona, dentro del programa de Medio Ambiente de la obra social de La Caixa, los detalles de las pesquisas.

Siguiendo con el cambio climático, Moran afirma que de la experiencia ártica «se puede aprender la reacción global del planeta ante el calentamiento» aunque con una diferencia: «los gases invernadero se emiten hoy más velozmente que antes.

En 200 años se han alcanzado cotas que antes tardaban 10.000 años» y, por tanto, pese a conocer como responde el planeta «se desconoce cuándo se alcanzará el punto de inflexión», el que cause efectos como el vivido en la otrora jungla polar.

Lo cierto es que los modelos informáticos empleados no han conseguido reproducir las temperaturas alcanzadas en el Ártico, de lo que se deduce que en el estudio sobre el calentamiento no se está tomando en cuenta algún elemento que a todas luces es clave. Y estos modelos son los mismos que se utilizan para prever las consecuencias del actual calentamiento del planeta. Es decir, si los modelos subestiman la magnitud del calentamiento en el pasado, puede ocurrir lo mismo en el del futuro.

ACABAR CON EL MITO
La doctora detalla también que su investigación ha servido para «desmentir» un mito: que la Antártida se heló primero y que su glaciación provocó, a la larga, el del polo opuesto. Hoy se sabe que «fueron procesos simultáneos» y, seguramente, debido a los gases de efecto invernadero procedentes, y de momento solo son hipótesis, de la liberación de gas metano de los océanos, de incendios forestales de continentes enteros y de grandes erupciones volcánicas.

La expedición, realizada en el año 2004, no reparó en gastos. Tres buques rompehielos zarparon hasta el punto de prospección, a 250 kilómetros del polo norte. Dos de ellos ejercieron de guardaespaldas, apartando bloques de hielo para que el tercero, el Vidor Viking pudiera permanecer inmóvil y perforara sobre el punto más alto de una cordillera submarina que une Siberia con Groenlandia.

400 METROS DE SEDIMENTOS
Además, varios helicópteros y satélites controlaron los movimientos de las grandes placas de hielo, por si alguno se acercaba demasiado al Vidor Viking. Extrajeron 100 cilindros de más de cuatro metros, es decir, 430 metros de capas de sedimentos, el ADN del Ártico en los últimos 55 millones de años.

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