Air New Zealand ofrece a sus pasajeros lavar su conciencia ecológica

(PD).- La aerolínea neozelandesa Air New Zealand se unió hoy a las compañías que ofrecen a sus pasajeros compensar sus emisiones contaminantes de dióxido de carbono, anunció la primera ministra del país, Helen Clark. De esta forma, los clientes de Air New Zealand tendrán la opción de comprar en la propia página web de la empresa unidades de CO2, donde también pueden realizar donaciones a fondo que lucha contra el cambio climático.

Air New Zealand estrenó el fondo con una donación de 450.000 dólares neozelandeses (apenas 229.126 euros) e indicó que seguirá contribuyendo en el futuro. El primer proyecto financiado por la compañía será reforestar un un área agrícola donde en los próximos tres años se plantarán unos 85.000 árboles, señaló el director ejecutivo, Rob Fyfe.

Pago voluntario

Para compensar las emisiones de dióxido de carbono, un pasajero que viaje desde Auckland a Wellington pagará -si lo desea- unos 3,6 dólares, mientras que si vuela hasta la ciudad estadounidense de Los Angeles, un trayecto de casi 21.000 kilómetros y que produce 2,6 toneladas métricas de CO2, tendrá la opción de aportar 71 dólares, explicó Fyfe.

Air New Zealand, que ha reducido sus emisiones de CO2 en unas 100.000 toneladas en los últimos tres años, reveló que está trabajando en una iniciativa conjunta con Boeing y Rolls Royce para emplear un Boeing 747 que utilice biocarburante. Varias aerolíneas internacionales, entre ellas la australiana Qantas y Singapore Airlines, aplican esta iniciativa para combatir el calentamiento global.

Pese a las buenas intenciones de estas empresas, los grupos ecologistas denuncian desde hace años que el excelente trato fiscal del que disfruta el transporte aéreo en todo el mundo favorece que puedan ofertar billetes a precios mucho menores que los de otros medios, pese a que es el que más emisiones ocasiona por viajero/kilómetro.

Numerosos estudios cientíificos han denunciado además en los últimos meses que el empleo creciente de los biocombustibles, y el apoyo fiscal de los estados a su uso, amenaza con liberar más CO2 a la atmósfera que el que se evita con su uso, ya que para producirlos será necesario ampliar la superficie cultivable del planeta a expensas de ecosistemas que se encargan de atrapar el dióxido de carbono.

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