Conducta humana

La triste y estúpida historia del brigadista pirómano

Le habían colocado un dispositivo de seguimiento en el coche para confirmar sus sospechas

La triste y estúpida historia del brigadista pirómano
El brigadista forestal Michael G. F. EM

El pasado domingo 8 de octubre de 2017, la tarde antes de que lo detuvieran, el brigadista forestal Michael G. F., de 21 años, trabajaba con un compañero de otra cuadrilla que hacía una sustitución.

Estaban ambos sentados en el monte, en una piedra, delante de un terreno que se acababa de quemar y que vigilaban por si el fuego se reavivaba.

«¡Qué mala suerte tenéis en vuestra brigada!», le comentó el sustituto todo inocente.

«En lo que va de año lleváis 17 incendios y nosotros uno».

Michael, según quien refiere la conversación, sólo asintió: «Sí, sí, sí».

Unas horas después, el lunes por la mañana, la Guardia Civil ponía fin a la operación Lumex, desplegada meses antes para demostrar que la proliferación de incendios en la zona coincidiendo con los turnos de trabajo de Michael no era casualidad como pensaba el brigadista sustituto.

Lo detuvieron cuando trabajaba en las labores de extinción de un fuego en los alrededores del municipio que lo había contratado por cuarto verano consecutivo: Lobios (Ourense). [En Lobios esta semana se han quemado 1.500 hectáreas en un incendio que entró por Portugal, cuando Michael ya se encontraba en prisión provisional, comunicada y sin fianza], según recoge Ana María Ortiz en El Mundo.

Los agentes que lo detuvieron, según ha podido saber EL MUNDO, le habían colocado un dispositivo de seguimiento en el coche para confirmar sus sospechas: que él era el responsable de los fuegos que se declaraban en la zona, muchos en el trayecto de su casa -en la aldea de Puxedo, también en Lobios- a su puesto de trabajo.

Michael supuestamente los prendía y participaba luego en la extinción. Los investigadores le atribuían la autoría de seis incendios provocados entre agosto y octubre de 2017 y, según trascendió de su declaración judicial al día siguiente, él reconoció tres de ellos.

-Yo sabía que lo iban a detener porque llevaba dos meses colaborando con la investigación, pero no sabía cuándo. Estaba él solo conmigo, serían las 10 de la mañana».

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