Con prismáticos también se pueden observar las lunas más brillantes de Júpiter
El verano astronómico llegará este jueves 21 de junio de 2012 a las 01:09 horas en la Península, según datos del Observatorio Astronómico Nacional, dependiente del Instituto Geográfico Nacional, que añade que esta será la estación estival más larga desde hace algunos siglos.
Durará 93 días y 15 horas, hasta la llegada del otoño el 22 de septiembre.
Además, desde el punto de vista astronómico, los cielos del próximo verano estarán dominados por la presencia de Marte y Saturno en la primera parte de la noche.
Los dos planetas se irán acercando en el cielo el uno al otro hasta alcanzar el 17 de agosto una distancia mínima de unos 3 grados (6 veces el diámetro de la Luna).
Este año, la tradicional lluvia de estrellas de las Perseidas -también conocida como ‘Las lágrimas de San Lorenzo‘- sucederá hacia el 12 de agosto, y su observación este año será mejor que en el 2011 por coincidir con la Luna en fase cercana al cuarto menguante.
Además, no se producirá ningún eclipse de Sol o Luna durante esta estación.
¿Qué es el solsticio de verano?
El inicio de las estaciones viene dado, por convenio, por aquellos instantes en los que la Tierra se encuentra en unas determinadas posiciones en su órbita alrededor del Sol.
En verano, esta posición se da en el punto de la eclíptica en el que el Sol alcanza su posición más boreal. Así, el día que esto ocurre, el Sol alcanza su máxima declinación norte, que son 23º y 17′ y durante varios días su altura máxima al mediodía no cambia.
A esta circunstancia se le llama solsticio (sol quieto) de verano. Justo en este instante en el hemisferio sur se inicia el invierno.
El día del solsticio de verano es el de mayor duración del año y, en torno a esta fecha se encuentra el día en el que el Sol sale más pronto y el que se pone más tarde.
En esta época se da la circunstancia (no relacionada con las estaciones) del día del Afelio, es decir el día en el que el Sol y la Tierra están más alejados entre sí a lo largo del año.
Esto es lo que provoca que la Tierra se mueva más lentamente a lo largo de su órbita elíptica durante el verano (según la conocida como tercera ley de Kepler) y por lo tanto la duración de esta estación sea mayor.
El verano puede comenzar en tres fechas distintas, del 20 al 22 de junio. A lo largo del siglo XXI, el estío comenzará en los días 20 y 21 de junio, siendo el más tempranero el verano de 2096 y el inicio más tardío el de 2003.
Algunos fenómenos interesantes
Según datos del Observatorio, durante el próximo verano no se producirá «algún fenómeno astronómico de interés predicho», como los eclipses, o como los «no predichos», es decir los cometas nuevos.
Las lunas nuevas del verano serán el 19 de julio, el 17 de agosto y el 16 de septiembre. Mientras, la primer luna llena del verano llegará el 3 de julio y las siguientes se darán otras dos, los días 2 de agosto y 31 de agosto.
Asimismo, como luceros matutinos se podrá observar a Venus y a Júpiter y como luceros vespertinos a Marte y Saturno.
A simple vista y sin telescopio también se podrán observar las lluvias de meteoros.
En la época estival, las dos más intensas son las delta Acuáridas, cuyo máximo ritmo se da alrededor del 30 de julio, y la más famosa del verano, la de Las Perseidas, cuyo máximo se da alrededor del 12 de agosto.
También se podrá observar en este periodo las constelaciones (agrupaciones ficticias de estrellas) de Casiopea, Cefeo, el Cisne, el Dragón y las dos Osas, alrededor de la estrella Polar.
De sur a oeste, se verán Pegaso, el Águila, la Corona Boreal y la Cabellera de Berenice. Cerca del horizonte se verán a lo largo de la noche algunas de las constelaciones zodiacales, de la Virgen a Acuario, esta última ya cerca del amanecer.
Entre las estrellas más brillantes visibles en esta época destacan las que constituyen el «triángulo veraniego»: Altair (en el Águila), Deneb (en el Cisne) y Vega (en la Lira).
Se puede observar el relieve de la luna
Finalmente, el Observatorio Astronómico Nacional, informa de que con grandes prismáticos o un pequeño telescopio, dotados de un filtro lunar adecuado, se puede observar el relieve de la Luna.
Cuando la noche es más oscura (luna nueva), se puede intentar ver nebulosas de emisión, como la Laguna, Omega o la Trífida, y nebulosas planetarias como el Anillo en la constelación de Lira o las Pesas en la Raposa.
Con prismáticos también se pueden observar las lunas más brillantes de Júpiter (cuando es visible) y se puede hacer un recorrido por la franja estrellada que constituye la Vía Láctea.