Schwarzenegger sigue la estela de Gore

No había, en rigor periodístico, ninguna noticia en el informe que la ONU ha hecho público esta semana sobre el recalentamiento de la atmósfera.

Todo lo que en él se afirma ya se sabía, como también eran conocidos los datos del informe Stern, encargado por el Gobierno británico y aventado con gran aparato mediático hace tres meses.

La información viene siendo la misma desde hace lustros; si acaso, aumentada en cuanto a la rapidez de los cambios, y matizada según los distintos enfoques que el asunto permite: desde el económico hasta el de la seguridad pasando por el humano.

Lo noticioso es la cantidad de gente que se apea del escepticismo. Exxon Mobil, una de las seis grandes petroleras del mundo, que no hace mucho negaba ferozmente que hubiera pruebas del aumento de las temperaturas, ha respondido al documento de la ONU diciendo que «resulta prudente llevar a cabo políticas que nos pongan en el camino de recortar las emisiones» de gases contaminantes. Bienvenidos al club.

El cambio del clima político es ya un hecho en EEUU, y ésa es la mejor noticia. Bush ha admitido la necesidad de tomar medidas, algo que varios estados, entre ellos la California de Schwarzenegger, llevan años haciendo con el aplauso de los votantes.

Con apoyo de Schwarzenegger se ha aprobado una ley que establece que California, la sexta economía del mundo, debe reducir para el año 2020 sus emisiones de gases de invernadero a los niveles que existían en 1990 (un 25% menos que ahora).

La norma, impugnada por la industria del automóvil, ha sido imitada por otros 10 Estados, entre ellos Nueva York.

Desde los púlpitos evangelistas se llama a la población a actuar, mientras las organizaciones ecologistas prosiguen con sus campañas.
Mucho han cambiado las cosas desde aquella campaña presidencial del año 2000, en la que Al Gore rebajó el tono verde de su discurso para no ahuyentar votantes. Pero sobre todo ha pasado el huracán Katrina.

Los americanos comprobaron entonces que la puerta de casa es una endeble barricada frente a los enemigos que trae de la mano el calentamiento global: los fenómenos extremos.

¿Hará falta que se destruya una Nueva Orleáns española para que este asunto reciba aquí más atención política?

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído