¿Una explosión nuclear? No hay por qué preocuparse

¿Una explosión nuclear? No hay por qué preocuparse


(PD).- Un domingo, hace varios meses, los madrugadores que tenían puesto el canal CT2 de la televisión checa veían panoramas pintorescos del campo checo, imágenes mudas, acompañadas sólo de música de ascensor. Era el típico parte meteorológico de la mañana. Y entonces se produjo la explosión nuclear.

Cuenta Michel Kimmelman en The New York Times que a lo largo y ancho de las montañas Krkonose, o eso parecía, a un destello blanco le siguió el espectáculo de una nube que se alzaba en forma de hongo. En la parte inferior de la pantalla se podía leer una dirección de la web: Ztohoven.com.


A nadie le sorprendió demasiado que Ztohoven resultara ser un colectivo de jóvenes artistas y amigos que ya habían jugueteado con una escultura gigante de neón en forma de corazón que colocaron justo encima del Castillo de Praga y que consiguieron ?en una sola noche, nada menos?, insertar anuncios de la inauguración de una exposición de arte en los 750 paneles anunciadores iluminados del metro de la ciudad.

Ahora unos seis miembros del grupo se enfrentan a hasta tres años de cárcel o a una multa, o a ambas cosas, acusados de alarmismo o de intento de alarmismo. El juicio está previsto para marzo.

Como es natural, algunos checos expresaron su indignación ante la acción de Ztohoven, pero en general la opinión pública respondió con moderación, tolerancia y hasta le pareció divertido, a diferencia de la forma en que se han recibido en general las bromas relacionadas con el terrorismo, o lo que podría parecerse a dichas bromas, en cualquier otro lugar. El incidente, sin embargo, ha remachado la antigua tradición checa de hacer «payasadas», que es una cuestión especial de orgullo cultural nacional.

No hace mucho, una película que se convirtió en un éxito local, El sueño checo, documentaba una broma que realizaron dos jóvenes cineastas checos, que contrataron a anunciantes y relaciones públicas para desarrollar un plan de márketing para un supermercado inexistente.

El objetivo de la película, como el de Ztohoven, era burlarse de la manipulación mediática y de la credulidad del público. En el anuncio de la película, cientos de compradores se agolpan en un campo lleno de hierbajos, corriendo hacia lo que creen que es la tienda, cuando resulta que es un telón pintado.

Para piratear la emisión de CT2, Ztohoven sencillamente cambió los cables de una cámara apartada y sin supervisión en una cantera de piedra caliza en las montañas, terreno que los artistas habían peinado hacía tres años. Y luego insertaron su vídeo.

El nombre Ztohoven es un juego de palabras que significa tanto «ido» como una obscenidad.

El grupo supuso, acertadamente, que esto daría a los televidentes la pista de que la explosión era de mentira, por si todavía no lo habían adivinado al ver los pobres efectos especiales. Al contrario de lo que se afirmó en la prensa británica, no se desató el pánico.

Que todo el mundo sepa, ni un sólo telespectador checo se asustó por el ardid, aunque la falta de miedo no es, según el fiscal del Estado, la explicación de la curiosa acusación de «intento de alarmismo» (que es un matiz sutil de la legislación checa).

En cuanto a la identidad concreta de los miembros del grupo, sigue siendo un misterio, algo que Ztohoven se guarda de forma teatral. Hasta el fiscal del Estado informó por teléfono que esa información no se haría pública hasta que se celebrara el juicio.

No obstante, tres miembros del grupo ?dos cabecillas simpáticos y un chico callado y con cara de bueno de 26 años que aparentaba 12?, accedieron a quedar en una cafetería vacía.

Se negaron a dar sus nombres, pero trajeron consigo un equipo de rodaje.

Resulta que en Ztohoven no hay mujeres. «Ése es el problema del radicalismo», se queja el líder de más edad de los tres, de 33 años, que se presentó como Roman Tyc. «Reunirnos para gastar bromas también es más difícil ahora que ya vamos entrando en la treintena».

Ladislav Sticha, el espigado portavoz de la televisión checa, comentaba que la audiencia del programa había sido «enana», con lo que se supone que quería decir «pequeña en número». Pero luego la televisión checa emitió el trabajo de Ztohoven hora tras hora en sus numerosos informativos, y el vídeo tardó poco en llegar a YouTube.

Al día siguiente, toda Europa estaba al tanto de lo sucedido.

En la República Checa, casi nadie parece querer que Ztohoven reciba más que un pequeño castigo, si acaso. La Galería Nacional de Praga le concedió un premio al grupo. Milan Knizak, el director de la Galería Nacional, artista y en otros tiempos activista checo, explicaba que el premio se les había otorgado por la «franqueza» de Media reality.

En otras palabras, la obra de Ztohoven se enmarca en un contexto más amplio. Se incluye en la historia de una mistificación checa literaria y artística y un humor agudo y flemático, que es la expresión de una nación pequeña y desvalida dominada por gente de fuera durante generaciones enteras.

Jiri Rak, especialista en la pequeñez de la República Checa e historiador de la cultura, resumía el significado más amplio de Ztohoven en un bar de barrio: «Cuando la gente se ríe de algo, se libera de ese algo», declara. «Ésa es la condición de la nación pequeña. Es un mecanismo de defensa para todos en el actual mundo globalizado».

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