La investigación ha contado con la colaboración de investigadores de la Universidad de Ohio (EEUU), la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Nacional de Educación a Distancia
Los restos de un gigantesco ampelosaurio hallado en 2007 en el yacimiento de Lo Hueco (Cuenca) han permitido la reconstrucción en 3D del cerebro del animal, que sólo alcanzaba los ocho centímetros de largo.
El trabajo, recién publicado en la revista PLOS ONE, se ha llevado a cabo gracias a los restos fosilizados de su cráneo, de unos 70 millones de años de antigüedad (Cretácico superior).
Hasta ahora, sólo se conoce una especie de este género, ‘Ampelosaurus atacis’, que fue descubierta en Francia.
No obstante, las diferencias entre el fósil español y el francés no excluyen la posibilidad de que pudiera tratarse de dos especies diferentes.
El investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, Fabien Knoll, que ha dirigido la investigación, considera que «serían necesarios más restos para garantizar que se trate de una nueva especie«.
Por ello, el equipo ha clasificado al ejemplar como ‘Ampelosaurus sp.’, lo que deja abierta su identificación a nivel especifico.
El ampelosaurio pertenece al grupo de los saurópodos, dinosaurios de gran tamaño que llegaron a colonizar grandes extensiones del planeta durante la Era Mesozóica (hace entre 253 millones de años y 66 millones de años).
En concreto, se trata de un titanosaurio, un grupo de herbívoros dominantes en la última mitad del Cretácico (última fase del Mesozoico).
Larga evolución
Los primeros saurópodos surgieron unos 160 millones de años antes de la aparición del ampelosaurio. No obstante, a pesar de ser el fruto de una larga evolución, el cerebro del ampelosaurio no muestra ningún desarrollo notable. Knoll explica:
«Este saurio podría haber llegado a medir hasta 15 metros de largo, sin embargo, su cerebro no ocupaba más de ocho centímetros».
Para el investigador del CSIC, «el aumento del tamaño del cerebro no ha sido favorecido durante la evolución de los saurópodos».
Otra de las características halladas en la reconstrucción cerebral del saurio conquense es el pequeño tamaño de su oído interno.
«Esto podría indicar que el ampelosaurio no estaría adaptado a mover rápidamente ni los ojos, ni la cabeza, ni el cuello».
En enero de 2012, Knoll lideró la investigación para recrear el cerebro de otro saurópodo, ‘Spinophorosaurus nigeriensis’.
La simulación en 3D de su cerebro reveló que dicho ejemplar, al contrario de lo que ha evidenciado el estudio de la caja craneana de ampelosaurio, presentaba un oído interno muy desarrollado.
«Resulta un misterio que haya tanta diversidad en el desarrollo del oído interno dentro de un grupo tan homogéneo de dinosaurios, por lo que es necesario seguir trabajando en este tema».
La investigación ha contado con la colaboración de investigadores de la Universidad de Ohio (EEUU), la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Nacional de Educación a Distancia.