La entrevista se la hace Anatxu Zabalbescoa y se publica en el diario ‘El País’ y en ella Kenneth Frampton (Woking, Reino Unido, 1930), un arquitecto que solo ha construido un edificio de viviendas de alquiler en Londres y otro de vivienda social en Estados Unidos, acalra porque ha hecho tan poco e influye tanto.
«Supongo que me di cuenta de que podía contribuir más al mundo escribiendo y enseñando arquitectura que tratando de construirla».
Frampton está en Madrid invitado por la Asociacion de Becarios de La Caixa. Su libro Una historia crítica de la arquitectura moderna (Gustavo Gili) es la Biblia de los estudiantes de esta disciplina.
Desde que lo escribiera en 1980 -vive en EEUU, adonde emigró en 1966 para dar clase en las Universidades de Princeton y Columbia- lo ha revisado tres veces.
«La manhattización del mundo continuará en países emergentes como China y Rusia: la arquitectura especulativa mueve dinero, y eso asegura que la proliferación de rascacielos no se detendrá».
«Lo peor ha sido tratar la arquitectura como arte, como esculturas gigantescas; eso reduce la arquitectura a la fachada de los edificios».
«Tras la muerte de Franco España vivió una edad de oro de la arquitectura, con muchos edificios públicos. Pocos países podían igualar la diversidad y la calidad de lo construido aquí, pero todo se acaba».
«El 80% de lo que se construye es mediocre y está mal hecho».
«El automóvil es el invento más apocalíptico de todos los tiempos. Más aún que la bomba atómica, porque está por todo el mundo y no tiene vuelta atrás. El automóvil está tan integrado en el funcionamiento de nuestra economía que no podremos prescindir de él. Aunque caminemos».
