El intenso calor despide julio

(PD/Agencia).- Sol a raudales, calor africano y mucha gente tumbada en el tostadero. Evidentemente, el bronceado indica salud, deporte, bienestar,tiempo libre, etcétera, pero tiene sus peligros.

Uno de ellos es el melanoma que se origina en las células que dan color a la piel: los melanocitos. Aunque no es el cáncer de piel más frecuente es, sin duda, el más agresivo y causa de un importante número de muertes.

Esto se debe sobre todo a su gran tendencia a extenderse, dando metástasis por todo el cuerpo. Por cada 100.000 habitantes en España, hay de seis a siete casos anuales, sin que exista ninguna predilección por uno u otro sexo.

La edad en que se presenta con mayor frecuencia es de los 50 a los 60 años, aunque puede presentarse en cualquier época de la vida.

Antes se daba especial importancia a la localización de la lesión, considerando que, según la localización, el peligro de diseminación era mayor o menor.

Ahora se sabe que la evolución del tumor primitivo es completamente independiente de en qué parte del cuerpo aparece. En las mujeres, se localizan con más frecuencia en las piernas, los muslos y la cara, mientras que en los hombres es más frecuente en el tronco y en las extremidades superiores.

Está probado, sin ninguna duda, que existe una relación entre la exposición solar intensa y la aparición de un melanoma.

Esta exposición es sobre todo peligrosa cuando es intermitente, es decir que en personas con una exposición solar continua, el tumor es más raro que en aquellas más o menos jóvenes que de forma intermitente e intensa se exponen a la irradiación solar natural o artificial.

Por este motivo, es importante alertar a la población sobre querer un aspecto exageradamente saludable con un bronceado de forma intensa rápida e inmediata, aprovechando los días de descanso en la playa o la montaña. También hay que tener en cuenta que existe una especie de memoria para la aparición del melanoma, es decir que es mayor el número de melanomas entre la población que en la infancia ha sufrido quemaduras solares, aunque de adulto haya tomado medidas de protección adecuadas.

Se supone que los daños genéticos producidos en los melanocitos por la exagerada exposición solar durante la infancia, se mantienen latentes durante años al cabo de los cuales, por un nuevo estímulo cancerígeno o por influjos genéticos, aparece el melanoma en la edad adulta.

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