Un cangrejo invasor americano favorece la vida del ecosistema del Guadalquivir

La llegada de especies invasoras a ecosistemas impropios no siempre es mala. Así lo demuestra una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que sostiene que el cangrejo de río «Procambarus clarkii», una especie endémica del golfo de México, ha generado efectos positivos sobre los depredadores autóctonos de las marismas del Guadalquivir.

Según la investigación realizada en la Estación Biológica de Doñana, cuanto mayor es el consumo del citado cangrejo por parte de una especie, mayor es el aumento de su población a lo largo de los años.

En el caso de las aves que hibernan en la zona, la población total de depredadoras se ha multiplicado por 300. Mientras, las herbívoras

�que no se alimentan de cangrejo� han permanecido prácticamente estables durante los últimos 30 años�, explicó el investigador del CSIC y coautor de la investigación, José Luís Tella, segúninforma el CSIC.

�El aumento de la población de estos depredadores también ha sido superior en el entorno de las marismas que en el resto de Europa», agregó.

El «clarkii» ha colonizado esta área desde su introducción en 1973. No obstante, la especie tardó diez años en alcanzar un nivel de población significativo. Fue entonces, alrededor de 1983, cuando las

comunidades depredadoras empezaron a consumirlo de forma habitual. Actualmente, unas 20 especies basan más del 50% de su alimentación en este cangrejo de río.

La generalización del consumo del «clarkii» por parte de los depredadores de las marismas se debe a que actualmente es el invertebrado de mayor tamaño de la zona, con un peso superior a los 20 gramos por individuo.

El cangrejo de río americano se introdujo en el entorno de las marismas del Guadalquivir cuando algunos ejemplares juveniles escaparon de un cultivo de acuicultura en Puebla del Río (Sevilla). A pesar de sus efectos positivos demostrados sobre algunas especies, este cangrejo ha modificado el flujo de energía en el ecosistema de las marismas, advierten los investigadores.

Tella concluye que «todavía hace falta mucha investigación para averiguar cuáles van a ser los efectos del cangrego sobre el entorno a largo plazo�.

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