Tras recuperarse de una operación en la que le sacaron del estómago tres kilos de arena
Hace dos semanas, cientos de personas acudían al zoo de Wellington para despedirlo.
«Happy Feet», el entrañable pingüino emperador que apareció perdido en una playa de Nueva Zelanda hace unos meses a miles de kilómetros de su hogar, en la Antártida, tenía que volver a casa.
Tras recuperarse de una operación en la que le sacaron del estómago tres kilos de arena que engulló en las playas de Nueva Zelanda, el pingüino fue devuelto el cuatro de septiembre a las aguas del oceáno austral.
Lo lanzaron desde un buque científico con un transmisor incorporado a su cuerpo para que los investigadores pudieran seguir sus pasos. Pero desde el 9 de septiembre nada se sabe de él.
«Esto quiere decir que el transmisor no ha tocado la superficie del agua, necesaria para transmitir, desde entonces», explica uno de lo científicos.
Los investigadores barajan varias hipótesis como que se le haya caído el transmisor o que no funcione, que haya sido devorado por una orca o una foca leopardo o que muriese por causas naturales.