Escasas perspectivas de avance contra el cambio climático en la cumbre del G8

(PD).- El G8, grupo de países más ricos del mundo, se reúne desde hoy en Japón hasta el próximo miércoles, 9 de julio, con el cambio climático en lo alto de la agenda.

A continuación, ese día 9 el mismo G8 se junta con otros tantos países, por ejemplo China, India y Brasil, en el ‘Encuentro de Grandes Economías’. Pese a la pompa, bomba y platillo de estas reuniones, las previsiones dicen que están abocadas a un nuevo cargamento de papel mojado.

El primer ministro japonés, Yasuo Fukuda, daba la bienvenida en un lujoso hotel de en Toyako (isla de Hokkaido, Japón) a sus socios de EEUU, Reino Unido, Alemania, Rusia, Francia, Canadá e Italia, que suman el 58% del PIB mundial, y a siete líderes africanos.

Precisamente, uno de los debates versa sobre si ampliar o no este conjunto, demasiado selecto a ojos de muchos. Estados Unidos no desea la ampliación, pero sí defiende en este foro que las dos economías asiáticas emergentes, la India y China, se involucren en un acuerdo vinculante para reducir las emisiones de CO2.

Las expectativas no son positivas en el sentido ambiental: inmersos todavía en el intrincado proceso de ratificación de la ampliación del protocolo de Kioto, se espera que los países asistentes no declaren avances significativos en la lucha contra el calentamiento global.

Con Bush, difícil

Como siempre hasta ahora, una de las trabas la forma el propio Estados Unidos, cuyo presidente, George W. Bush -para quien, por cierto, será la última reunión de este tipo- insiste en que Washington sólo fijará objetivos si las grandes economías emergentes, como China, se suman también. Este país asiático, el más poblado del mundo, es además responsable del 60% de las emisiones de gases contaminantes del planeta.

Analistas y diplomáticos han expresado que los líderes del G8 probablemente elaborarán un acuerdo confuso con una meta a largo plazo que permita que Yasuo Fukuda, primer ministro japonés en crisis de popularidad, salve las apariencias. Pero añaden que los avances reales deberán esperar hasta que el nuevo presidente de Estados Unidos asuma el cargo en enero.

Sí que se espera que el G8 avance algo en otras materias como el efecto de la inflación mundial, impulsada por el incremento de los precios de los alimentos y los combustibles, y la pobreza en Africa, junto a otros temas tan diversos como la crisis electoral en Zimbabue y el programa nuclear del Corea del Norte. Bush ya ha debatido también sobre el escudo antimisiles europeo con los rusos, sin éxito.

Kioto se queda corto

Fukuda quiere impulsar las conversaciones lideradas por la ONU sobre un nuevo marco que vaya más allá de los límites del propio Protocolo de Kioto, que expira en el 2012. Esas negociaciones deben concluir en Copenhague en diciembre del próximo año.

Pero las brechas entre los miembros del G8 y los países en desarrollo plantean dudas sobre las posibilidades de avance más allá de lo que logró la cumbre del año pasado en Alemania, donde los líderes acordaron «considerar seriamente» una meta global para reducir a la mitad (con 1990 como base) las emisiones de gases de efecto invernadero antes del 2050. Es lo que defienden la Unión Europea y muchos activistas.

Los buenos deseos, eso sí, siempre están ahí: «No creo que estemos esperando un acuerdo», ha confesado el ministro de Medio Ambiente de Canadá, John Baird. «Eso se dará bajo el auspicio de Naciones Unidas en Copenhague el próximo año», confía. «Lo que esperamos es que podamos dar impulso hacia un avance sólido sobre el cambio climático»

«¿Será el esfuerzo anunciado por el G8 lo suficientemente convincente como para que los países emergentes digan ‘Bueno, estamos listos para sumarnos’? Si podemos lograr eso escrito en Toyako, habremos hecho nuestro trabajo,» señala un funcionario francés. Pero un colaborador del presidente francés, Nicolas Sarkozy, añade que no era optimista en ese aspecto.

Es necesario, pero nunca pasa

Expertos sobre clima quieren que los países avanzados se comprometan a reducir sus emisiones entre un 25 y un 40% antes del 2020. Tokio y Washington dicen que las metas provisorias específicas no están sobre la mesa en Hokkaido, aunque los líderes posiblemente reconocerán la necesidad de que los países avanzados las fijen.

Pero es poco probable que un acuerdo que no cumpla las metas de mediano plazo satisfaga a los ecologistas o a los críticos de Fukuda en su país, quienes sostienen que al menos Japón -uno de los países más contaminates de la Tierra- debe presentar una cifra propia.

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