Un científico del gobierno británico pide que se calculen bien los riesgos de los biocarburantes

(PD).- El asesor del Gobierno británico en asuntos medioambientales, Robert Watson, abogó hoy por retrasar la introducción de carburantes biológicos en las gasolineras del país hasta que hayan finalizado los estudios sobre sus riesgos para el medioambiente.

El Ejecutivo del primer ministro, Gordon Brown, preveía que entrara en vigor el 1 de abril la llamada Obligación de Combustibles Renovables para el Transporte, una normativa que, entre otras cosas, exige que el 2,5 por ciento del combustible disponible en las gasolineras sea biológico.

En declaraciones a Radio 4 de la cadena pública BBC, Watson reconoció que existe inquietud porque la medida, destinada a reducir las emisiones globales de gases contaminantes, pudiera tener el efecto contrario.

Una política «loca»

El profesor subrayó que «hay que comprobar» que, como sostienen los defensores, los biocombustibles son sostenibles desde el punto de vista del medioambiente, ya que sería una «locura» impulsar una política para reducir el efecto invernadero que eventualmente lo incrementara.

Algunos combustibles biológicos, como el etanol y el diesel derivados de plantas, se barajan como alternativa a los carburantes convencionales para reducir las emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono, pero cada vez más científicos argumentan que su cultivo es más perjudicial que ventajoso para el entorno natural.

Preguntado sobre la introducción de la orden de obligatoriedad en las gasolineras británicas, Watson recomendó «esperar hasta que se completen los estudios». Su llamamiento coincidió con la difusión de una carta de las principales organizaciones ecologistas y de cooperación del país a la ministra de Transportes, Ruth Kelly, en la que advierten de los peligros del combustible biológico.

Objetivos a toda costa

Según las ONG, entre las que se encuentran Oxfam, Greenpeace o Friends of the Earth, es muy arriesgado obligar a los conductores a poner gasolina biológica en sus coches cuando aún se desconocen los efectos de estos combustibles, cuyo cultivo está causando estragos en algunos países productores.

«Deben anularse estos objetivos. Perseguirlos a toda costa sin tener en cuenta las consecuencias para el clima sería increíblemente temerario», afirmó el asesor científico de Greenpeace, Doug Parr.

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