(PD).- Cerrar Garoña tiene delito, anunciarlo para 2013 es todavía peor. Prolonga la inseguridad jurídica en la que se mueve la energía nuclear en España y garantiza un debate viciado de origen. Sólo tiene lógica política, el presidente Zapatero, esa luminaria del ecologismo, no tiene valor para enfrentarse a 2.000 trabajadores en la calle. Qué gran lección para la cúpula sindical en pleno diálogo social.
Pero como es un presidente que cumple con los ecologistas les promete ahora dejarlo todo atado y bien atado de manera que el próximo gobierno, por mucha mayoría que tenga no pueda mantener abierta la central.
Explica Fernando Fernández en ABC que esto de los blindajes es sin embargo técnicamente imposible, porque si se puede cambiar la Constitución y los Estatutos con mayorías accidentales, se tiene que poder cambiar la política energética.
El presidente lo sabe. Nada más llegar al poder deshizo gran parte de la política educativa, exterior o de obras públicas paralizando obras y procesos que llevaban años en marcha. Otra cosa es que sea un descrédito para el Estado y un mal negocio para las arcas públicas porque se incurre en gastos y responsabilidades extraordinarias.
Pero qué le puede importar eso a un presidente que es capaz de afirmar sin ruborizarse, en una muestra de pensamiento riguroso en su propia universidad de verano, que las energías renovables quitarán el poder a los poderosos.
Por favor, que el ministro de Industria le pase la chuleta de quienes son los principales productores y verá el Gotha de los negocios.
Menos mal que nos ha asegurado definir técnicamente lo que es la vida útil de una central. No debe haber tenido tiempo de hacerlo en cinco años, nadie le había avisado que le tocaba decidir sobre Garoña, o los técnicos del Consejo de Seguridad Nuclear que él nombró son unos incompetentes. Qué malo es esto pensar después de actuar. Sobre todo con la calor.
