Cinco claves para el éxito de los tratamientos en pre-emergencia en cereal

Cinco claves para el éxito de los tratamientos en pre-emergencia en cereal
Cereal Pixabay

Nos enfrentamos a un año en el que, probablemente, habrá importantes poblaciones de hierbas adventicias en el campo. El verano ha sido seco y hasta las lluvias del mes de noviembre no ha germinado prácticamente nada, por lo que se espera que todo lo que no ha «purgado» hasta ahora lo haga a partir de este momento. Se hace necesario, pues, plantar cara a estas malas hierbas de cara a obtener buenas cosechas de trigos, avenas o centenos.

Una de las estrategias que ofrece ADAMA para ese control es mediante el uso de herbicidas de pre-emergencia o post-emergencia temprana. Sin embargo, a veces el resultado obtenido tras la inversión del agricultor no responde a sus expectativas. ¿Cómo podemos tratar de obtener los mejores resultados?

Para tratar de dar respuesta a este interrogante acudimos a Irache Garnica, técnico de cultivos del Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentarias (INTIA), quien nos da una serie de consejos a la hora de abordar estos tratamientos:

En primer lugar trabajar bien el terreno para dejarlo en buenas condiciones

Es importante que no haya terrones. La Junta de Andalucía, a través de la web de la Red de Alerta e Información Fitosanitaria (RAIF) tiene publicada una serie de consideraciones de preparación del terreno previas a la siembra de cereales de invierno. Puedes consultarlo aquí. Igualmente, tener en cuenta que el tipo de suelo condicionará la dosis de los herbicidas de acción radicular.

Atención a la humedad

Los herbicidas de acción radicular pueden aplicarse en seco pero con la previsión de que se producirán precipitaciones en los siguientes días al tratamiento. «Este tipo de herbicidas, si no se incorporan al suelo con humedad, no funcionan correctamente. En la pre-emergencia tienes un poco más de margen. Si vas a una post-emergencia temprana, si en 10/15 días tras la aplicación no llueve nada, la hierba se desarrollará y no se controlará con estos herbicidas», destaca Irache Garnica.

Prestar atención a la problemática que tengamos mediante un «histórico» de la explotación

«En cuanto a gramíneas, el vallico es la hierba reina. Cada uno tiene que conocer qué tiene en su parcela para aplicar una materia activa de espectro de hoja ancha o de gramíneas», afirma la técnico del INTIA. Si tenemos mucha presión, hay que ajustar las dosis en función del suelo y el problema.

Posibles resistencias

En cuanto a posibles resistencias, hay que evitar seleccionar estas poblaciones, para lo que se recomienda utilizar herbicidas distintos, tratando de no repetir más de dos años la misma estrategia (modo de acción). «Para eso lo mejor es intentar alternar cultivos y, de esa manera, podremos alternar herbicidas», recalca Garnica. Y es que si se apuesta por el monocultivo, las alternativas son mucho más reducidas.

Apostar por las prácticas culturales

Hoy día es muy difícil controlar las malas hierbas únicamente con un herbicida. Lo que se suele recomendar es hacer una falsa siembra tras la cosecha para que durante el verano -si hay humedad- vaya naciendo la mala hierba. También se recomienda retrasar la siembra unos días, ya que si el suelo está húmedo o en ese periodo se producen lluvias, se producirá la nascencia de las malas hierbas que se eliminarán con una labor o con herbicida total antes de la siembra. En este sentido, se recomienda sembrar las parcelas más sucias al final. Si las condiciones lo permiten, también se puede apostar por un laboreo profundo, gracias al cual se consigue enterrar las semillas de algunas especies, como el vallico o el bromo. «La labor en profundidad significa un volteo de 40 centímetros de tierra. Si esas semillas se entierran a esa profundidad, no son capaces de germinar», afirma nuestra técnico de cabecera.

Es importante tener en cuenta tener en cuenta estos consejos puesto que el herbicida, por sí solo, no siempre funciona con los resultados esperados. «No se puede dejar al herbicida el 100% de la responsabilidad del control de la mala hierba. Hoy en día es muy difícil obtener ese 100% de eficacia. Hay que intentar hacer otras cosas, como por ejemplo sembrar algo más tarde para eliminar algo de hierba antes de sembrar». Y es que, año tras año y debido a la experiencia, los agricultores empiezan a ser conscientes de esta circunstancia.

Donde sí hay consenso es en la pertinencia de llevar a cabo este tipo de tratamientos en pre-emergencia: «Teniendo poblaciones de hierba sensibles, es preferible afrontarlas en el otoño por si acaso no se pudiese intervenir a la salida del invierno o primavera y no esperar a que se desarrollen demasiado», completa Irache Garnica, que concluye afirmando que si el agricultor tiene ya una población resistente, «las posibilidades de control son muy reducidas».

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