Es imposible saber o predecir la virulencia o el momento preciso en que se liberarán los patógenos enterrados en el permafrost
Según reporta Sara Goudarzi en Scientific American, hace años que los expertos vienen advirtiendo de que una de las consecuencias del calentamiento del planeta será que todo lo que se encuentre congelado en el permafrost, como bacterias antiguas y agentes infecciosos contra los que no estamos inmunizados, quedará libre con el alza de las temperaturas. Ahora, esa hipótesis parece estar haciéndose realidad.
Las verdaderas consecuencias de la fusión del permafrost dependerán de las características del agente infeccioso en cuestión. Aunque numerosos microorganismos son incapaces de sobrevivir en el frío extremo, hay otros que pueden aguantar tales condiciones durante años. «B. anthracis es especial, pues se trata de una bacteria esporulada», explica Jean-Michel Claverie, de la Universidad de Aix-Marsella y jefe del Instituto Mediterráneo de Microbiología. «Las esporas son muy resistentes y, al igual que las semillas, pueden llegar a sobrevivir durante siglos».
A diferencia de los microorganismos «resucitados» del permafrost, las enfermedades infecciosas actuales se conocen muy bien, y existen métodos de eficacia probada para ponerles freno: trazar su avance, eliminar los focos donde proliferan los mosquitos y fumigar con insecticida. Y, por supuesto, una reducción drástica de las emisiones causadas por la quema de combustibles fósiles permitiría abordar de una tacada ambos problemas: tanto el regreso de antiguos patógenos mortíferos como la expansión de las enfermedades infecciosas actuales.