(PD).- El agujero de ozono ha vuelto a crecer. Tras una ligera recuperación en 2007, el estrechamiento de la capa de ozono que se sitúa sobre la Antártida es mayor este año, tanto en extensión como en volumen, según da a conocer la Agencia Espacial Europea (ESA).
El ozono es una capa de la atmósfera que se encuentra a unos 25 kilómetros de altitud y que actúa como un gigantesco filtro solar para proteger a los seres vivos de los dañinos rayos ultravioleta. Éstos son considerados nocivos por aumentar el riesgo de cáncer de piel y dañar especialmente a la vida marina.
Este año, la zona de estrechamiento de la capa de ozono ha alcanzado los 27 millones de kilómetros cuadrados, en comparación con los 25 millones de kilómetros cuadrados del año pasado. El récord del agujero se batió en 2006, con un tamaño de 29 millones de kilómetros cuadrados, una superficie equivalente a toda Norteamérica.
La pérdida de ozono es provocada por temperaturas extremadamente frías a altitudes muy elevadas y por la presencia de determinados gases destructores de ozono como los clorinos y los brominos, que provienen de productos artificiales como los clorofluorocarbonos (CFC). El Protocolo de Montreal de 1987 prohibió fabricar estos compuestos -que por ser de origen humano no existen en la naturaleza-, pero aún permanecen suspendidos en la atmósfera.
Condiciones climáticas
Dependiendo de las condiciones climáticas, es normal que cada año el tamaño del agujero de ozono varíe. Durante el invierno austral, la atmósfera justo por encima de la Antártida permanece aislada de los intercambios de aire de las latitudes medias, por lo que prevalecen los vientos conocidos como el vórtice polar. Ahí es donde tiene lugar gran parte de la destrucción química del ozono.
El vórtice polar se caracteriza por temperaturas muy bajas que provocan la presencia de las nubes estratosféricas.
Cuando llega la primavera a la región antártica, entre septiembre y octubre, la combinación de la radiación solar y la presencia de nubes estratosféricas causa una liberación de clorinos radicales, muy reactivos con el ozono, que rompen el ozono y lo descomponen en moléculas de oxígeno individuales. Una única molécula de clorino tiene el potencial de descomponer miles de moléculas de ozono.
Según Julian Meyer-Arnek, del Centro Aeroespacial Alemán, las condiciones climáticas de este año han contribuido a que el vórtice polar permaneciera aislado mucho tiempo, por lo que el agujero de 2008 ha sido uno de los más grandes hasta ahora observados.
Sin embargo, los científicos siguen sin saber cuándo se recuperará la capa. Dada la variabilidad anual según las dinámicas atmosféricas y ambientales (en un mundo con gases de efecto invernadero en aumento, algunos de ellos también dañinos para el ozono), es muy difícil hablar de recuperación, por lo que es preciso continuar un seguimiento anual, añade Meyer-Arnek.