Óscar Martín Riva de Ecombes, organización de la que es consejero delegado desde 2014, se refería a los niños, en una entrevista publicada hace un par de meses, como «los recicladores del futuro» y es que la labor de concienciación es fundamental, porque aunque los niños y niñas no se encarguen actualmente de separar físicamente en los distintos contenedores, sí hacen la separación en sus casas o en el colegio, dando buen ejemplo, en muchos casos, a sus familiares, compañeros y profesores.
Educar en buenos hábitos a edades tempranas es indispensable para fijar una realidad que existe en el planeta a día de hoy y de la que somos siempre más conscientes: los recursos tienen carácter finito.
La mala calidad del aire por la contaminación, el calentamiento global o el deshielo del Ártico son asuntos que hace muchos años veíamos lejanos, pero ya están aquí, nos pisan los talones y hay pruebas evidentes que indican que el cambio climático avanza, inexorablemente, convirtiéndose en el mayor reto al que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI.
Y seguirá avanzando, independientemente de las políticas que se lancen para evitarlo si, desde nuestro pequeño mundo, no se hace nada. Un poco como aquella máxima de: «think globally, act locally» (piensa global, actúa local).
Por esto mismo, a esos recicladores del futuro, se están dirigiendo distintas actuaciones, como el proyecto EducaenEco de Ecoembes, un proyecto educativo que integra todos los agentes que de la comunidad educativa: desde el equipo directivo del colegio en cuestión, el profesorado y hasta todo el personal no docente que trabaja en el colegio.
A esta red de centros de enseñanza adheridos se les presentan distintos materiales didácticos, juegos interactivos, concursos y otras actuaciones que tienen como objetivo despertar el interés en materia de reciclaje y, sobre todo, el amor por el planeta y el medio ambiente, haciendo sus acciones del día a día más conscientes.
Se implica a todos porque se cuenta, además, con un efecto de retroalimentación o efecto contagio. En una sociedad donde los más pequeños abogan por comportamientos responsables, los adultos tenderán a imitarlos.
No es de extrañar que Ecoembes haya recibido recientemente el Premio Magisterio 2016 por su contribución a la mejora de la educación en España, por todos los proyectos que tiene en marcha y con los que ya han llegado a miles de niños a través de la Red EducaenEco en la que participan más de 600 colegios, pero también al profesorado, con su acción de «Los profes cuentan», un concurso de literatura en el que participan los profesores con sus creaciones narrativas mientras que los alumnos se encargan de las ilustraciones.
Porque intentar cambiar los hábitos a los adultos, a veces, es más complicado. Si bien, las cifras de reciclaje son buenas, reciclamos el 74,8% de los envases domésticos según los últimos datos, todo es mejorable porque aún hay quien no lo hace por pereza y por falsos mitos extendidos en la sociedad.
Estos mitos no son más que creencias populares o, si queremos, leyendas urbanas de las que se desconoce el origen y que dan lugar a frases tan manidas como: «Yo no separo porque luego meten todo en el mismo camión» o «Yo no separo porque mezclan todo al llegar a la planta».
Pues bien, estas afirmaciones, ambas, son falsas. Al llegar a la planta de reciclaje, todos los residuos se tratan de forma separada, por tipo de material.
Pero hay más frases de este tipo: «Yo no compro productos reciclados porque son de peor calidad» o «Se habla de contaminación, pero el transporte a la planta de reciclaje también contamina». Claro que sí, el transporte contamina, pero contamina igual que si se llevase a vertederos, es más, contamina menos, porque en vertederos se queda, en cambio, en las plantas, se transforma, dando lugar a nuevos productos que, además, no son de peor calidad porque no se degradan durante el proceso de transformación.
