(PD).- Si las cosas siguen así, pronto no habrá lianas de las que colgarse. Esta vez no han sido las asociaciones en defensa del medio ambiente quienes han denunciado un aumento de la destrucción de la selva amazónica, como suele ser habitualmente, sino la mismísima ministra de Medio Ambiente de Brasil, Marina Silva, quien, en una reunión en el Palacio de la Alvorada, en Brasilia, en presencia del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, admitie que desde agosto a noviembre, ha aumentado en un 10% la destrucción de la selva, en relación con el año pasado.
El cambio climático y la deforestación podrían hacer desaparecer o dañar seriamente el 60 por ciento de la selva amazónica para 2030, afirma el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF), autor del cartel que ven arriba.
De aquí a 2030, la deforestación en la selva amazónica podría desembocar en la emsión de entre 55.500 y 96.900 millones de toneladas de CO2, indicó en la rueda de prensa Dan Nepstad, experto del Centro de Investigación de Woods Hole, en Massachusetts.
La destrucción amazónica conllevaría la pérdida de uno de los principales estabilizadores del sistema climático de todo el mundo, añadió.
«La importancia de la selva amazónica para el clima del planeta no puede ser subestimada», señaló, y subrayó que «no sólo es esencial para controlar la temperatura del planeta, sino que además constituye una importante fuente de agua dulce suficiente para afectar a algunas de las corrientes de los grandes oceános, además de un almacén masivo de carbono».
